¿Doble estándar?: Chile exige a Venezuela lo que deja pasar a otros regímenes absolutistas
China, Arabia Saudí o Israel. Son tres ejemplos de países con democracias debilitadas más que cuestionables o considerados –en más o menos grado– como regímenes absolutistas. Los países del Grupo de Lima, del que Chile forma parte, han puesto un foco muy estricto sobre la crisis en Venezuela por considerar, sin matices, que Venezuela está sometida a un régimen dictatorial. Sin embargo, no hay las mismas exigencias con el atropello de los derechos humanos que viven hoy otros países de la región como Guatemala, ni tampoco con estos países asiáticos que, pese a haber sido reiteradamente denunciados por organizaciones como Amnistía Internacional (AI), lejos de ser cuestionados, han sido y siguen siendo objeto de interés por parte de los sucesivos gobiernos de nuestro país.
Pero antes de revisar los cuestionables vínculos con otros países, merece la pena mencionar que si de derechos humanos se está hablando, no está de más conocer qué dicen al respecto los organismos internacionales sobre Chile. El informe 2017-2018 de AI sobre la situación de los derechos humanos en el mundo dice que en Chile persiste "el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía, especialmente contra indígenas mapuche" y destaca también que "la Ley Antiterrorista se emplea contra mapuche, pese a que hacerlo suponía una violación de las normas internacionales sobre garantías procesales".
China
El informe destaca que el gobierno chino de Xi Jinping redactó y promulgó leyes nuevas que "entrañan graves amenazas para los derechos humanos con el pretexto de la 'seguridad nacional'". También recuerda que el premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo murió bajo custodia, que se ha detenido, procesado y condenado a personas que se dedicaban al activismo y a la defensa de los derechos humanos "sobre la base de acusaciones vagas y demasiado amplias, como 'subvertir el poder del Estado' y 'provocar peleas y crear problemas'"; que se intensificó el control sobre Internet, aumentó la represión de las actividades religiosas de los cultos no reconocidos por el Estado y la represión en la Región Autónoma Uigur y en las zonas de población tibetana en el marco de campañas "contra el separatismo" o "antiterroristas".
Sin embargo, nada de eso ha supuesto ningún reparo ni obstáculo para mantener e incluso fortalecer las relaciones entre China y Chile. "Habré estado dos oportunidades en China en menos de tres meses, lo que tiene un impacto y demuestra lo que apreciamos la relación bilateral", dijo el canciller chileno, Roberto Ampuero, antes de su segundo viaje a China en noviembre del año pasado. "Queremos subrayar que nos interesa mucho todo lo que sean posibilidades de ampliar nuestro comercio con China", subrayó entonces Ampuero.
De hecho, desde que en 1970 Chile encabezó la lista de países de Sudamérica en establecer relaciones diplomáticas con China, el intercambio cultural y comercial entre ambos ha ido en aumento hasta que nuestro país se ha convertido hoy en uno de los principales socios del gigante asiático en la región. Según la Direcon, desde 2012 hasta 2017 el intercambio comercial creció un promedio anual de 1,3% y China es hoy el segundo destino para las exportaciones chilenas de alimentos. Las cifras también han mejorado en lo que a inversión se refiere. A principios de 2018, los asiáticos empezaron a concretar operaciones en el país, una de las más relevantes –de por US$1.600 millones– es la alianza entre Sigdo Koppers y China Railways Group Limited para levantar el tren de alta velocidad que unirá Santiago y Valparaíso.
Arabia Saudí
Otro país al que el gobierno chileno no le hace asco es Arabia Saudí. A principios de este años, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, se reunió con su par árabe, Mohammed Al-Jadaan, durante el Foro Económico Mundial, realizado en Davos, Suiza. El encuentro buscó aumentar el intercambio comercial entre ambos países de manera que los actuales US$ 106 millones que exporta Chile a Arabia Saudita podrían incrementarse rápidamente, dado el potencial agrícola de Chile, el fuerte poder adquisitivo de Arabia Saudita y su condición de importador neto de alimentos.
La riqueza de esa monarquía del Golfo es directamente proporcional a las violaciones a los derechos humanos que ejerce sobre su población. "Las autoridades restringieron severamente la libertad de expresión, de asociación y de reunión. Se detuvo a muchos defensores y defensoras de los derechos humanos y personas críticas con el gobierno, y algunos fueron condenados a largas penas de cárcel en juicios sin las debidas garantías", apunta el informe de Amnistía Internacional. "La tortura y otros malos tratos bajo custodia continuaron siendo práctica habitual. Pese a limitadas reformas, las mujeres sufrían una discriminación sistémica en la ley y en la práctica y no recibían protección adecuada contra la violencia sexual y de otros tipos. Las autoridades hicieron amplio uso de la pena de muerte y llevaron a cabo decenas de ejecuciones", añade el documento. Además, la coalición dirigida por el país wahabí siguió cometiendo violaciones graves del derecho internacional en su intervención en la guerra de Yemen.
Israel
Sobre Israel, la ONG internacional recuerda que ya se cumplieron 50 años de la ocupación de los Territorios Palestinos y 10 del bloqueo ilegal de la Franja de Gaza, con el que tiene a alrededor de 2 millones de habitantes sometidos a un castigo colectivo y a una creciente crisis humanitaria. "Las autoridades israelíes intensificaron la expansión de los asentamientos y de infraestructura conexa en Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, y restringieron severamente la libertad de circulación de la población palestina. Las fuerzas israelíes cometieron homicidios ilegítimos de personas civiles palestinas, entre ellas niños y niñas, y mantuvieron recluidos ilegalmente en Israel a miles de palestinos y palestinas de los territorios ocupados", señala en informe. Destaca, también, que el país no ha detenido su política de demoler viviendas palestinas en Cisjordania, que encarceló a objetores y objetoras de conciencia al servicio militar y las amenazas con expulsar a miles de solicitantes de asilo en África.
Pese a las violaciones a los derechos humanos más que conocidas contra el pueblo palestino y considerando que Chile alberga la mayor comunidad palestina en el mundo, el presidente Sebastián Piñera no tuvo reparo alguno en sacarse la foto hace apenas un mes con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, con quien sostuvo una reunión bilateral en el marco del cambio de mando del presidente de Brasil a manos del ultraderechista Jair Bolsonaro a principios de año.
Un par de meses antes, a mediados de noviembre, los gobiernos de Chile e Israel firmaron un acuerdo de cooperación en el ámbito de las telecomunicaciones. La subsecretaria de Telecomunicaciones, Pamela Gidi, y el ministro de Telecomunicaciones, Ayoob Kara, suscribieron en Tel Aviv un texto para promover e intensificar la cooperación bilateral en el ámbito de ciberseguridad. La cita prácticamente coincidió el mismo mes, noviembre, en el que la Universidad Católica de Temuco recibió la visita del Embajador de Israel, Eldad Hayet quien llegó a La Araucanía con el objetivo de explorar acciones colaborativas en materia de educación, desarrollo productivo y tecnología, entre otras.