Merlí no se parece en nada a Mussolini

Merlí no se parece en nada a Mussolini

Por: El Desconcierto | 11.05.2018
En la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini se utilizó la educación para buscar una conducta en los alumnos: odio al judío, odio al comunista y aceptación de la autoridad fascista (es decir, la educación como extensión de la propaganda y educación política. Un profesor fascista en este sentido estaría muy lejos del profesor de Filosofía que muestra la famosa serie de Netflix.

Señora directora:

Soy Gabriel Muñoz, profesor de Historia en un Liceo de Enseñanza Media de la comuna de Recoleta.

Me veo en la necesidad de contestar a la nota publicada el 30 de abril de 2018 por el columnista Nicolás Ried titulada “Merlí se parece a Mussolini” por considerarla una nota que critica negativamente la labor de los profesores de Filosofía.

Para esto quiero exponer dos problemas que la nota presenta:

“Una vida que no ha sido examinada no merece ser vivida” -Sócrates

1. ¿Cuál es la labor de los profesores de Filosofía?

La dicotomía profesor ignorante – profesor embrutecedor: utilizando los argumentos de Jacotot y Ranciere para sostener la tesis de que la humanidad posee la cualidad de aprender sin un guía (“ignorancia”), el columnista pretende chocar con el modelo de educación como sistema reproductor de saberes propios de los Estados modernos capitalistas (“embrutecimiento”). Aquí me parece hay una dicotomía que se enuncia sin resolverse. ¿Por qué? Los profesores de Filosofía buscan que sus estudiantes filosofen y para eso hay que promover que los estudiantes expresen la verdad que tienen en su interior. Como decía Sócrates: filosofar se trata de obtener el discernimiento para desarrollarse en la vida. Entonces, el peligro es “tendenciar” la Filosofía del grupo. Una preocupación que día a día tenemos los profesores. Pues el sistema escolar nos otorga un poder a los profesores: la evaluación. Con esto podemos “aprobar” o “desaprobar” pensamientos, actitudes y habilidades. En la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini se utilizó la educación para buscar una conducta en los alumnos: odio al judío, odio al comunista y aceptación de la autoridad fascista (es decir, la educación como extensión de la propaganda y educación política. Un profesor fascista en este sentido estaría muy lejos del profesor de Filosofía que muestra la famosa serie de Netflix. Cuando, en realidad, se trata de ayudar a los estudiantes a posicionarse ante la vida y encontrar SU Filosofía. Cuya única decisión depende del propio estudiante y su colectivo. Por tanto: para Merlí el estudiante es sujeto político y para Mussolini no. El fascismo entiende a los estudiantes sólo como base de maniobra de un partido y un Estado (y por tanto base de maniobra de la burguesía que controla la sociedad moderna). No es posible superar el Estado capitalista actual si educamos estudiantes que sólo sepan aceptar órdenes; requieren de imaginación y posicionamiento político. El profesor de Mussolini educó así solo para que sus estudiantes después fueran a la peor guerra imperialista de la historia. Tengo la absoluta certeza que la inmensa mayoría de los profesores, independiente de su pensamiento político, busca desarrollar sujetos políticos y no masa de maniobra. La misma serie hace un esfuerzo por mostrar este dilema.

“El grado sumo del saber es examinar el por qué” -Sócrates

2. Inexistencia de argumentos para vincular la historia de un profesor con la figura de Mussolini

Por otro lado, la nota está completamente desprovista de argumentos para sustentar el vínculo entre el profesor-personaje y el dictador fascista. Livianamente sostiene que el profesor utilizó sus clases como “vía seducción” para armarse de un “séquito de jóvenes que le siguen, lo que le permite esconder un sesgo patriarcal, dominante y embrutecedor”. ¿Cuáles son las filosofías patriarcales, dominantes y embrutecedoras del personaje? La nota no responde. Me parece grave formular esa tesis sin ningún argumento serio. Más bien, la exposición de Jacotot-Ranciere v/s educación del sistema, llama implícitamente a renunciar a las aulas, pues, éstas siempre generarían estudiantes embrutecidos. Los profesores de Filosofía saben que a nuestros estudiantes se les expropia el derecho a la reflexión y el derecho a la Filosofía. Los profesores de Historia, por nuestra parte, sabemos que a los estudiantes se les expropia su memoria. Todos los profesores somos hijos de nuestro tiempo y cargamos con defectos, espero que nuestro columnista no piense que encontrará una educación “libre” o “pura”, lejos de ese “embrutecimiento” del cuál no encuentra salida. Esa idea de “otra educación” en los márgenes es sólo un sueño utópico que una ínfima porción de las familias puede optar, la inmensa mayoría no.

Llamo a que este medio primero comprenda cuál es la labor de los profesores de Filosofía y segundo a desarrollar debates con argumentos. Dos principios básicos de ésta disciplina angular para todos los saberes y que nuestro desafortunado columnista pareciera carecer.