Marcha del Orgullo Loco: Democratizar la locura para reinventar la salud mental
Históricamente, el término “loco” se ha usado para menospreciar o descalificar a personas que viven experiencias inusuales o se relacionan con el mundo de manera diferente. En la actualidad, las vivencias de las personas consideradas “locas” son comprendidas por la psiquiatría a través de etiquetas diagnósticas y las causas de la “locura” se atribuyen a desequilibrios químicos, desligando estas experiencias del contexto social y cultural en el cual se enmarcan. A su vez, junto al marco explicativo biológico, los imaginarios y representaciones de la locura se encuentran cargados de matices negativos: la locura es una característica incómoda e indeseable que a nadie le gustaría tener, una condición insoportable que implica sufrimiento o malestar, y junto a ello, volverse “loco” implica convertirse en un ser irracional, impredecible y peligroso. De esta manera, muchas personas intentan desechar la palabra “loco” para referirse a sí mismas, otras pueden sentirse ofendidas al ser denominadas de esa manera, o bien, pueden sentir rechazo a que sus experiencias sean inscritas en el sospechoso terreno de la “locura”, en la medida que ser considerado “loco” (extraño, excéntrico, raro o anormal) justifica motivos de discriminación en nuestra sociedad.
En oposición a esta tendencia, a mediados de los años 90 nace en Canadá la conmemoración del “Mad Pride” [Orgullo loco], que es el resultado reciente de un movimiento social con amplio recorrido histórico asociado a colectivos de “ex pacientes” o “sobrevivientes de la psiquiatría” que nacen en Estados Unidos a principios de la década de los 70. De acuerdo a este legado, la celebración del día del “Orgullo loco” se ha extendido a diversos países, en base a la defensa del derecho a ser diferente, desde la búsqueda del empoderamiento comunitario de los locos y las locas, recuperando la palabra “locura” para liberarla de sus connotaciones negativas. Así, el movimiento del “Orgullo loco” implica valorar como algo distintivo y positivo el hecho de ser, estar y volverse loco o loca, subvirtiendo el sentido de una etiqueta que originalmente dañaba, a través de la reivindicación de una identidad y cultura “loca”.
¿Ser loco es algo que deba celebrarse?, ¿Es la locura un derecho? Son algunas ideas que pueden sonar muy extrañas. Lo cierto es que las personas pueden aceptar o rechazar las etiquetas que les han dado. A su vez, la gente puede aceptar o rechazar las palabras que la sociedad les asigna. Por lo tanto, es posible que las personas puedan apropiarse de las palabras que usan para denominarse a sí mismas y otorgar un nuevo sentido al término que ha usado la sociedad para referirse a ellas. De esta forma, es posible afirmar que no es algo negativo ser diferente como ha querido promover la ideología psiquiátrica, aumentando el estigma a través de sus diagnósticos y el sufrimiento con sus dañinos fármacos. Y también es posible que las personas puedan sentirse orgullosamente locas y valorar su derecho a la diferencia, aceptando que no dañan a nadie con su forma de ser y que pueden ser reconocidas socialmente por ser lo que son.
Al igual que otros movimientos sociales que han sido oprimidos en sus diferencias, ya sea étnicas o de género, el activismo de los locos y las locas también hoy puede ser ignorado y desacreditado por los poderes dominantes. Los que no hemos vivido la experiencia de la locura, no podemos ser cómplices de esta situación, debemos ser sus aliados. Podemos aportar sumándonos a sus luchas, para que este movimiento pueda levantarse y reclamar sus derechos ampliando su identidad colectiva, comunicarse con miembros de otras comunidades que también son oprimidos en su diversidad, para unir fuerzas y cambiar las estructuras de poder. Es necesario asumir que nosotros de igual manera somos oprimidos, porque esta sociedad también nos enloquece al imponer patrones de normalidad y adaptación.
