El Frente Amplio se ha estrechado
La crisis que vive el Frente Amplio (FA), consecuencia del veto a Alberto Mayol como candidato parlamentario, ha provocado desencanto en una ciudadanía que veía en esa organización una esperanza de volver a la decencia en política. Ahora, resulta que sus dirigentes se debaten en odiosidades personales, utilizan la mentira como arma de combate y en su agresiva disputa por el poder recuerdan los malos hábitos de la Concertación y la derecha. La amplitud se ha perdido y el FA se ha estrechado.
La responsabilidad de la crisis recae fundamentalmente en Jackson y Mayol, principales actores del conflicto, aunque también destaca Natalia Castillo, candidata al Distrito 10 por Revolución Democrática (RD). Ésta ha sostenido que Mayol la presionó para que renunciara a su cupo y así lo favoreciera con un espacio más competitivo para acceder al Parlamento. Ambos se acusan de faltas a la verdad, con abundantes agresiones verbales.
A estos hechos le siguió un audio que dirigió Mayol a Natalia Castillo y que habría sido la gota que colmó el vaso. Porque, según la declaración del FA, la violencia de género fue el argumento principal que fundamentó la defenestración de la candidatura de Mayol, Sin embargo, el texto del video difícilmente puede ser calificado de agresión machista, aunque sus términos se alejan de la camaradería que exige un proyecto político colectivo.
No pasaron muchas horas y vinieron los arrepentimientos. Algunas organizaciones del FA señalaron no haber estado en la firma de la declaración, mientras el Movimiento Autonomista (MA), de tanta importancia como RD, se arrepintió de lo obrado, destacando que en la decisión adoptada sobre Mayol “…no existió posibilidad de defensa alguna ni se ofrecieron garantías democráticas mínimas para evaluar los antecedentes”.
La pureza, la transparencia, y la apelación a las bases, que se habían constituido en activos del FA, se desplomaron con el veto a Mayol. Éste, por su parte, tampoco se comportó como un santo. Apeló directamente a los medios de comunicación, en un intento de presionar desde afuera a la dirección del FA. Tanta ha sido la torpeza, que la opción presidencial de Beatriz Sánchez se verá seriamente afectada.
Los hechos descritos ponen de manifiesto la fragilidad del FA. Su incapacidad organizativa, la indefinición programática y sobre todo su escasa inserción en el mundo popular. No hay que olvidar que tanto RD como los autónomos nacen de las protestas universitarias del 2011. Son precisamente los dirigentes de ese movimiento los que encabezan actualmente el FA. Se trata de una pequeña burguesía radicalizada, sin vínculo efectivo con el mundo popular.
Cuando las organizaciones obreras han sido minimizadas por un Código del Trabajo que dificulta su sindicalización, cuando en las poblaciones predomina la droga y la desesperanza, las luchas obreras y poblacionales se ven seriamente limitadas. En esas condiciones, sin el control ni las exigencias de una fuerza popular poderosa, los dirigentes del FA, no sienten la presión ni la responsabilidad de responder ante el sujeto social llamado a transformar el país. Así las cosas, prefieren centrar su actividad política en el movimiento estudiantil, en el Parlamento, y en demandas transversales como las de las mujeres, los homosexuales, entre otras.
Pero, el desafío principal es otro. Si se quiere cambiar el país, su economía y el sistema político, es preciso reconstruir el sujeto popular y para ello se precisa apoyar el fortalecimiento de las organizaciones de trabajadores en la ciudad y en el campo, entender las preocupaciones del mundo poblacional. Y, como hoy, el sujeto transformador trasciende la clase y se extiende al conjunto del pueblo, también se requiere establecer alianzas con los pequeños empresarios, acosados por el gran capital y, también, con las los consumidores pobres, siempre explotados por las grandes empresas.
En suma, el vínculo con el mundo popular y con todos aquellos sectores explotados por los poderosos, es la única forma de construir una fuerza material capaz de desafiar el sistema económico neoliberal y el régimen político restrictivo. Sólo así se podrá se podrá cambiar el país.
Los esfuerzos de Mayol y Jackson, en vez de gastarse en disputas de cúpulas, de escasa trascendencia para la transformación de Chile, debieran dedicarse a la organización sindical en la fábrica, apoyar las demandas de las temporeras del campo y las pobladoras de la periferia de las grandes ciudades. El abogado Renato Garín señala, con lucidez, que el Frente Amplio en vez de concentrar sus principales esfuerzos en el distrito de Ñuñoa, Providencia, Santiago, debiera apuntar más al sur de la Avenida Grecia. Agrega, con ironía, que pareciera que sus dirigentes creen que más allá del Distrito 10 “hay dragones y monstruos marinos”.
Buena imagen la que utiliza Renato Garín. Porque si el FA quiere sobrevivir y desempeñar un rol efectivo en la política chilena, alternativo al duopolio, tiene que salir de la pituquería, meterse en el barro, despegarse del barrio alto y del centro cívico. En cambio, debe destinar sus mejores esfuerzos en apoyar la reconstrucción de los movimientos sociales, desarticulados por la cultura individualista, las políticas sociales de la focalización y el modelo económico que desindustrializó la economía.
Después de cuarenta años de neoliberalismo es difícil desprenderse del individualismo. No es fácil para Mayol y Jackson. Sin embargo, los que somos de izquierda, y queremos a nuestro pueblo, tenemos la obligación de superar los egos personales. Y, ello exige más organización política, trabajo colectivo y sobre todo inserción en el movimiento social.
Los jóvenes deben aprender de la historia, de Luis Emilio Recabarren, quien con sacrificio y convicciones organizó al movimiento obrero, a comienzos del siglo pasado. Y, también, hay que aprender de esa izquierda histórica, de ese poderoso movimiento colectivo que construyó el proyecto político más poderoso de transformación del capitalismo en nuestro país, con el liderazgo de Salvador Allende.
Por cierto, el mundo y Chile han cambiado. Las tareas de hoy no son las mismas de ayer. Hay que conocer bien la nueva realidad que vivimos. Pero, sobre todo, se precisa interpretar las demandas de los sectores explotados de nuestro país, favorecer su organización y apoyar sus luchas para impulsar un proyecto de transformación que construya una economía para la mayoría, un sistema social de derechos universales y un sistema político de representación plena para la ciudadanía. Un frente estrecho no sirve para cumplir con estas tareas. Se requiere un Frente Amplio, abierto a la ciudadanía, pero principalmente al mundo popular.