"Sin justicia para Nicole, no hay orgullo": Las organizaciones LGBTI y su representatividad

Por: Constanza Valdés | 23.07.2018
Así como existe una crisis de legitimidad de las autoridades públicas, también lo existe a nivel de movimientos sociales y organizaciones. En este sentido, la efervescencia social es necesaria para su renovación. La transformación política y social es necesaria al nivel de nuestras instituciones políticas y también en el ámbito de las organizaciones y movimientos sociales.

El pasado 23 de junio se realizó la marcha por el orgullo correspondiente al año 2018. En dicha ocasión la marcha fue organizada en conjunto por Fundación Iguales y el Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh). De acuerdo a las estimaciones, habrían asistido alrededor de 100.000 personas a la marcha, siendo una de las más masivas.

Días previos a la realización de la marcha, numerosas personas por redes sociales se manifestaron en contra de la naturaleza de ésta al incluir empresas, marcas comerciales y por estar organizada principalmente por dos organizaciones que se han destacado por tener en sus filas, principalmente, voceros masculinos. Esta crítica, desde hace tiempo se ha levantado por organizaciones de mujeres lesbianas, bisexuales, de personas trans, y ha sido recogida con bastante fuerza también por agrupaciones de mujeres feministas.

En este sentido, la crítica predominante a las organizaciones se basa en la erradicación del machismo y la escasa representatividad de las mujeres al interior de éstas.

El reciente aumento de las movilizaciones feministas y la visibilización de sus demandas ha incluido entre sus puntos principales la promoción de los derechos de las mujeres lesbianas, bisexuales y trans, apuntando hacia la clase política dominante y los hombres cisgénero que se han apropiado por años la lucha de los derechos de estas mujeres. Lo anterior, particularmente toma mucho sentido si analizamos cuales han sido las demandas que se han colocado por sobre otras en el debate público

En este sentido, pudimos observar que en las elecciones pasadas uno de los puntos consultados a los/as candidatos/as presidenciales sobre la mal llamada “agenda valórica” fue respecto al matrimonio igualitario y la adopción homoparental, dejando de lado los derechos de filiación de hijos de parejas del mismo sexo, la identidad de género, una educación no sexista e inclusiva y la necesidad de avanzar en la igualdad y no discriminación de la comunidad LGBTI. De igual forma, a excepción del proyecto de ley de identidad de género, las organizaciones hegemónicas actuales han visibilizado con énfasis el matrimonio igualitario y la adopción homoparental, dejando de lado otras iniciativas.

Esta ha sido una de las razones por las cuales, actualmente, gran parte de la comunidad LGBTI prefiere no participar en partidos políticos ni tampoco en organizaciones. Así como existe una crisis de legitimidad de las autoridades públicas, también lo existe a nivel de movimientos sociales y organizaciones. En este sentido, la efervescencia social es necesaria para su renovación. La transformación política y social es necesaria al nivel de nuestras instituciones políticas y también en el ámbito de las organizaciones y movimientos sociales.

Esto debe servir como punto de partida para una reflexión sobre las demandas de la comunidad LGBTI y hacia donde debemos ir. En este sentido, es inevitable que la transformación sea impulsada hacia la visibilización de las problemáticas que afectan a mujeres bisexuales, lesbianas, trans y personas no binarias, más allá de la clásica hegemonía de los hombres en esta lucha. Esto en ningún caso significa dejar de lado o excluir, sino simplemente cambiar el foco en la lucha.

Una de las frases que destacaron más de la marcha fue “Sin justicia para Nicole Saavedra no hay orgullo” y esto evidencia el descontento de gran parte del movimiento LGBTI actual hacia como éste ha sido manejado en los últimos años. El orgullo es difícil que florezca en un país donde las políticas públicas y la legislación ha invisibilizado constantemente a las mujeres lesbianas, bisexuales y trans. Ahora es tarea nuestra, de las nuevas generaciones de activistas de la diversidad sexual y de género cambiar esta situación