El movimiento estudiantil de 1967 fue el último que logró tomarse la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Por eso es que la acción de hoy realizada por el movimiento estudiantil feminista de la PUC es histórica, pues tuvieron que pasar 51 años para que la cuna del conservadurismo en Chile fuese ocupado por estudiantes comprometidas con la movilización nacional.

Fue a las 7 de la mañana que cerca de 100 estudiantes ingresaron al establecimiento, donde se encuentran las oficinas del rector Ignacio Sánchez, toda la rama administrativa de la universidad y las carreras de Derecho, Medicina, Ciencias Biológicas y Comunicaciones (Periodismo, Publicidad y Dirección Audiovisual).

La acción generó la respuesta inmediata de las autoridades, quienes solicitaron a las estudiantes que no haya destrozos en las inmediaciones y que se saquen las capuchas. La vocera de la asamblea feminista que se tomó la universidad dialogó con el rector Sánchez para que se comprometiera a que si ellas se sacaban las capuchas, no habría sumarios de parte de la universidad.

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Según informaron las estudiantes, la toma se venía preparando desde hace semanas y fue votada en las distintas asambleas. En ese tiempo elaboraron un petitorio que fue entregado a las autoridades.

Este incluye la creación de un protocolo contra la violencia de género que resguarde a estudiantes, funcionarias y académicas, con un especial acompañamiento a víctimas. Piden también cuotas de género y disidencia en cargos académicos y administrativos, un ramo de género obligatorio para todas las carreras, capacitaciones multiestamentales sobre violencia de género, beneficios para padres y madres en la institución, aceptación del nombre social de las personas trans y que la red salud UC Christus no sea objetora de conciencia institucional.

Otro punto importante del petitorio tiene que ver con el caso de Marcela López una funcionaria de la PUC que denunció a su marido y docente de la Facultad de Matemáticas Martín Chuaqui por violencia intrafamiliar. Las pruebas de la causa, informadas por El Desconcierto hace un año, dan cuenta de que el profesor no solo maltrataba a su pareja, sino también a su hijo.

La denuncia fue desestimada al interior de la universidad, a tal nivel de que Chuaqui continúa haciendo clases de forma regular.

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Mira acá el petitorio de la asamblea feminista de la PUC: