5 ministros de Sebastián Piñera que nunca olvidaremos
Apenas un día después de la apoteósica celebración en Plaza Italia del domingo 17 de enero de 2010, la jornada en que el candidato de la Coalición por el Cambio derrotó por 51,61% al 48,39% que obtuvo el abanderado de la Concertación, ya comenzaron a circular los nombres. Igual que ahora.
Durante aquel verano, en la previa de la asunción del 11 de marzo, fue que le pusieron el nombre a esa idea tecnocrática que elucubraba en su mente: "el gobierno de los mejores". Con ese entusiasmo comenzó su primer mandato. Fiel a su estilo personalista, desestimó cualquier presión de Renovación Nacional (RN) y de la Unión Demócrata Independiente (UDI), formó un equipo de gerentes que aseguraban traer la eficiencia del mundo privado a la gestión estatal y les entregó un pendrive a cada uno con las tareas a cumplir.
Pero los engorrosos caminos de la administración pública y la total falta de experiencia política de aquel desconocido gabinete técnico-empresarial (¿alguien se acuerda de Camila Merino, ex vicepresidenta de Recursos Humanos de SQM y ministra del Trabajo 2010?) obligaron a La Moneda a poner a los tótems de RN y la UDI. Así, fueron arribando por goteo las figuras políticas de la derecha para intentar poner orden a un gobierno que tenía flancos débiles por todos lados (Hidroaysén, el precio del gas en Magallanes, la reconstrucción del terremoto y el turbulento 2011 estudiantil, por nombrar sólo algunos).
Pero antes que aterrizaran pesos pesados como Evelyn Matthei, Andrés Allamand o Andrés Chadwick, el gabinete contó con nombres que, si bien pasaron a la historia no por su gestión, resultan icónicos de lo que fue la primeriza aventura de Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique.
1. Jaime Ravinet (ex DC, independiente)
Ministro de Defensa (11 de marzo de 2010 - 13 de enero de 2011)
Fue quizás la mayor sorpresa de la primera nómina ministerial. Otrora emblema del ala conservadora de la Concertación que gobernó Chile entre 1990 y 2010, el ex alcalde de Santiago se sacó su piel de oveja y apareció como flamante ministro de Defensa de Sebastián Piñera. Todo un ícono de una administración que prometía tener a “los mejores” en su equipo, no importando del bando que sea. Por tamaña alevosía, Ravinet se vio obligado a renunciar a la Democracia Cristiana tras ser acusado de traidor por sus ex camaradas, quienes le hicieron la ley del hielo.
Pero la jugada le salió mal a Ravinet. A principios de 2011 tuvo que dejar el gobierno por negarse a entregar información al Consejo para la Transparencia por la polémica compra de un puente mecano con dineros proveniente de la Ley Reservada del Cobre. Cuando la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados lo citó a declarar, los micrófonos de prensa se quedaron encendidos tras su alocución y al ministro se le salió un “vale callampa, hueón (...) el puente vale callampa”. Ante el escándalo, y hastiado de las continuas intervenciones del presidente en su cartera, al ex colorín no le quedó otra que abdicar, quedándose sin pan ni pedazo.
2. Rodrigo Hinzpeter (RN)
Ministro del Interior y Seguridad Pública (11 de marzo de 2010 - 5 de noviembre de 2012)
Ministro de Defensa (5 de noviembre de 2012 - 11 de marzo de 2014)
Hinzpeter fue uno de los colaboradores emblemas del primer gobierno de derecha post dictadura. Desde la época como jefe de campaña en las presidenciales 2009 (donde abundaban slogans tipo “así queremos Chile” o “delincuentes, se les acabó la fiesta”) que el abogado corporativo se dio a conocer como uno de los personeros más cercanos al presidente. Por eso a nadie sorprendió cuando aquel 9 de febrero de 2010 fuera anunciado como ministro del Interior y jefe de gabinete de la nueva gestión. La amistad que los unía sería uno de los ejes más importantes del poder político de la llamada “nueva derecha” que ambos habían inventado (su estrecha relación recordaba a la dupla Montt-Varas de mediados del XIX).
