Comunidades populares:

Comunidades populares: "Creemos que la organización del encuentro pasa por encima del pensamiento del Papa Francisco"

Por: El Desconcierto | 28.12.2017
Comunidad de laicos y religiosos envía una carta a la Comisión Nacional encargada de la recepción del Papa Francisco. Expresan su descontento y rechazo por la manera en que se elaborado la visita, que no considera la voz de una parte importante de la iglesia del pueblo

Estimadas y estimados:

Santiago Silva Retamales, presidente de la Conferencia Episcopal

Fernando Ramos Pérez, Obispo y Coordinador Nacional

Javier Peralta, Director Ejecutivo

María Paz Vicuña, Secretaria Ejecutiva

Loreto Moore, Administración

Comisión Nacional encargada de la recepción del Papa Francisco.

Nos enfrentamos hoy a la inminente visita del Papa a Chile, hecho que debería llenarnos de júbilo, pero que, por el contrario, nos tiene confundidos, cansados, molestos. Francisco, desde la adopción de su nombre sin olvidar sus Encíclicas y Exhortaciones, cartas y discursos, gestos y decisiones que apelan al que se jugó la vida por la vida en los últimos de la tierra, ha dado señales de volver su mirada a los pobres y a los excluidos del sistema que domina hoy el mundo. Hemos encontrado en él palabras de esperanza para aquella iglesia que ha hecho opción preferencial por los pobres. Sin embargo, sentimos que el encuentro con Francisco, tal como ha sido planteado por los organizadores, invisibiliza esta iglesia, así como a los mismo pobres y a los excluidos de nuestro país. El Chile que recibe al Papa Francisco quiere revestirse con los éxitos del mercado propios de una sociedad de consumo que resulta inmisericorde con la vida del prójimo sencillo. Y aún más, creemos que la organización de este encuentro incluso pasa por encima del pensamiento del mismo Francisco. A continuación, trataremos de explicar, punto a punto, cuáles son nuestras inquietudes al respecto.

1- Si el mensaje de Francisco ha sido para los pobres, en la preparación de su visita los pobres no tienen más cabida que la de espectadores de Su Santidad: Son tres o cuatro -la alta jerarquía del clero y los laicos ricos, más algunos de extractos sociales de clase media- los que han decidido todo en torno a la visita del Papa y quienes eligieron qué es lo que el Papa verá de nosotros, dando cuenta así del país que quieren y creen tener. Es entendible así el escándalo que produjo en muchos la petición de donaciones en cajeros automáticos. Frente a eso, los organizadores de la visita papal arguyeron que se trataba de un gesto democratizador, en que se pedía donaciones de manera voluntaria para poder financiar la llegada de todos los que quisieran a las instancias de encuentro con Francisco. Si bien tras este gesto pareciera que hay una voluntad de acercar a la figura del Papa a los desposeídos de este país -país de enormes desigualdades económicas y de pocas oportunidades-, este gesto se vuelve un saludo a la bandera: los pobres no han tenido ni voz ni voto en la preparación de esta visita. Un formato como el planteado es antagónico a lo que el mismo Papa Francisco ha dicho: "Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres" tomada de la exhortación "La alegría del evangelio", publicada en 158 del Evangelii Gaudium. Tratando de seguir esta línea, participar, para nosotros los pobres, no es entregar dinero: eso es un gesto del mercado, no del Cristo pobre. Nuestra posibilidad de participación ha sido ignorada: no se nos ha convidado, ni menos preguntado cuáles son los temas urgentes, no se ha pensado en incluir a las mayorías sociales o sus representantes de base. ¿Quién va hablar del padre? ¿Quién actualizará el evangelio con las problemáticas de la sociedad chilena, los asesinados y desterrados, los excluidos y los que sobreviven? ¿Quién hablará en nombre de los abusados por el poder de la iglesia? ¿Quién alzará la voz frente la violencia perpetrada en contra de los pueblos originarios, las poblaciones intervenidas, las mujeres, los niños del SENAME, los adultos mayores, los migrantes o la diversidad sexual?

