Un grupo de vecinas del barrio de Ñuñoa acusan a trabajadores de la Inmobiliaria Stitchkin y Constructora Santolaya, de perpetrar sostenidamente por meses, acosos sexuales a varias mujeres de la comuna, además de eludir compromisos con vecinos de la comunidad tras la construcción del edificio.

Lo hechos más perjudiciales acontecieron la semana pasada, cuando una habitante del sector fue a la construcción a conversar con el encargado de la obra, el ingeniero Claudio Salvo por incumplimientos de acuerdos en la convivencia, entre ellos acoso callejero, uso indebido de aceras y nula disminución de impacto de la obra con viviendas aledañas.

En el relato de la vecina se señala que, el funcionario no la quiso recibir, por lo que ella procedió a tocar la campana del edificio para llamar su atención. Ante esto, un trabajador la empezó a insultar, tratándola de “loca” y de “enferma”. La vecina respondió de vuelta y entonces él, la agarró de las muñecas y la botó al piso, mientras su sostén se bajaba, provocando que los trabajadores que estaban viendo la situación comenzaran a silbar y gritar, según consigna el comunicado emanado por las Vecinas del sector de Pucará.

Según explican en la organización vecinal eso no terminó ahí, ya que horas más tarde, una joven que iba pasando por el sector fue acosada verbalmente por un trabajador del edificio, ella respondió a las palabras y fue agredida por el mismo hombre, provocándole un hematoma en el brazo. "Constantemente recibimos piropos de connotación sexual, insultos y burlas que vulneran nuestra dignidad; miradas frontales, sostenidas que nos atemorizan, incluso a menores de edad. Por medio de esta carta abierta repudiamos la violencia de género que sufrimos día a día", denuncian las mujeres.

Verónica Chávez, residente de la comuna señaló a El Desconcierto, que las situaciones de acoso se han repetido con anterioridad e inclusive "una de sus hijas vivió una situación de acoso en la puerta de la casa". Tras los lamentables episodios, vecinas y vecinos del sector organizaron una funa a modo de protesta y de visibilizar que en esa construcción existe violencia de género.