Karen Espíndola: De un embarazo inviable a activista proaborto
Quizás por lo impactante de su testimonio, y por haber pasado de un caso particular a convertirse en activista por la despenalización del aborto, la lucha de Karen Espíndola ha llamado la atención no solo de los medios locales, sino también de periódicos internacionales como The New York Times y The Guardian.
El 2008 Karen, en ese entonces asistente telefónica de una empresa de seguros, se embarazó de su ex pareja, quien la había agredido física y verbalmente. A pesar de que no estaban juntos, ella no pensó en abortar y quiso seguir adelante con la gestación de su hijo. Pero a las 12 semanas le informaron que algo no iba bien y que si el bebé llegaba a nacer vivo, no sobreviviría por mucho tiempo. Fue así como hizo todo lo posible porque le permitieran interrumpir el embarazo y se convirtió en activista por la aprobación del aborto en casos de inviabilidad fetal. Como abortar siguió siendo ilegal durante su gestación, tuvo que dar a luz y su bebé murió a los dos años.
“Me sentí usada. Lamentablemente, luego del nacimiento de Osvaldito, la hipocresía 'pro-vida' emergió aún con más fuerza. En esa etapa decidí tomar contacto con la Fundación Chile Unido, la que con bombos y platillos ofrece ayuda a futuras madres, con el objetivo de persuadirlas de no abortar. En ese contexto, decidí contactarlos… Allá nos recibió un grupo de mujeres. ¿Luego de eso? Nada”, escribió Karen en el libro Mi testimonio, aborto, Estado e hipocresía en Chile (El Desconcierto, 2016).
Su participación fue importante en la lucha por la aprobación del aborto por tres causales en nuestro país. Pero su pelea va más allá. “El aborto por causales no solo permitió aprobar una ley, sino que conllevó un extra: permitió que una sociedad muy conservadora se abriera a un debate que hasta entonces veía al aborto como un pecado, como un tema tabú que era mejor no conversar abiertamente. Fue en definitiva un impulso para un cambio cultural que Chile necesitaba y del que ya no hay pie atrás –explica–. El derecho a a abortar más allá de las tres causales plantea un debate similar. Lo que traspasa ambos debates (aborto con o sin causales) son a mi juicio dos cosas: La primera, el fundamentalismo religioso de los mal denominados "pro-vida" que no logran comprender que en un Estado laico las creencias no pueden imponerse por ley; y, la segunda, que gran parte de la ciudadanía cree que lo que se discute es si uno está a favor o en contra del aborto, cuando en realidad la discusión no es esa: La pregunta que debe responderse no es ¿abortarías o no?, sino ¿debe el Estado decidir por las mujeres? ¿es correcto penalizar el aborto?”