Piñera a lo Trump
Llama poderosamente la atención la forma que encontró Sebastián Piñera para desviar la atención acerca de su patrimonio no declarado y sus sociedades en paraísos fiscales. Mientras hace negocios en los países vecinos y mueve su riqueza alrededor del mundo para evadir impuestos, elabora un discurso ultraderechista anti-migración al más puro estilo del también empresario Donald Trump. Se trata de la conocida paradoja de la derecha: defender la libre circulación de capitales pero mostrarse reticente ante el derecho a la movilidad humana.
Piñera ha entrado al debate de la peor manera, vinculando migración con delincuencia. Resulta paradójico que un candidato imputado por la justicia se instale en el discurso con esta arbitraria vinculación que no guarda relación alguna con la realidad. En efecto, en materia delictual, sólo el 1,8% del total de imputados corresponde a extranjeros, mientras que en el plano de las denuncias estos sólo corresponden al 0,5%. La pre-campaña del empresario sucumbe, sin lugar a dudas, a la tentación de administrar electoralmente el discurso xenófobo.
La posición de Piñera busca convocar al electorado duro de la derecha más extrema, con miras a una primera vuelta donde el centro político está ya copado por una candidata democratacristiana. Para ello ha endurecido su postura en torno a diversos temas, entre ellos la migración.
Las propuestas de Piñera adolecen de problemas que pueden ser observados desde el punto de vista político, así como del razonamiento empírico. Los criterios de migración selectiva que pretende promover el candidato de la derecha, además de no reconocer un derecho humano fundamental como es la movilidad humana, tiene muy pocas posibilidades de frenar un proceso tan poderoso como la migración. Quienes migran tienen razones de sobra poderosas como para verse impedidos o disuadidos de hacerlo. Incluso, la evidencia internacional indica que este tipo de políticas no solo son ineficaces en su afán de frenar la migración, sino que además favorece el ingreso clandestino. Facilitar este componente de la migración genera además situaciones de vulnerabilidad y precariedad inaceptables para una sociedad de derechos y para un régimen democrático.
El tema de fondo no es el que plantea Piñera. Lo fundamental a abordar en la discusión es que nuestro país carece hoy de una legislación migratoria democrática, rigiéndose por un decreto ley de la dictadura que ve este fenómeno como una amenaza. Esta situación plantea dificultades para la inclusión social, sometiendo a las personas migrantes a una gran precariedad en sus condiciones de vida y aumentando tanto el prejuicio como la animadversión a los procesos migratorios.
El enfoque de la subsidiariedad, por su parte, deficitario en el propósito de garantizar el bienestar de los ciudadanos, impulsa a los diferentes grupos sociales a una competencia perversa por los bienes y servicios. La derecha piñerista busca explotar esta competencia, alimentando prejuicios y pretendiendo obtener rédito electoral con una argumentación falaz en torno a la migración.
Sebastián Piñera, tan preocupado por sancionar unilateralmente "lo que le hace bien a Chile" y "lo que le hace mal a Chile", podría comenzar por dejar de ocultar su riqueza en paraísos fiscales. Si Piñera y otros como él, muchos de “apellidos muy poco chilenos”, cumplieran con lo mínimo que corresponde, pagando sus impuestos, de seguro que nuestro país tendría recursos de sobra para garantizar los derechos a su población. Nuestros compatriotas tienen la sabiduría suficiente para observar que quien le quita sus derechos no son los migrantes sino las élites económicas que, con la complicidad del poder político, se quedan la riqueza que todos – chilenos y extranjeros – producimos con nuestro trabajo. Mientras los migrantes aportan a la economía nacional con su trabajo, consumo y emprendimiento, Piñera – el imputado – saca la riqueza para rentabilizar a su propio beneficio en el extranjero, eludiendo impuestos que bien podrían financiar mejoras en salud, vivienda o educación.
¿Qué hacer con el debate? A sabiendas de que la actual administración difícilmente alcanzará a despachar y aprobar su anunciado pero accidentado proyecto de ley de migración, urge enfrentar este periodo político electoral con altura de miras y sin caer en la demagogia del discurso facilista. No son pocas las organizaciones migrantes que han hecho propuestas consistentes en la materia y bien convendría escucharlas. Hay que discutir en torno a desafíos de inclusión y no en base a juicios antojadizos.
En Chile hace falta una ley coherente con los instrumentos internacionales que el propio Estado ha suscrito y ratificado (entre ellos, la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares). Pero junto con ello, también hace falta política pública.
A excepción de algunos programas de asistencia social, no hay suficientes acciones ni programas para una adecuada inclusión de las personas migrantes. Como en tantos otros temas, los municipios actúan con iniciativa y esfuerzo, pero en un marco legislativo adverso y carentes de apoyo en recursos desde el nivel central. Precariedad laboral, hacinamiento, abuso por parte de arrendadores inescrupulosos, brechas de acceso a bienes y servicios, vulneración de derechos... todo ello y mucho más es parte de la experiencia migratoria en nuestro país.
Se requieren nuevos esfuerzos a nivel político para cambiar esta realidad. Gobierno, Parlamento y Municipios tienen muchas tareas por delante.
A nivel parlamentario y a nivel local se deben articular voluntades para promover e impulsar, junto a las organizaciones, una ley migratoria acorde a los principios democráticos. Se debe trabajar también por facilitar la formulación de políticas sociales capaces de garantizar los derechos para todos y todas, sin privilegios ni exclusiones de ningún tipo.
En muchas comunas existen experiencias e iniciativas, así como voluntad de articulación de parte de las organizaciones. Como ciudadanos debemos estar disponibles para este tipo de debate y trabajo. Allí donde la derecha construye muros, allí donde Piñera juega a ser Donald Trump o Marine Le Pen, nosotros trabajaremos por la igualdad y la democracia.