Desde el primer minuto, Rodrigo fue el más fiel escudero de Sebastián y uno de los más reconocidos ministros de estos cuatro años. Desde Interior y Seguridad Pública, intentó llevar una agenda marcada por la lucha contra la delincuencia, la cual nunca pudo ganar. Al final, se haría famoso por su estilo autoritario y represivo que lo llevó a protagonizar el trístemente célebre “Caso Bombas”, un montaje comunicacional donde el ministro hizo el ridículo persiguiendo a anarquistas para validarse como eficiente en “la lucha contra el terrorismo”. Además, el desmedido actuar policial durante las movilizaciones estudiantiles del 2011 y la invocación sostenida de la Ley Antiterrorista en La Araucanía le hicieron valer el mote de “sheriff”, convirtiéndolo en uno de los ministros peor evaluados del gabinete.
La ineficiencia de su gestión (coronada, entre otras cosas, por su responsabilidad en la muerte de 81 presos en el incendio de la cárcel de San Miguel o por su falta de tino en los conflictos sociales de Aysén y Magallanes) fue una de las grandes razones del fracaso del espíritu del gobierno. Como un último aletazo de ahogado, intentó promulgar la llamada Ley Hinzpeter -la cual buscaba descriteriadamente resguardar el orden público a cambio de durísimas penas para los manifestantes-, pero fue rechazada por la Cámara Baja.
Su amistad con el mandatario le permitió mantenerse en el cargo lo más que pudo (se salvó por escasos votos de una acusación constitucional por la represión en Aysén), pero la presión de RN y la UDI, sus desencuentros con Piñera (un día se los escuchó a grito pelado en La Moneda y después dijeron que discutían de fútbol) y el evidente fracaso de su programa obligaron a reemplazarlo de su puesto como N°2 en La Moneda. El 5 de noviembre de 2012 sería removido como jefe de gabinete (donde tampoco nunca pudo ordenar políticamente la gestión gubernamental) y desde donde, ya lejos de la primera línea, esperó desde Defensa el final de un gobierno en el que se supone que brillaría con luces propias.
3. Luciano Cruz-Coke (ex RN, Evópoli)
Ministro de Cultura (11 de marzo de 2010 - 6 de junio de 2013)
Para la sociedad civil, Luciano Cruz-Coke siempre fue aquel galán que brilló en papeles como Andrés Betancourt en "Adrenalina" (1996), el mítico Axel Schumacher en "Fuera de Control" (1999) o Ignacio Valdés, el asesino del Peyuco en "Amores de Mercado" (2001). Por eso fue una sorpresa que un actor tan liviano como él fuera nombrado ministro. Sin embargo, Luciano desde siempre abogó por los valores de la derecha: proviene de una familia ligada al antiguo Partido Conservador, en su juventud fue activo militante de Avanzada Nacional -partido de ultraderecha que defendía el legado de Augusto Pinochet- y en los ‘90 fue cercano al entonces senador Andrés Allamand.
Por eso lazos -y luego de interpretar a Gastón Fernández en la película "Se Arrienda" (2005) de Alberto Fuguet, hacer de travesti en la teleserie "Fortunato" (2007) o protagonizar una sitcom con el rol de Felix Vargas en "Una Pareja Dispareja" (2009)-, Cruz-Coke toma la determinación de ingresar al mundo de la alta política. El 2008, sin contar con un pregrado (luego de abandonar dos carreras universitarias), toma un magíster en Comunicación Política en la U. de Chile que hace calzar justo con su ingreso al Grupo Tantauco en la campaña de Sebastián Piñera 2009. Al otro año, Luciano estaba recibiendo el pendrive con las tareas para su ministerio.
