Cancillería y la posverdad contra Venezuela
Lamento profundamente que el canciller Heraldo Muñoz se haya sumado a la campaña internacional de posverdad contra la República Bolivariana de Venezuela, creando realidades falsas, distintas a las circunstancias objetivas, para generar opinión pública con un sentido claro, en este caso, con claras directrices de quienes quieren provocar por la vía del golpe de Estado, un quiebre constitucional contra el presidente Nicolás Maduro.
Lo que ha hecho el canciller Heraldo Muñoz al señalar que la Asamblea Constituyente en Venezuela, no se conformaría a través del sufragio universal, libre y secreto, es una mentira fragante que atenta no solo contra el sistema democrático en Venezuela, sino que no puede ser aceptada por Chile, por lo que debe ofrecer disculpas públicas a la República y el pueblo de Venezuela.
El presidente Nicolás Maduro ha sido claro en señalar que el mecanismo contemplado para elegir a los asambleístas será a través de voto directo -así lo ha señalado- lo que garantiza los más altos estándares de participación y transparencia del proceso constituyente.
Decir lo contrario, es se sumarse a la estrategia comunicacional mundial diseñada por las corporaciones internacionales, que lo único que buscan es derrocar por la vía del golpe de estado a un Presidente electo democráticamente, en un país que tiene una Constitución realizada a través de Asamblea Constituyente y legitimada por voto popular, que recuperó sus recursos naturales para ponerlos al servicio del pueblo, al final de cuentas, para terminar con el gobierno de un país que ha demostrado que se puede tener un modelo económico distinto al capitalismo.
La Asamblea Constituyente es el mecanismo institucional, más democrático y participativo para definir el futuro de una sociedad, y el presidente Nicolás Maduro ha decidido utilizar esta herramienta democrática para salir de la crisis social producto del boicot económico y desestabilización del imperialismo internacional liderado por EEUU y la OEA.
Es necesario que el canciller se informe por medios alternativos a los de la CNN Internacional y lea los comunicados del gobierno de Venezuela en donde el presidente Nicolás Maduro ha señalado que la metodología que se va utilizar en la elección de los 500 representantes constituyentes, será a través del voto directo del pueblo, lo que garantiza el más alto estándar de participación y transparencia democrática.
Con esto se contempla la participación de todos los sectores ideológicos, ya sean de derecha, centro o izquierda, como también de toda la diversidad política, social, demográfica y étnica.
Para ello el Consejo Nacional Electoral ha convocado una serie de reuniones con el bloque de diputados opositores, líderes de la iglesia católica y de todas la religiones que hacen vida en el país, con los rectores de todas las universidades a nivel nacional, que cabe señalar, en su mayoría son opositores, a fin de confeccionar las bases del proceso constituyente de la forma más democrática.
Los resultados del proceso constituyente deben ser aprobados vía referéndum por el pueblo de Venezuela, por el Poder Constituyente, tal como ocurrió en el año 1999 en la Asamblea Nacional Constituyente anterior.
Lamento que la oposición en Venezuela, la misma que exigía el 2013 por medio de sus representantes políticos, la realización de una Asamblea Constituyente, ahora la rechacen, lo que deja claro que la vía democrática no es lo suyo. Asimismo pasó cuando la oposición quiso llamar a un Referéndum Revocatorio e ingresaron más de seiscientas mil firmas falsas de personas fallecidas.
Ya quisiera en Chile una Asamblea Constituyente como la convocada en Venezuela, donde todos los sectores puedan llevar sus candidatos, con franjas en televisión normadas y con participación ciudadana resolutiva, en definitiva, que todas las expresiones políticas y sociales, representantes del pueblo, trabajadores, estudiantes, científicos, académicos, minorías y pueblos originarios, puedan definir los destinos de la patria en materia de políticas públicas en economía, educación, salud, vivienda, trabajo y cultura