Mapuche, historia de Chile y memoria falsificable
En las pasadas semanas un historiador chileno abrió debate sobre mapuche y “verdad” histórica (La Tercera, 16/Ene/2016) . En dicho artículo discute lo que llama imprecisiones en la historiografía estatonacional, dentro de las cuales destaca usar el concepto “pueblo” con los mapuche. También, cuestiona la idea de que haya habido un “genocidio”, en el proceso de conquista de los pueblos indígenas por el Estado. Y debate la idea de que existe una “deuda histórica” del Estado para con los mapuche. Con todo, para él las implicaciones que se atribuyen al Estado en los puntos mencionados, no serían más que “falsificaciones”.
Aunque el debate que el historiador abre es propio al nacionalismo de las elites chilenas, en tanto involucra al pueblo o nación mapuche en mi condición de profesional en el campo de las ciencias sociales y mapuche, me concierne. Por lo anterior, desarrollo la discusión que sigue. Advierto que me he concentrado en un solo punto de su argumentación: las categorías pueblo versus tribu, por razones de espacio y para no abusar de la tribuna que gentilmente nos ofrece El Desconcierto. Y, porque quienes me han adelantado con sus reacciones-respuestas , han abordado los otros temas enunciados de manera inteligente y certera.
Como apertura diré que a la hora de validar las afirmaciones con evidencia, la proporcionada por el profesor de la Universidad de Chile en su breve artículo, no es muy erudita. Por ejemplo, se muestra contrario a usar el concepto “pueblo” con los mapuche, porque dicha categoría tendría connotaciones políticas y en su percepción los mapuche eran diversas “tribus” habitando un mismo espacio geográfico: el wallmapu. Sin embargo, no se toma la molestia de definir qué entiende por “pueblo” ni menos por “tribu” (categoría que propone), de manera de facilitar al lector la comprensión de su preferencia conceptual.
A la vista de lo propuesto por el historiador, queda claro que las categorías de análisis ni son objetivas ni neutrales en las “ciencias” sociales. Y las implicancias de usar unas u otras tienen consecuencias políticas indiscutibles. No son objetivas porque el historiador o cientista social está inmerso en el mundo social que describe y explica, por tanto influido por las ideas de su sociedad, cultura y época. En el tema la cuestión nacional mapuche ese mundo social implica, que dentro de una sociedad estatonacional que tiene problemas para reconocerse plurinacional, todos somos parte de un grupo étnico. Esto es, somos parte de una comunidad de lengua, de mitos, de memoria histórica e identidad nacionalitaria. Cuestión que es nuestro punto de partida en cualquier reflexión sobre un “otro” (algunos tienden a olvidar esto o ni siquiera son conscientes de ello. Es más, la ley indígena 19.253 -1993- reconoce la existencia de etnias en el Estado, pero no contabiliza a los chilenos como tal; mientras la Constitución del país reconoce solo la existencia de “chilenos”).
Advierto que me he concentrado en un solo punto de su argumentación: las categorías pueblo versus tribu, por razones de espacio y para no abusar de esta tribuna.
Y los grupos étnicos no se encuentran en una relación simétrica respecto de la etnia estatal. Por lo anterior, esa sociedad estatonacional también manifiesta problemas en admitir la dominación nacional de un grupo étnico sobre otros. En el caso de la cuestión nacional mapuche la dominación de las elites chilenas sobre el pueblo mapuche y otros grupos étnicos (y también sobre la mayor parte de su propia población). A menos que se sea un extraterrestre, quien describa-explique en tal contexto está permeado por su experiencia histórica de vivir y ser parte de una comunidad étnica, la posición que dicho grupo étnico tiene dentro de la situación colonial (la mayor parte de los historiadores y cientistas sociales en Chile, pertenecen al grupo étnico dominante: los chilenos), y sus creencias.
Las descripciones y explicaciones en las “ciencias” sociales están afectadas, entonces, por valores e intereses (ahondar sobre esto leyendo a Claudio Millacura). Esto es, quien describe o explica no es inmune a las influencias ideológicas de derecha, de izquierda o de centro de su sociedad y grupo étnico. No es inmune al nacionalismo estatal de derecha o de izquierda, o al de los grupos étnicos dominados. Ni es inmune al pensamiento religioso o ateo, al patriarcalismo o al feminismo, a la economía de libre mercado o/a la estatal centralizada, al aborto, la eutanasia… Tampoco es inmune a crear polémica con el interés de propagar ideas asumidas verdaderas o con otro más avieso de favorecer hacer carrera. En fin, no se puede escapar a la situación colonial que ha ayudado a conformar nuestras orientaciones cognitivas, afectivas y evaluativas, del mismo modo que no podemos salirnos de nuestra propia piel.