Considerando todos estos elementos, en nuestro país ha surgido la iniciativa de recordar a los precursores del “Orgullo loco”, homenajear a las personas que han tenido que sufrir la tortura y el abuso psiquiátrico, y valorar su legado desde el presente para continuar sus luchas. En este contexto, el sentido de declararse “orgullosamente loco” hoy en día es una forma de desmontar los imaginarios negativos sobre la locura y desafiar el estigma, los prejuicios y la discriminación que ha promovido la ideología psiquiátrica en nuestra sociedad. Pero debido al mismo poder e influencia de esta ideología, afirmar que la locura es una forma de ser en el mundo y que todos los que desean vivir su locura tienen derecho a hacerlo, suena doblemente “loco”. De hecho, definir algo como “loco” es una forma de anular las ideas no aceptadas por una determinada cultura, en un determinado período histórico. Por lo tanto, es un largo camino el que hay que recorrer para que estas “locas” ideas tengan sentido en el campo de la salud mental y más allá de sus fronteras. Muchos locos y locas han asumido este trabajo de activismo, corriendo el riesgo de verse doblemente delirantes para el conjunto de la sociedad.
Para promover los cambios, han tomado las herramientas de los movimientos sociales: la concientización y la movilización. Por ello, en noviembre del año pasado, el colectivo Autogestión Libre-mente organizó la primera marcha del “Orgullo loco” que se celebra en nuestro país, con la finalidad de visibilizar ante la sociedad la defensa de sus derechos, realizando una actividad de libre manifestación, como protesta y como carnaval, para expresar su rebeldía y creatividad. Confrontando la vergüenza que les han hecho sentir sobre sus historias y experiencias con la locura, hoy resisten la opresión que han vivido en las instituciones de salud mental, como en la sociedad en general. Como locos y locas, afirman que tienen formas únicas de experimentar el mundo y construir su identidad, y al estar orgullosamente locos de su forma de ser, señalan que merece ser exhibida y celebrada libremente.
Para el 17 de diciembre de este año, la comunidad loca de nuestro país ha querido convocar a una 2° Marcha del Orgullo Loco desde las 10:00 hrs. en Plaza Italia (Santiago), y con ello manifestar que la locura es una forma válida de expresión, aunque reconocen que podría haber personas que se sientan ofendidas con el uso del término “loco(a)” y se hacen cargo de eso. En esta línea, consideran que esta identidad se encuentra en disputa con los imaginarios dominantes y puede ser otra forma de ampliar el movimiento social que buscan construir, uniéndose en base a objetivos comunes con otros colectivos y movimientos, y no dividirse por perspectivas diferentes que podrían tener con los que no se asumen como locos y locas pero han vivido experiencias compartidas de abuso y discriminación en el campo de la salud mental. Así, los que no están locos o no quieran ser considerados como tales, también pueden participar. Así, la comunidad loca invita a toda la ciudadanía a que los acompañen a celebrar públicamente su derecho a la locura, porque no solamente los locos tienen derecho a estar locos, la locura es propia de la humanidad, parte de la sociedad, la otra cara de cada persona, nos pertenece a todas y todos. Por lo tanto, es necesario aceptar esas experiencias, aprender a convivir con ellas y generar espacios que permitan poner en común las locuras compartidas.
Sabemos que los poderes dominantes son muy fuertes, la alianza de la psiquiatría biológica y la industria farmacéutica, junto a las fuerzas del Estado y el Mercado, representan un poder enorme. Solo los locos y las locas pueden desafiar ese poder y sentar las bases para democratizar el derecho a la locura como un paso necesario para reinventar la salud mental desde la comunidad. El movimiento está haciendo realidad esta iniciativa al crear alternativas colectivas de autoayuda por fuera del sistema de salud mental, al proporcionar a los locos y locas diversas formas de apoyo mutuo. Al desarrollar estas alternativas, este movimiento social está ayudando a muchas personas locas a iniciar un proceso de valoración de su identidad y recuperación de su dignidad, aceptando que es válido sentirse creativamente inadaptado ante una sociedad enloquecedora. Junto a ellos, este 17 de diciembre se abrirán las grandes alamedas para defender nuestro derecho al delirio, a crear un mundo nuevo donde vivan todas las locuras.