Su paso por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) estuvo marcado no sólo por la creación de la Ley de Donaciones Culturales y por digitalizar las engorrosas postulaciones al Fondart, sino también por una toma del despacho de Luciano en el CNCA por parte de los trabajadores en protesta por los 120 despedidos durante su gestión. Las demandas de los manifestantes, quienes se tomaron la oficina en la noche, fueron mostradas en directo vía Skype por Última Mirada de CHV, desde donde Matías del Río fomentó un surreal debate entre los dirigentes movilizados y el ministro, quien exponía sus argumentos desde su hogar -seguramente en pijama-.
Luego de tres años y medio al mando de su primer trabajo con horario fijo fuera de las tablas y las cámaras, Cruz-Coke finalmente renuncia al cargo para apoyar la fallida precandidatura presidencial de Allamand, siendo reemplazado por el novelista y ex JJ.CC. Roberto Ampuero.
4. Joaquín Lavín (UDI)
Ministro de Educación (11 de marzo de 2010 - 18 de julio de 2011)
Ministro de Desarrollo Social (18 de julio de 2011 - 11 de marzo de 2014)
Tras haber sufrido una estrepitosa derrota -otra más- en las parlamentarias 2009, el sempiterno candidato Joaquín Lavín se encontraba sin cargo luego del triunfo en segunda vuelta de quien le aserruchara el piso en las presidenciales 2005. Quizás por eso, su otrora rival y ahora presidente del país pensó en él al momento de cuotear los escasos cupos ministeriales que dejó a la UDI dentro de un gabinete monopólicamente técnico. De ese modo, Piñera le entregó a Lavín su chaqueta roja como premio al esfuerzo y lo puso a cargo del sector más temido para cualquier ministro desde 2006 en adelante: Educación.
El primer año lo tuvo medianamente tranquilo: ya sea imponiendo el continuismo de las políticas subsidiarias de vouchers que tan bien amarradas dejaron los ideólogos de la Concertación (saludos a José Joaquín Brunner) y fomentando medidas como eliminar el Aporte Fiscal Directo (AFD) o reducir el Fondo Solidario en pos de fortalecer el CAE. Sin embargo, nada de eso pudo llevarse a cabo porque lo que Joaquín nunca se esperó fue cruzarse con el 2011, el mayor estallido social del Chile post dictadura.
Las masivas movilizaciones que remecían al país y que pusieron la demanda "educación pública, gratuita y de calidad" con un 79% de aprobación según la Adimark -89% según la CERC- fueron un balde de agua fría para el ministro. Obligado a sentarse en constantes mesas de negociación con una Confech liderada por Camila Vallejo y Giorgio Jackson, Lavín se vio acorralado por las más de 100 mil personas que repletaban la Alameda en cada marcha y por las tomas generalizadas en los principales establecimientos educacionales a lo largo de todo Chile.
Ante este escenario, el ministro ideó junto al presidente una salida posible: ¿qué tal si ambos respondemos en TV dando una respuesta a la efervescencia social? El resultado de esto fue la inolvidable cadena nacional del 5 de julio donde Lavín, parado como un guardia de palacio y sin decir una sola palabra, acompaña al mandatario durante 13 minutos para dar vida al Gran Acuerdo Nacional para la Educación (GANE) y el Fondo por la Educación (FE). En la instancia, las autoridades no sólo no respondieron a ninguna de las demandas de los estudiantes, sino que además, dijeron que estatizar la educación "sería un error" y que "ya es tiempo de terminar con las protestas".
Como no era tan difícil de presuponer -a excepción para el gobierno-, el anuncio no hizo más que avivar más la llama de las movilizaciones y, ante el rotundo fracaso del GANE, a Lavín no le quedó otra que renunciar al Mineduc apenas dos semanas después de la cadena nacional. Para intentar maquillar la derrota, Piñera reubicó al gremialista en la cartera de Desarrollo Social, desde donde lanzó la campaña "Recetas para Ahorrar y Saborear a la Chilena", donde recomendaba a las familias vulnerables elaborar platos para cuatro personas por sólo $2.000.
