Huracán ha salido del grupo, el estereotipo, no

Huracán ha salido del grupo, el estereotipo, no

Por: Paula Huenchumil Jerez | 30.01.2018
La prensa nuevamente no tan solo fue cómplice de una precaria cobertura noticiosa, sino, más bien, aumentó el estereotipo, el sufrimiento y la injusticia que vive el Pueblo Mapuche.

En septiembre del año 2017, la prensa chilena “explotaba” con titulares informando sobre la exitosa “Operación Huracán”, donde ocho dirigentes mapuche habían sido detenidos, tras una investigación por terrorismo que duró alrededor de seis meses.  Las principales pruebas presentadas por la inteligencia de Carabineros contra los comuneros, consistían en la interceptación de conversaciones en servicios de mensajería, específicamente, Telegram y WhatsApp.

Como es de conocimiento público, la “Operación Huracán”, dio un vuelco sorpresivo, ya que la Fiscalía de La Araucanía cerró sin culpables el caso, apuntando que Carabineros habría hecho un montaje con las conversaciones de WhatsApp, por lo que nueve efectivos de dicha institución “son indagados por presuntos delitos de falsificación de instrumento público y obstrucción a la investigación”.

Pero más allá del hecho gravísimo de parte de Carabineros, el cual esperemos que sea investigado y sancionado de manera seria, recordemos el juicio previo que realizaron los medios de comunicación. El noticiario central de Canal 13 se dio un festín mostrando estos supuestos extractos de conversaciones por Whatsapp, señalando “cómo preparaba los ataques la CAM”, con un lenguaje que distaba mucho de ser usado por líderes mapuche. Además, identificaba sus rostros y nombres, y olvidaban también que existe una lengua pisoteada por el Estado, pero que vive y resiste en la gente de la tierra, llamada mapudungún. Simplemente, un reportaje impresentable.

Por su parte, El Mercurio titulaba “Mensajes entre mapuches detenidos dan cuenta de envío de armas desde Argentina” (26-09-2017), en cuyo desarrollo de la noticia no existe ningún indicio de presunción de inocencia. Mientras que la versión online Emol, al igual que Canal 13, también identificaba con nombre y apellido a algunos de los detenidos, acompañando la publicación con una fotografía de Héctor Llaitul. Es decir, sin aún finalizar la investigación, ya se estaban exponiendo los rostros mediáticamente, sin ninguna protección a la imagen.

Observamos que el código comunicacional es equivalente al del siglo XIX y XX, relacionando la imagen del mapuche con la conflictividad, esta vez apuntando a la representación negativa de los líderes indígenas. Conjuntamente, se utilizaron términos como “macrozona del conflicto mapuche”, conceptos que están absolutamente naturalizados, instalando la idea de un pueblo violento, cuando en realidad es el Estado chileno quien no ha sido capaz de confrontar una deuda histórica, y que hoy realiza una constante persecución a dirigentes y a machis, legitimados por los medios de comunicación.

En palabras generales, la prensa nuevamente no tan solo fue cómplice de una precaria cobertura noticiosa, sino, más bien, aumentó el estereotipo, el sufrimiento y la injusticia que vive el Pueblo Mapuche. Un trabajo minucioso mediante relatos que enfatizan en lo mal que actúan “ellos” (mapuche), y con una repetición de temas negativos en historias cotidianas. Esto lo define Van Dijk como parte de la estructura y estrategia del discurso racista escrito.

En una entrevista[1], el periodista Pedro Cayuqueo señaló algo que podría ser bastante lógico, pero que en Chile no se práctica: “No puede ser que el reportero que cubre un accidente de tránsito sea el mismo que escriba una nota sobre este conflicto interétnico, se requieren periodistas especializados… Cuando esto sea entendido por directores y editores de grandes medios en Chile el periodismo dará un salto gigantesco en calidad y dejará la prensa de ser parte del problema. Será, por fin, parte de la solución”.

En definitiva, pese a que este escándalo explotó, lamentablemente, la estrategia comunicacional, especialmente de parte de los grandes consorcios periodísticos presentes a lo largo de todo Chile, de establecer al Pueblo Mapuche como el enemigo interno de esta nación, está aún muy lejos de desaparecer. La deuda histórica es del Estado y por qué no, de los medios de comunicación, quienes deben reparar el daño de un sinfín de publicaciones poco éticas, que nos han encasillado como terroristas: “Huracán” ha salido del grupo, pero el estereotipo no.

[1] Entrevista realizada por la autora para la investigación “Ecos de un cultrún: El caso de la machi Francisca Linconao en la prensa” (en proceso de publicación).