Carnaval Andino de Arica, la relación no pública entre Chile y Bolivia
El 15 de febrero, cuando se cumpla el plazo que Chile tiene para presentar su réplica ante la CIJ de La Haya por el conflicto con Bolivia sobre el estatus y uso de las aguas del río Silala, en Arica partirá la 18va versión del Carnaval Andino “Con la Fuerza del Sol” que une a estos dos países litigantes en torno a la danza. Este evento es un ejemplo de cómo la cultura altiplánica naturalmente ha fluido a las regiones del norte grande, de igual forma como el Canciller Roberto Ampuero en enero afirmó que lo hacen las aguas en disputa desde el territorio boliviano al chileno.
Desde sus inicios, el Carnaval se ha conformado a partir de las expresiones culturales de diferentes territorios gracias a la participación de las familias que llegaron de los pueblos de pre-cordillera y altiplano, así como los migrantes bolivianos y sus descendientes. En este aspecto, la presencia de la Morenada, Caporal, Diablada, entre otros bailes de origen boliviano produce críticas a ambos lados de la frontera. En nuestro caso, es habitual que se indique que lo que se ve en el Carnaval no se alinean con la tradición chilena. Dado que este argumento es insuficiente para hacer retroceder al Carnaval, existe un afán por buscar dilemas en torno a su producción. En los dos últimos años se ha promovido desde las redes sociales su suspensión como una forma de expresar solidaridad con los damnificados por los incendios forestales en las regiones del sur o, más recientemente, las lluvias estivales que afectaron a la Región. En estas críticas subyace el racismo y un temor a que Arica sea vista diferente en el resto del país.
Esta forma de ver el territorio no es nueva, desde que se firmó el tratado de Lima en 1929 ha habido preocupación en las autoridades centrales respecto de las prácticas culturales en la frontera. Es por lo mismo, que en 1953 Arica fue declarada puerto libre por el presidente Carlos Ibáñez como una forma de compensar su desatención y afianzar la nacionalidad. Actualmente, y en este mismo sentido, el Director de Planificación Estratégica del Ministerio de Relaciones Exteriores, Roberto Ruiz, a raíz del despoblamiento de las comunas en la frontera y formulación del plan Parinacota-Camarones, menciona que se podría “gatillar un proceso de erosión de su relación identitaria con Chile”. Como si la soberanía estuviera en juego, la política centralista ha impermeabilizado el territorio de discursos y prácticas de integración transfronteriza.
Durante los tres días de Carnaval, la bandera chilena se entrecruza con los emblemas boliviano y peruano. Lo mismo sucede con la whipala, que es empleada por los pueblos indígenas en Latinoamérica y también fue declarada símbolo del Estado Plurinacional de Bolivia. Esta vinculación habla de la historia de la región, como un territorio peruano que fue anexado como resultado de la Guerra del Pacífico, un puerto natural para la salida de los productos bolivianos al océano Pacífico y una zona de comunidades indígenas con relaciones transnacionales. En este contexto, la visita de la organización y las agrupaciones de bailes del Carnaval al Palacio de la Moneda a finales de enero representa un hito puesto que era impensado hace algunos años atrás.
La co-existencia en armonía de identidades y nacionalidades ha producido 64 agrupaciones que congregan a 16.000 bailarines y músicos, y más de 100 mil espectadores, una cuestión que no ocurre en otras regiones de Chile. A diferencia de otros años, no sólo tiene el apoyo de la Municipalidad de Arica, sino también ha obtenido aportes de la empresa privada y del FNDR. Junto con ello, se tiene prevista la visita de la Ministra de Cultura y Turismo de Bolivia, Wilma Alanoca Mamani, quien fue invitada por la agrupación de residentes bolivianos. Así, el Carnaval Andino de Arica se ha construido en torno a un imaginario que llega a sorprender a las personas que no están acostumbradas a la multiculturalidad. Emerge, entonces, un espacio de convivencia y dialogo que es parte de la esencia de la cultura ariqueña y que se erige alejado de los conflictos de Santiago y La Paz.