Aylwin: Más sombras que luces
Es complejo evaluar la figura de Patricio Aylwin. Le tocó asumir un país tras 17 años de dictadura militar y debió lidiar con una Fuerzas Armadas un tanto arrepentidas de dejar al arbitrio de las urnas el destino de Chile.
Tuvo que enfrentar episodios difíciles como el ejercicio de enlace del ejercito -también conocido como el boinazo- y lo que fue el procesamiento de Manuel Contreras y Pedro Espinoza, autores -junto a Pinochet, Mariana Callejas y Michael Townley-- del asesinato de Orlando Letelier -padre del actual senador por la región de O`Higgins, Juan Pablo Letelier- en Washington, proceso donde Aylwin cedió ante las presiones del gobierno norteamericano e hizo oídos sordos al ruido de sables que se escuchaba en los cuarteles.
Otro punto delicado fue el reconocimiento y documentación de lo que fueron parte de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura por intermedio del Informe Rettig, escrito que revela el salvajismo y la crueldad con que actuaron los organismos de inteligencia del régimen.
En este escenario surge su recordada frase "justicia en la medida de lo posible", consigna que marcó la gestión de su gobierno y que sirvió para generar una a democracia a medias, pero que garantizaba ciertas libertades para la ciudadanía. Sin embargo, el problema es que esta filosofía perdura hasta el día de hoy y pareciera que la mal llamada izquierda chilena aún no se entera -o no quiere- de la muerte de Pinochet.
Tampoco se ha hecho demasiado hincapié en el apoyo de Aylwin al golpe de 1973 y a que una buena parte de la DC opinaba igual que él. Es más, existen informes realizados por el Senado de Estados Unidos en los que se acredita que este partido recibió dinero de la CIA entre 1969 y 1974. Ni hablar que reconocidos simpatizantes de la falange fueron parte de la conjura contra Salvador Allende y la Unidad Popular.