2- Se ha pensado la visita desde una lógica espectacular, una combinación siempre poderosa entre mercado-inmediatez: A diferencia de las visitas en otros países, en que el Papa se ha encontrado con representantes de organizaciones y ha podido mirar la contingencia a partir de esas caras del poliedro que conforma la realidad del país, acá el encuentro siempre será masivo, numerario, cuantitativo, tanto en Temuco como en Iquique y en Santiago. El Papa, desde un escenario, verá una masa indistinta de feligreses, y los asistentes verán al Papa como quién ve a un ídolo, no a un representante de la fe cristiana. La pequeña organización de los grupos, de las comunidades cristianas, de las parroquias se ve absolutamente disuelta en la gran organización del espectáculo: con los cuatro mil millones de pesos que se pretende recaudar se financiarán la adecuación de los espacios, agua para los asistentes, creación de nuevas vallas papales. La compra del cuerpo y sangre de Cristo, que no se puede comprar. Una vez más, en vez de recurrir a la pequeña organización o a la humildad del pan nuestro de cada día, se recurre a la recaudación de fondos para hacer girar las lógicas de mercado en torno a la fe. Los peces y los panes no se comparten, sino que se compran -uno para cada uno- y es el mercado el que los reparte, así como reparte las entradas a un concierto o las bebidas isotónicas en una corrida. De nuevo nos surgen las preguntas: ¿Qué testimonio de fe darán los organizadores? ¿El encuentro con el Papa no debería ser recíproco: él mostrando su mensaje de fe, y el pueblo devolviéndole el suyo, con sencillez?

3- Nuestros pastores no han sido consultados: Sabemos que nuestra iglesia, en términos amplios, es clerical, machista y jerárquica. La Iglesia se percibe inmóvil de tanta jerarquía, poder y ostentación que nada tiene que ver con Jesús de Nazaret, ni con la opción preferencial por lo pobres. La iglesia pareciera haber olvidado que Jesús volcó su vida a los oprimidos y que desde su propio cuerpo como iglesia se jugó la vida cuando la muerte se hizo sistemática en este país. Esa iglesia inmóvil y amnésica es la que prepara la visita del Papa. Por otro lado, los pastores que funcionan como representantes de nuestras comunidades, que sí recuerdan y que siguen siendo testimonio con el pueblo, jamás fueron consultados respecto a esta venida. Pensemos en la crisis de la iglesia, que no se traduce solo en la falta de sacerdotes y monjas, sino en la ausencia de sentido para seguir al Jesús proclamado por esa iglesia que lo ha ofendido muchas veces. Pensemos en que, frente a ese escenario, es grave que el laicado no sea consultado de manera transversal, en todas las clases sociales. Por tanto, resulta lesivo que ni siquiera nuestros pocos representantes, quienes mantienen vivo al cristo pobre y liberador, sean invitados. Creemos que muchos de ellas y de ellos, al menos en nuestra iglesia, tienen sobre sus hombros la experiencia de haber vivido con los pobres y para los pobres y que su visión, que es también la nuestra, pudo haber iluminado los sentidos de la visita del Papa.

4- La participación de las organizaciones sociales es inexistente: Si bien hay gestos que apuntan a los excluidos en la elección de las ciudades que visitará Francisco -los mapuche en Temuco, los migrantes en Iquique, los desposeídos en el Hogar de Cristo-, no hay un encuentro real con sus organizaciones, ni con quienes han persistido en la dignidad y lucha por la consecución del reino de Dios en la tierra. Sabemos que la exclusión no es nueva: como ha ocurrido durante siglos dentro de esta iglesia del poder y el dinero, al pobre organizado, explotado y/o excluido aquel que consciente de sus condiciones de explotación y exclusión se organiza para liberarse, se le mira con sospecha. Quedan afuera, una vez más, de esta visita papal muchos que podrían ser representados desde su capacidad de dignidad, lucha y organización, capacidad que ha sido ampliamente celebrada por el Papa. La dimensión política del mensaje de Cristo queda oculta. Queda oculta también la realidad de los movimientos sociales del Chile de hoy. Estos movimientos, que apuntan a distintas aristas de la justicia social, cargan consigo un mensaje esperanzador que compartimos como cristianos. Sin embargo, tenemos la esperanza de ser los herederos de los pobres organizados contra el poder económico, social y religioso en la Galilea de Cristo y en el Imperio romano. En el pensamiento y mensaje del Papa, los movimientos populares tienen centralidad. Lo dejó en claro durante su visita por Bolivia. Ahí se reunió fraternalmente con al menos doscientos representantes de los movimientos populares e indígenas y se hizo parte de sus luchas diciendo: “Yo quisiera volver a unir mi voz a la de ustedes. Las famosas tres T: tierra, techo y trabajo. Lo dije y lo repito: Son derechos sagrados. Vale la pena, vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la tierra".