Así, todo discurso sobre un “otro” también habla sobre quien escribe. Cuando el abogado y senador de derecha Sergio Diez decía en 1991, que los mapuche no eran un pueblo; tenía muy claro que otorgarles esa condición, involucraba abrir el camino a reconocerles el derecho a la autodeterminación de los pueblos (A-D), cosa que él como buen nacionalista de elite chileno no toleraba. Sostener que los mapuche son tribus y no un pueblo (concepto usado por mapuche y chilenos por razones políticas a juicio del historiador que abre debate), ¿no es acaso un intento similar al de Diez, viniendo está vez de la academia? ¿Es que acaso “tribu” es una categoría “científica” desinteresada… apolítica?
¿Qué es pueblo? Y, ¿se puede usar este concepto con los mapuche? Pueblo, como categoría es un artefacto cultural (una cosa-idea creada-manipulable por humanos), al igual que cualquier otro concepto usada para poblaciones humanas, tanto por “científicos” sociales como por simples mortales. Y como comunidad de personas vivas es el producto de una relación, en que un grupo humano (hispano-europeos y luego los chilenos de elite) asume a otra población humana –mapuche, aymara, rapanui, etc.- como diferente: los indios del pasado y pueblos indígenas del presente. Y esa población humana vista como diferente hace lo mismo respecto de sus “otros”: los wingka. Al asumir ambos la diferencia nosotros/ellos expresada en estereotipos, y al creerla o imaginarla real se actúa validándola. Por lo tanto, en dicho contexto es totalmente legítimo que un grupo identificado como un “otro”, se autoafirme en su “otredad”.
¿Qué es pueblo? Y, ¿se puede usar este concepto con los mapuche? Pueblo, como categoría es un artefacto cultural (una cosa-idea creada-manipulable por humanos), al igual que cualquier otro concepto usada para poblaciones humanas, tanto por “científicos” sociales como por simples mortales.
La auto afirmación y auto identificación es un derecho válido tanto para el grupo dominante, en una relación entre grupos étnicos desigual, como para los dominados. Y a esos identificados-imaginados diferente o que se auto identifican-imaginan diferente, es a lo que llamamos “pueblo” (y no estoy hablando de grupos hippies, punk, pukimón dentro de un mismo grupo étnico). Contribuyen –o contribuyeron en el pasado- a conformar las distinciones la existencia de datos objetivos singulares: lengua, costumbres, religiones, memoria histórica, características antropológicas, organización política, etc.; aunque en el presente se hallen erosionados, a consecuencia de la situación colonial marco en la cual se ha desarrollado históricamente la relación entre grupos étnicos al interior del Estado (erosión por imposición –escuela obligatoria en castellano, por ejemplo- o voluntad).
Por consiguiente, se es pueblo chileno porque se identifica(co) a “otros” como los no nosotros (los indios, los colonizados), y ese proceso produjo al mismo tiempo la propia auto identificación: pueblo chileno (y no quiero alargarme explicando que lo mismo ocurrió frente a la emergencia de otros Estados el siglo XIX, cuando se impuso la idea de construirlos como “otros”, sin que hubieran diferencias sustantivas… hablan la misma lengua, misma religión mayoritaria, provienen de la misma historia, etc.). Asimismo, se es pueblo mapuche porque hay una distinción respecto del winka operando desde hace 500 años, que produjo la propia auto identificación bajo la fórmula mapuche (o reche como han postulado algunos para el pasado o la que quiera el grupo darse en el futuro, menos “araucanos” que es impuesta por el dominador… Pero, ¿tenían que tener identicación nacional común? ¿Que Dios “científico” dicto que las cosas deberían ser así? ¿Qué ciencia fijo el estándar del desarrollo político para todas las poblaciones-culturas del mundo?).
Entonces, ¿son los mapuche un pueblo? Claro que sí (en mi opinión), en tanto haya un “pueblo chileno”, liderado desde la política, las FF.AA o la academia por elites nacionalistas, que hagan la diferencia y vean, imaginen o crean a los mapuche un “no nosotros” sino un “otro”, y por lo demás inferior (supremacismo-racismo). Usar el concepto pueblo de otra manera, como si hubiera un estándar de datos objetivos, que permitieran definirlo en abstracto y fuera de una relación como propongo es ahistórico. Diez sostuvo de forma ahistórica que para ser pueblo había que haber alcanzado un estadio superior de organización política… ¡Cuál! La de su grupo de pertenencia por supuesto. ¡Negocio redondo! Pueblo debe ser uno de los conceptos más imprecisos e inciertos que existen en ciencias sociales, pero no en la política como bien vislumbraba Diez, haciendo referencia al derecho a la auto determinación de los pueblos en el Derecho Internacional. Dado los méritos académicos del profesor que abrió debate, debemos suponer que él también tiene perfectamente claro esto y por tanto su preferencia conceptual: tribu, es también su opción política.