5. Laurence Golborne (independiente)
Ministro de Minería (11 de marzo de 2010 - 18 de julio de 2011)
Ministro de Energía (16 de enero de 2011 - 18 de julio de 2011)
Ministro de Obras Públicas (18 de julio de 2011 - 5 de noviembre de 2012)
Laurence Nelson nunca se imaginó, durante la vida sin aspavientos que llevaba en los '00, que se convertiría en un personaje interpretado en una superproducción hollywoodense. Jamás pensó, siendo gerente general corporativo de Cencosud, la multinacional chilena que se expandió a otros países de Sudamérica que él ayudó a colonizar, lo que implicaría estar en el Estado. "¿Qué tan malo puede pasar en este turismo aventura que es el sector público?", pensó seguramente Golborne antes de convertirse en Golborne.
En efecto, hasta antes de la fama mundial que adquirió en octubre del primer año, Laurence Nelson hizo noticia por un hecho que puso en vergüenza al gobierno. Pensando que se podía tomar días como cualquier gerente, el entonces ministro de Minería subió a Twitter una foto de él junto a las entradas que había adquirido para los partidos de la Roja contra Suiza y España en el Mundial de Sudáfrica 2010. El planificado viaje -tenía las entradas compradas desde el año pasado- le valió duras críticas de la oposición y de la entonces emergente opinión twittera. A Golborne, por supuesto, eso no le importó y de todos modos viajó a presenciar el desempeño del equipo de Bielsa en Sudáfrica.
Este episodio, sin embargo, queda totalmente invisibilizado frente a la leyenda que se construyó tras el impactante rescate a los 33 mineros atrapados en la mina San José. Los angustiantes dos meses en que los trabajadores estuvieron bajo tierra convirtieron a Laurence Nelson en algo más cercano a un héroe que a un gerente o jefe de cartera. Con la chaqueta roja siempre arremangada y 100% en terreno desde Atacama, el ministro copó las portadas de todo el orbe como el responsable de la salvación de los 33, pese a no esbozar la más mínima crítica a los empleadores que permitieron las condiciones para que quedaran atrapados los mineros.
El rescate convirtió a Laurence Nelson en el político más querido del país. Su popularidad creció como la espuma en las encuestas de opinión, se convirtió en el ministro más querido por las señoras y no pocos lo empezaron a perfilar desde ya como presidenciable 2014. Fue tanta la impresión de superhéroe que daba que cuando estallaron las protestas por el precio del gas en Magallanes, al gobierno vio en él la solución: "pongamos a Golborne de ministro de Energía para que resuelva el conflicto tal como lo hizo con los 33", pensaron seguramente en Palacio.
Desde ese episodio la suerte del oriundo de Estación Central comenzó a cambiar. Convertido en el primer biministro del siglo XXI, Golborne no resolvió de igual forma que en San José el problema del gas. Tras ello, y durante 5 meses a cargo tanto de Minería como de Energía, fue trasladado al MOP. A fines de 2012, y ya proyectándose de cara a las presidenciales, Laurence Nelson abandona el gobierno para perfilar su candidatura. Sin embargo, la falta de manejo político y la aspiración de un peso pesado como Pablo Longueira acaban con su carrera política en abril de 2013, cuando se devela que el popular ex ministro tenía inversiones en una sociedad creada en el paraíso fiscal de Islas Vírgenes.
El impacto de la noticia ocasionó que un par de semanas después renunciara al sueño presidencial y decidiera retirarse de la política, volver a la zona de confort que vivía en el mundo financiero y dejar atrás al llamado "gobierno de los mejores", ese que Piñera espera nunca en su vida volver a replicar.