En síntesis, queremos que nuestra iglesia vuelva a ser una iglesia pobre y al servicio de las luchas constructoras de esperanza del reino de Dios en la tierra, cuyo suelo primero es la montaña en que Jesús dijo que los últimos serán los primeros y felices los perseguidos en su nombre. La actual institucionalidad eclesial bien podría abandonar las lógicas de mercado y lo neoliberal de sus condiciones para abrirse a la posibilidad de recibir al Papa Francisco a la manera de una iglesia que es la de la mayoría de este país; sencilla y pobre. Pensamos en una misa en una población o barrio popular, donde se invite al diálogo con Francisco a los representantes de las orgánicas que se han dado los excluidos y excluidas, víctimas de este sistema, históricos postergados, en un diálogo fraterno lleno de esperanza y amor liberador.

Desde el territorio de los que aquí escribimos esta misiva, confiamos en que el Papa Francisco acogerá a todas y todos, en especial a los que no han sido integrados a preparar su venida no porque no quisieran, sino porque nunca fueron invitados sino como espectadores, de la misma manera en que han sido espectadores de la supuesta prosperidad de un país que impone el consumo, dinero y poder como condición de estatus e identidad. Esta esperanza no nos viene de la voluntad de quienes han gestionado su visita, todo lo contrario: el mismo Papa Francisco ha proclamado “Así como el mandamiento de 'no matar' pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir 'no a una economía de la exclusión y la inequidad'. Esa economía mata”. Amamos y nos entregamos por ese mandamiento. Gritamos “sí” a una iglesia pobre y sencilla, que arriesgue sus condiciones de privilegio, poder y seguridad, y camine al lado de los oprimidos y oprimidas, reivindicando, con su quehacer, las luchas e historias en pos de la vida y la dignidad de los hombres y mujeres de la tierra.

Un abrazo de esperanza y canto:

Comisión Ética Contra la Tortura (CECT)

Comité de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de La Legua

Comité Oscar Romero - Sicsal Chile

Comunidad de Base “El rincón del caminante”

Comunidad de Base “La buena nueva”

Comunidad de Base “Mariano Puga”

Comunidad Ecuménica Martin Luther King, Santiago

Equipo de Asesores de CPJ Anunciación

Red Laical

Taller de Biblia "Jesús: Buenas Nuevas pa' los pobres"

Comunidad de Base Camilo Torre.

Comunidad de Base Jesús Buenas Nuevas, La Legua.

Paulo Álvarez, poblador de Legua Emergencia.

Adela del Tránsito Loyola Trincado, laica fundadora de la población Villa Francia.

Hans Flores, poblador Villa Francia, laico comunidad cristiana Cristo Liberador.

Teani Cortés, laico comunidad cristiana Cristo Liberador.

Tomás Wijnant, laico comunidad, poblador Villa Francia, cristiana Cristo Liberador.

Francisco Vallejos, laico comunidad cristiana Cristo Liberador.

Ana Sánchez, pobladora Villa Francia, laica comunidad Cristo Liberador.

Claudia Lara, laica comunidad cristiana Cristo Liberador.

Patricia Rodríguez, pobladora Villa Francia, laica comunidad cristiana Cristo Liberador.

Pedro Pablo Achondo, SSCC.

Nicolás Viel, SSCC.

Matías Valenzuela, SSCC.

Atilio Pizarro, SSCC.

Juan Ignacio Latorre, Senador electo, Frente Amplio

Sergio Lorenzini, cura Diocesano en misión en Sudáfrica.

Raimundo Undurraga, laico.

Fernando Díaz, Svd.

Patricio Vejar, laico.

Marcos Marín, laico, San Bernardo.

Daniel Acevedo, laico.

Gustavo Madrid, laico.

Gustavo Albornoz, laico.

Juan Carlos Claret Pool, Vocero Organización Laicos y Laicas de Osorno

Marcos Maricoy, laico.

María Soledad del Villar Tagle, Estudiante de Teología, Boston College.

Juan Oyarzún Morel, laico.

José Frías, Sicsal.

Pedro Pablo Achondo, SSCC.

Juana Aguilera Jaramillo, Presidenta Comisión Ética Contra la Tortura.

Myriam Bravo, presidenta de la Unión comuna de mujeres de La Florida.

Alejandro Nuñez, laico poblador de la población Sumar.

Pedro Juan Vera, Laico, Villa Francia