Un Frente Amplio se construye desde abajo, al revés es más de lo mismo
Ante el legítimo reclamo de unidad que plantea la ciudadanía en especial a las fuerzas sociales y políticas extra duopolio (Nueva Mayoría y Alianza), parecen contradictorios ciertos ejercicios de unidad que plantean, cada tanto, sectores que se auto definen como de izquierda, revolucionarios y progresistas. Esto básicamente porque la construcción que proponen no deja de ser vertical y articulada desde las cúpulas respectivas, junto a otras fuerzas, que principalmente se alojan en diversos centros de estudios y pensamiento crítico.
En contra posición a estas iniciativas, los ecologistas siempre hemos estado dispuestos a conversar desde la base social para la construcción de un trabajo de unidad con quien sea. Inclusive con sectores más liberales de centro-derecha que den pruebas irrefutables de su propia transición ecológica hacia el buen vivir.
Mientras otras colectividades están centradas en los desafíos parlamentarios o presidenciales inclusive, nosotros apostamos este año 2016 por el trabajo territorial y de base. Desde ese vilipendiado espacio de acción local, que se construye desde abajo, creemos que deben surgir los insumos y las líneas de acción que orienten a nuestras respectivas dirigencias y orgánicas socio políticas, ya que al revés, solo es más de lo mismo.
La revolución se construye desde abajo
Esta convicción que es mucho más que una simple letanía, nace del ejercicio orgánico y de acción natural del cual proviene nuestra base o militancia, la que brota del movimiento social de inspiración altermundista que hemos conformado durante las últimas décadas. De estas experiencias e iniciativas no nos arrogamos ninguna representación pero si reconocemos en ellos parte importante de nuestra inspiración. Lo que está en coherencia con el ideario verde y ecologista global: basado en los principios de la justicia social; la sabiduría ecológica; la sustentabilidad; la democracia participativa; el respeto a la diversidad y la no violencia. Y cuya expresión práctica, nos incita a estar insertos en el que hacer local de nuestra comunidad, para aportar desde allí al cambio global que nuestra sociedad, la humanidad y el planeta requieren.
En este sentido, cabe recordar que la experiencia del Frente Amplio Uruguayo -aludido incluso por sectores del “establishment” chileno que han crecido a la sombra de la Concertación y la Nueva Mayoría- fue un bloque político que se extendió desde el marxismo hasta sectores liberales y de la Democracia Cristiana, por medio de un gran acuerdo con principios comunes, dónde el estado benefactor era su principal pilar. Este bloque solo alcanzo el poder político luego de 20 años de trabajo. Sin duda no tenemos 20 años para nuestro propio proceso, tampoco las mismas condiciones sociales ni normas políticas eleccionarias que así lo permitan (el incentivo electoral está puesto en la competencia absoluta, no en la colaboración) en cuyo caso, no debemos perder el foco mediante una construcción desde arriba. Hoy la ciudadanía reclama participación, asamblea constituyente, consulta vinculante y mayor trasparencia, lo que debe ser parte del gran acuerdo político y social, cuya expresión práctica organizacional debe anidarse en el espacio territorial y local, en el barrio junto a la ciudadanía organizada.
Por ello, la construcción que se presenta en la actualidad por las diversas fuerzas “alternativas al duopolio” no es novedad y se camufla en una pseudo exploración de la disputa local (Municipal) que, como vemos en la cantidad de candidaturas locales con reales posibilidades de competir siquiera, en el fondo es un saludo a la bandera y un claro desprecio a la organización y construcción desde la base local.
Frente a frente: Acción local y buen vivir
Hace un año y medio conformamos el Frente Amplio de Ñuñoa (FAÑ) de inspiración anti neoliberal constituido por organizaciones sociales, colectividades políticas y vecinos independiente. Si bien la apuesta electoral aún es débil, en el contexto eleccionario municipal ya sorteó los primeros embates cupulares de la ambigüedad y el menosprecio al trabajo de base. Aún así, hemos logrado mantener su esencia y compromiso de trascender a la coyuntura puramente electoral.
Como en todo proceso humano, social y político, al interior del FAÑ, hemos aprendido a caminar juntos, entendiendo que la diversidad es riqueza y pluralismo, en base a ello elaboramos un diagnostico social, política y cultural común, con un enfoque nacional-global y de nuestro espacio de acción local-territorial, que tiene como principio rector “el Buen Vivir” que nos une y moviliza.
De este modo, luego de cinco asambleas ciudadanas y más de cincuenta reuniones y actividades conjuntas, hemos mantenido el compromiso inicial de presentar una sola candidatura a la Alcaldía de Ñuñoa y una lista completa a concejales con mayoría femenina. Este ejercicio colectivo debió sortear y trascender los pactos formales propios del quehacer político nacional, una cuestión no menor y que finalmente logramos sostener, con excepciones y bajas colectivas en los casos que los acuerdos cupulares sobre-pasaron la decisión y el acuerdo local. Esto último, sin duda marca un lamentable precedente que cada organización debe asumir y explicar llegado el momento. Mientras en el espacio colectivo del FAÑ, en general, nos queda un importante aprendizaje, personal y colectivo, así como un tremendo espacio para seguir creciendo.
De este modo enfrentaremos la Elecciones Municipales de Octubre próximo, con un candidato a Alcalde en el pacto Poder Ecologista y Ciudadano (letra C) y una lista de concejales, con mayoría femenina, en el pacto Pueblo Unido (letra M).
Lo anterior, con base en un programa local- municipal que sacaremos a la calle, para ser expuesto a la deliberación ciudadana, centrado en:
A. Gestión Municipal trasparente, colaborativa y ciudadana
B. Planificación territorial sustentable y a escala humana
C. Salud comunitaria y estilos de Vida
D. Educación pública para el buen vivir
E. Cultura y ciudadanía
F. Medio ambiente saludable y derechos de los animales
De este modo y como los procesos sociales lo indican, el tiempo de trabajo, la energía puesta en cada tarea y el cumplimiento de los acuerdos de base sostendrán nuestro presente y futuro. Con la convicción intacta en que la unidad nace desde abajo, al revés es más de lo mismo.