Elecciones Primarias: Radiografía de una crisis
Las primarias presidenciales resultaron una buena radiografía del momento político actual. En medio de la crisis en que está sumido el pacto de la transición, se encontraron en la papeleta dos visiones antagónicas sobre el devenir de dicha crisis. Por un lado Chile Vamos, que busca retornar a La Moneda, y por el otro el Frente Amplio. Los discursos y programas de cada conglomerado, su performance en campaña y la participación electoral entregan pistas de lo que hemos caracterizado como una disputa entre la ofensiva conservadora y la construcción de un proyecto de transformación.
En Chile Vamos el triunfo de Sebastián Piñera fue claro. Sin embargo, durante la campaña se mostró una coalición conflictuada, sin visión de proyecto común. Manuel José Ossandón, y en menor medida Felipe Kast, lograron preocupar al comando de Piñera, generándose una campaña confrontacional. Resultado de ello es que la votación del senador por Santiago Oriente no puede ser contabilizada íntegramente para las arcas del piñerismo de cara a las elecciones de noviembre.
Por su parte, en el Frente Amplio las diferencias asomaron tangencialmente a medida que avanzaba la campaña. Mientras Alberto Mayol apostó por concitar el apoyo del votante más identificado con una concepción tradicional de la izquierda, Beatriz Sánchez buscó convocar a un electorado más amplio y trasversal. En este último caso, la tarea fue aumentar los niveles de conocimiento de la candidata y ensanchar su base de apoyo de cara a la primera vuelta de noviembre. Aquí la vencedora fue Beatriz Sánchez. Su apuesta duplicó en votos a su contrincante, lo que podría entenderse como la ratificación de que un discurso orientado solo a la izquierda más tradicional tiene un techo.
¿Qué lectura podemos hacer de estos resultados?
La derecha demostró mayor capacidad de convocatoria. Aun cuando quedan varios meses de carrera presidencial, el “piñerismo” saca ventajas importantes en su afán por recuperar el gobierno para la derecha. La ofensiva conservadora y su lógica de restauración del orden de la mano del empresario, se ponen en la pole position. Sin embargo, el camino a La Moneda no está asegurado para ellos, pues lo que se movilizó el domingo es parte importante de su activo político, pudiendo constituir “su propio techo”. Chile Vamos echó mano al conjunto de sus parlamentarios, alcaldes y concejales, lo que hace pensar que extremó sus capacidades de agenciamiento. Si eso es así, resulta insuficiente para ganar en noviembre y ratificaría el estancamiento que indican las encuestas en torno al apoyo que ostenta Piñera.
Por su parte el Frente Amplio, que no tenía vara de medición como tal, tiene una ardua tarea si quiere situarse como alternativa real para una segunda vuelta. Con Beatriz Sánchez a la cabeza, tendrán que definir cuál es la mejor estrategia para cumplir dicho objetivo: ¿acercarse al centro?, ¿consolidar un discurso de ruptura? Ese es parte de sus dilemas. Al mismo tiempo, se deben abordar definiciones políticas y programáticas que (si no se abordan con la profundidad y madurez necesaria) pueden tensionar a la naciente coalición. La baja densidad política es un problema central que el Frente Amplio debe resolver. No sólo para estar en segunda vuelta, sino que para constituirse como alternativa política capaz de convocar y construir mayorías. Tarea nada fácil.
Es así como la disputa entre la ofensiva conservadora y la construcción de un proyecto de transformación sigue abierta y tendrá un nuevo espacio de medición de fuerzas en las elecciones de noviembre.