¿Crisis del Frente Amplio? Tensiones y consolidación
Desde hace varios días venimos viendo con incredulidad y dolor como la fragmentación política hace aguas también en el Frente Amplio, y las agendas individuales se toman el debate y la irresponsabilidad es parte del debate político nacional e interno de algunos sectores del Frente Amplio, esa cultura política es más propia de la transición, que la esperada por el país respecto a la nueva fuerza política de cambio.
La fragmentación de partidos políticos exige hoy la voluntad casi transversal de construir mayorías políticas que puedan volver a tomar el liderazgo nacional. Desde el Frente Amplio este objetivo ha sido declarado desde el primer día, pero aquello no solo se cumple con una apuesta hacia el centro político, sino que también con una construcción que convoque a ese sector descontento de la política: el abstencionismo. Por eso no es solo una apuesta de mayoría política, sino que también de mayoría social.
Además de esto, las fuerzas en consolidación nos hemos convertido en las constructoras de relato y las con mayor posibilidad dentro del mundo del progresismo para poder encauzar y dar vuelta el escenario nacional en favor de las mayorías excluidas del Estado. En este sentido, estamos en el centro del huracán. No es casualidad que una publicación en el blog personal de Gabriel Boric se transforme en una noticia en todos los diarios, o el error de rendir gastos en el Servel por parte de RD se haya querido instalar como corrupción, o la polémica del Caso Abbott, el Caso Pamela Jiles y Vlado mostrándonos como políticos que se pelean por mezquindades, o las ultimas polémicas sacadas de contexto del diputado Brito. Al más mínimo error, desde la derecha y los medios de comunicación duopólicos se deja entrever ataques políticos planificados que podríamos resumir en 2 estrategias: Hacernos parecer al resto de los partidos, metiéndonos a todos dentro del mismo saco y buscar explotar nuestras diferencias para generar desorden dentro de nuestras líneas al punto de quitar fuerza a nuestras apuestas y buscar el quiebre. El foco de los ataques se han centrado en Revolución Democrática por ser el partido mejor constituido institucionalmente, pero no nos engañemos, estos ataques serán iguales o peores a medida que las otras fuerzas del Frente Amplio se consoliden a través de las respectivas convergencias.
Dicho esto, la primera mayoría que debemos construir es la del Frente Amplio. Para esto se requiere propuestas orgánicas que superen la lógica de mesa de participación, el Frente Amplio debe apostar a tener algún grado de institucionalidad clara, que permita plebiscitos y participación más allá de las orgánicas cuando los dilemas políticos son difíciles de abordar con tanta diversidad. Sino asumimos este desafío como uno prioritario, estaremos negando la posibilidad de hegemonizar o superar al resto de las oposiciones y sus lógicas de privatización de la política, donde el clientelismo, la agenda individual, la política en una mirada meramente negociadora y de las cuatro paredes no serán dejadas atrás.
Segundo punto, los puentes a los sectores de la ex Nueva Mayoría van a existir, pero estos no pueden desarmar del todo nuestro carácter enunciativo e impugnador. No olvidemos que la dimensión antagónica de lo político es lo que hemos sabido leer y que los neoliberales no han sabido entender. En este sentido la impugnación debe estar, pero debemos ver qué elementos de nuestra impugnación vamos a poder institucionalizar y cuáles van a ser los elementos fundantes de nuestra identidad, que no los vamos a conseguir ahora, pero marcarán las diferencias entre un ellos y un nosotros. Debemos identificar las banderas con las cuáles tenemos posibilidades de construir mayorías políticas hoy en el Congreso y que nos permiten demostrar nuestra capacidad de liderazgo, y aquellas que son nuestro acervo moral y épico; el testimonio con el que avanzaremos. ¿Cuáles son nuestras luchas en el corto plazo y cuáles sabemos que serán de mediano plazo? Esa pregunta no solo se resuelve con un cálculo mediático o con el avance en las instituciones, sino que con una mirada histórica. Por eso es tan importante levantarse contra el negacionismo, la corrupción y la impunidad. Algunas luces de esas banderas, que son nuestro acervo moral, nos las dan la luchas de las alteridades del poder. No podemos perder de vista los movimientos sociales y nuestras inserción en ellos, dado que ahí está el acervo y la fuerza que moverá los límites de lo posible, pero tampoco podemos perder de vista al resto del sistema de partidos, su descomposición y las reglas institucionales que la democracia restringida tiene en nuestro país.
Si no logramos sortear bien esta tensión nuestra política será inofensiva, porque no tendrá la fuerza para llegar más allá de “la medida de lo posible” o no tendrá la capacidad de concretar los cambios. Quedará como una fuerza que enuncia su política pero no la concreta. De los movimientos sociales nacimos e instalamos el ritmo, pero pretendemos ser esa fuerza que concrete institucionalmente lo que las mayorías postergadas exigen, esa es la tarea central.