¿Progresismo táctico o estratégico?
La nueva mayoría se constituye como intento de expresar el nuevo Chile que emergió después de la coyuntura del 2011. Por primera vez en la historia podemos encontrar en una misma coalición desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista bajo un programa progresistas en materia educacional, tributaria, derechos sexuales y reproductivos, entre otros temas.
A pesar de recuperar el gobierno y con mayoría en ambas cámaras, no obstante al corto andar fue incapaz de dotar al pacto electoral de una lealtad interna con el programa de gobierno y de crear una alianza con sectores de la sociedad civil como condición necesaria para enfrentar con un unidad a los enclaves autoritarios como el tribunal constitucional, el bloqueo parlamentario de la derecha y su poder comunicacional. Lo que, sumado al escándalo judicial de la familia presidencial como el caso Dávalos, terminó por generar las condiciones para una derrota política que quiere leerse sólo como incapacidad de la presidencia por conducir un conglomerado y no por las características propias de la clase política chilena, y de una serie de persistentes poderes fácticos neoliberales y neoconservadores[1] a nivel de la sociedad en general.
El riesgo de leer este ciclo presidencial exclusivamente desde la perspectiva del fracaso de Bachelet y no como una derrota, impide identificar otra serie de obstáculos históricos para repensar un nuevo ciclo progresista y peor aún pensar en la necesidad de una articulación histórica y realmente amplia para enfrentar un contexto internacional de reposicionamiento golpista y electoral de la derecha neoconservadora, con el riesgo de retroceder en lo poco avanzado.
Las futuras elecciones están posicionando y tensionando a las distintas fuerzas progresistas, tanto al interior de la Nueva Mayoría como fuera de ella, conformándose frentes amplios auto-limitados a partidos y movimientos emergentes, además de una serie de candidaturas presidenciales y parlamentarias progresistas por fuera y dentro de la Nueva Mayoría. Sin posibilidad cierta de resolverse mediante primarias.
El nombre de Nueva Mayoría o Frente Amplio sólo será una auto-definición colectiva, sino logra sustentarse de realidad social, política y partidaria-legal, como lo fueran los Frentes Populares del siglo XX en Chile y reeditados en Latinoamérica durante el siglo XXI, siendo su mejor referente el Frente Amplio uruguayo donde coexisten desde sectores moderados hasta ex guerrilleros como el presidente José Pepe Mujica.
En un contexto en que el progresismo en Chile a nivel de los movimientos sociales y de la sociedad en general se encuentra en un momento de ampliación desde el ciclo 2006-2011, pero paradójicamente, no ha logrado constituir una catarsis más allá de lo coyuntural en sentido gramsciano, es decir, pasar de las demandas particulares a las demandas universales, de la crítica minuta a la crítica histórica, pues todavía se encuentra dispersa en una serie de agendas particulares difícil de articular y de representar electoralmente. Por eso, los mismos desafíos que tiene el sector más progresista de la Nueva Mayoría, las candidaturas presidenciales por fuera de ella y el nuevo Frente Amplio son más comunes de lo que podría pensarse.
Las agrupaciones y reagrupaciones de sectores y figuras políticas progresistas, más allá de sus pretensiones, por la forma en se están configurando, sus composiciones y alcances, ya sean en listas parlamentarias, pactos o frentes políticos parciales, se aproximan más a movimientos tácticos y de maniobras necesarios para la futuras futuras coyunturas electorales con el objeto de resguardar lo alcanzado, que en la conformación real nuevo bloque histórico-partidario amplio con la capacidad de desmantelar en términos estructurales y culturales el viejo neoliberalismo/neoconservador. Por lo que sólo cabe esperar que todos los esfuerzos tácticos realizados hoy sean la antesala para un encuentro estratégico progresista común en el mediano plazo, porque ningún sector por si sólo podrá lograr las transformaciones que Chile necesita, por más que logre un gobierno, un parlamento o un municipio.
[1] Hago referencia al concepto “neoliberalismo neoconservador” como aquella corriente ideológica neoliberal en lo económico y conservadora en lo valórico, y político.