Pero, ¿qué es tribu? Aclaremos el asunto para entender cuál es la opción conceptual y política del profesor de la U. de Chile. Tribu es un arcaísmo en las ciencias sociales que refleja un intento de definición de un “otro”, que conlleva un tufillo a ideas racistas-supremacistas euro-etno céntricas. Expresa una dicotomía civilización/barbarie, en que quien describe a un “otro”, el “experto” en “otros” (experto en indios en este caso), a la vez que explica al “otro”, lo construye como inferior. Entonces, el inferior no puede ser un pueblo, porque ese concepto lo reivindica el que describe-explica, exclusivamente para la sociedad civilizada-superior de su pertenencia, organizada además políticamente como Estado moderno occidental. ¿No es esto un uso político de una categoría? Al menos así lo entienden quiénes van a la vanguardia de los estudios étnicos en el mundo, que no lo usan. En este caso, cuando nuestro historiador en cuestión, no transparenta con una definición clara lo que entiende por tribu, tenemos todo el derecho a suponer que sigue fielmente esa tradición supremacista-racista en la historia y ciencias sociales.
Los historiadores y cientistas sociales de grupos étnicos dominantes en los siglos XIX y buena parte del XX, solían situarse en un plano de superioridad respecto de sus “otros”. Algunos que me ha antecedido en sus respuestas han mencionado el racismo de Vicuña Mackenna, en relación con esto que trato, y también el de prominentes autores de manuales de estudios para los niños y jóvenes de Chile: “Luis Barros Borgoño, Manuel Acuña Peña, Santiago Peña y Lillo, Octavio Montero Correa… y, en menor medida, Francisco Frías Valenzuela” (ver respuesta de Enrique Riobó en las referencias para profundizar sobre esto). Yo pondré un ejemplo exterior, para cerrar el asunto. Charles Kingsley (1819-1875), historiador y novelista inglés trató de chimpancés blancos a los irlandeses en 1860, seguido por otros que enfatizaron su organización tribal en 1862:
“Una criatura que se ubica claramente entre el Gorila y el Negro puede ser encontrada por aventureros emprendedores en ciertos barrios bajos de Londres y Liverpool. Proviene de Irlanda, sitio de donde se las ha ingeniado para emigrar; pertenece de hecho a una tribu de salvajes irlandeses: la especie más primitiva del Yahoo irlandés. Al conversar con sus semejantes habla un tipo de jerigonza. Es, además, un animal escalador, y en ocasiones se le puede ver trepando una escalera cargado de ladrillos” .
Subrayo. A través del concepto tribu el historiador o cientista “civilizado”, que vive en una sociedad moderna, describe a su sujeto de estudio viviendo en sociedades pre-modernas o arcaicas (“…pertenece de hecho a una tribu de salvajes irlandeses”), a las que llama tribu para diferenciarla de su propia organización social: “la civilización”. Así, 22 o más millones de Kurdos pueden ser tratados como “tribus” de turcos montañeses por nacionalistas turcos y la literatura experta; mientras que los habitantes de Mónaco, Liechtenstein, Andorra, Tuvalu, Nauru, Palau, San Marino, y otros con menos de 100 mil habitantes, califican de pueblos pues alcanzaron el grado de Estado moderno occidental.
Para los mapuche, con 1.5 millones (+/-) de personas en Chile, se propone entonces llamarles tribus, porque la vara para medir su pueblidad (si existe la palabra), es un estándar impuesto arbitrariamente por algunos miembros políticos y académicos de la etnia estatal dominante. A ellos no les importa que todas las supuestas tribus en el wallmapu (pikunche, williche, lafkenche, etc.), hablaran una misma lengua y compartieran un horizonte cultural, religioso, prácticas políticas, sociales o costumbres comunes. Lo único a considerar para no aplicar el concepto pueblo sobre ellos, es que no tuvieron una organización política estatal moderna occidental (versión chilena con exclusión histórica de las mayorías pobres). Y que en la situación colonial en que se vieron envueltos, a través de premios y castigos provenientes del poder exterior que se instaló como dominante sobre ellos, algunos se vieran enfrentados entre ellos (o incluso alentados a enfrentarse entre ellos). De ahí que se los supone construyendo identidades nacionales en oposición, lo que validaría la idea de que son tribus no una sociedad política única. Y en tanto tribus, no tendrían derecho a la autodeterminación de los pueblos.
¡Eureka! El nacionalismo de izquierda chileno de algunos, no tiene nada que envidiarle en sus propósitos finales al de la derecha (¡cuídate izquierda! de algunos entre los tuyos que han usado tu nombre en vano o profitado de tu aura). Ni tampoco envidiar los intentos de la derecha en términos de construcción nacionalista estatal chilena de una historia oficial, como bien lo señala el profesor Millacura en su respuesta. Fentekunuan.