Consejos para padres de niños víctimas de bullying

Consejos para padres de niños víctimas de bullying

Por: Pablo Jofré | 19.07.2018
Siendo constructivos, el objetivo de la intervención es buscar una resignificación de los hechos de maltrato, con una mirada que no esté contaminada por el dolor y lo negativo, sino focalizarse en el futuro, en el sentido de cómo proceder para evitar nuevos episodios.

La literatura sobre el tema identifica claramente ciertos perfiles asociados a quiénes pueden ser maltratadores y quiénes pueden ser víctimas de bullying escolar. Entre los primeros, figuran aquellos niños o jóvenes de familias con baja cohesión, que tienen normalmente modelos más bien autoritarios y hasta punitivos, y donde en sus hogares se valida la agresión.

En el caso de las víctimas, generalmente se trata de niños o niñas que están sujetas a una dinámica familiar más bien sobreprotectora donde los padres tienden a “sobreimplicarse” en las necesidades de sus hijos. La sobreprotección tiene un gran costo en la crianza y la formación, porque los padres les transmiten a los niños el mensaje implícito de que “el mundo es demasiado amenazante y tengo que estar ahí para protegerte porque tú no lo vas a poder hacer, no eres capaz de hacerlo”.

En ese marco, nos encontramos con niños que difícilmente logran ser activos a la hora de desarrollar una conducta de defensa ante este tipo de hechos. Y como víctimas de bullying, generan señales que suelen ser muy comunes como el aislamiento o la somatización, vale decir el desarrollo de síntomas físicos que tienen más bien un origen psicológico o psicógeno a partir de la posible exposición al entorno amenazante. El estrés llega a un nivel donde el cortisol se dispara en el cuerpo y el niño puede generar síntomas físicos, como malestar de estómago, un dolor de cabeza inexplicable e incluso crisis de pánico, entre otras manifestaciones.

Por eso, uno como especialista tiene que trabajar con ellos a aprender a defenderse. Siendo constructivos, el objetivo de la intervención es buscar una resignificación de los hechos de maltrato, con una mirada que no esté contaminada por el dolor y lo negativo, sino focalizarse en el futuro, en el sentido de cómo proceder para evitar nuevos episodios.

Un paso clave en este trabajo, junto con estabilizar la dinámica contextual escolar, son los padres. En muchos casos, ellos se terminan enterando de lo que sucede con sus hijos por otras personas, por la mamá de un compañero o por el colegio, posiblemente porque el niño es incapaz de relatar los hechos por temor a su sobrerreacción.

En muchos casos, pese a las recomendaciones, muchos papás insisten con recurrir a la vía de judicialización. Sin embargo, este camino puede hacer más daño a los hijos, porque esta instancia genera una victimización secundaria, vale decir el daño asociado a tener que ir a tribunales para rememorar de manera reiterada los hechos abusivos, con lo que se va generando un aumento de la sensación del daño experimentado.

En este contexto, lo que un especialista debe transmitir es que tiene que haber mesura, y partir de una mirada constructiva en la terapia, dirigir las acciones al cómo voy a manejar lo que está ocurriendo en lugar de estancarse en lo que pasó.

En los padres, la culpa suele ser un gran obstáculo, por eso el trabajo con ellos debe ir en la línea de mejorar la comunicación con ese niño, aprender a desarrollar un vínculo que disminuya su sobreprotección, e ir reafirmando a sus hijos en cómo procederán en caso de un nuevo evento.