Profetas de la pacificación palestina de visita en la Universidad de Chile

Profetas de la pacificación palestina de visita en la Universidad de Chile

Por: Lucas Miranda Baños | 01.12.2015
El llamado al BDS parte de la necesidad demostrada de encontrar un método que pueda revertir esa asimetría de poder como el primer fundamento para acabar con la opresión de los palestinos.

Darío Teitelbaum, argentino-israelí, auto-definido como sionista de izquierda y miembro del partido Meretz en Israel, dice ser un hombre lleno de contradicciones y estar conforme con ello. El lunes 16 de noviembre expuso en un foro organizado por la Federación de Estudiantes Judíos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, con el objetivo de criticar la campaña de boicot a Israel que diversos estudiantes impulsamos. No obstante, en su exposición reveló no estar lleno de contradicciones, sino que ser profundamente consecuente. Darío Teitelbaum es un sionista consecuente: defiende una política que ha reclamado para una supuesta nación judía la instalación de un Estado en los territorios de la Palestina histórica, a costa del desplazamiento, el asesinato y la segregación de la población árabe de esos territorios.

Lo que Teitelbaum llama sus contradicciones son sólo las claras inconsistencias que surgen de las alquimias verbales con las que pretende borrarle a dicha ideología su carácter intrínsecamente colonizador, opresor y segregador. Para Teitelbaum, el sionismo de izquierda significa que la instalación de un Estado Judío en parte del territorio de la Palestina histórica en 1948, podría haberse llevado a cabo sin la devastación de la población árabe y sus consecuencias posteriores. Si de facto esto no ha ocurrido se debe, según el partidario de Meretz, no a “la esencia del sionismo”, sino que a los gobiernos de derecha en Israel y a la intransigencia e islamización de los palestinos.

Bajo esa concepción, la supuesta “esencia sionista” basada en la “coexistencia” de árabes y judíos que Teitelbaum reivindica, se transforma en una idea platónica que flota brillante y lejana de la historia real y sus causas. Sin embargo, el racismo y la brutalidad del sionismo de carne y hueso se hizo indesmentible con la limpieza étnica a través de la cual se creó el Estado de Israel, produciendo -a través del terror y de masacres como la de la aldea árabe Deir Yassin- más 750.000 refugiados palestinos que aún no pueden retornar.

Por otra parte, el “sionismo socialista” enarbolaba como gran justificación de la creación del Estado Judío, el que éste se erigiera en base a los kibbutzim (comunas rurales cooperativas con principios distributivos socialistas). Hoy en día los kibbutzim están lejos de regirse por esos principios y de ser representativos en un país que es plenamente capitalista y que explota fuerza de trabajo palestina pauperizada. Pero aun suponiendo que en algún momento hayan implementado un colectivismo efectivo (sólo para judíos), toda la historia de este movimiento está ligada a la colonización y el despojo. Durante la guerra de 1948-49 las aldeas árabes arrasadas y las tierras robadas fueron ocupadas en gran parte por los kibbutzim “socialistas”[1]. Según la historiadora Nur-eldeen Masalha[2], el movimiento de los kibbutzim ligado a la organización Hashomer Hatzair -de cuya sección latinoamericana Darío Teitelbaum fue director- se llevó la mayor parte en la división de tierras árabes robadas, lo cual explica  que este movimiento estuviera al frente de la campaña de 1948 para bloquear cualquier posibilidad de retorno a los refugiados palestinos.

Más recientemente, existen kibbutzim como el de Kalia en las costas del mar muerto, que se instalaron en los territorios ocupados en Cisjordania desde 1967, constituyéndose en asentamientos ilegales. El kibbutz de Kalia tiene el 7.5% de la propiedad de Los Laboratorios del Mar Muerto de Ahava, una compañía de cosméticos que se nutre de materiales robados de los territorios ocupados.[3]

Por otra parte, las comunas agrícolas en la actualidad existen gracias a uno de los tantos privilegios de la población judía que convierten a Israel en un régimen de apartheid; viven gracias al despojo del agua a los palestinos. De los acuíferos de Cisjordania Israel usa el 73%, el 17% es de uso palestino y el 10% va a los asentamientos ilegales[4], lo que junto a las pérdidas de tierras de cultivo por los asentamientos hace que anualmente los palestinos pierdan 2.2 mil millones de dólares en producto agrícola: más de cinco veces su producto anual.[5]

¿Cómo puede considerarse socialista una forma de producción basada en un privilegio conquistado y mantenido por las armas y fruto del despojo de otro pueblo?

Por último, Teitelbaum no se distancia de ninguna de las características del sionismo real, incluido su belicismo. Los líderes de su partido Meretz, Yossi Beilin y Chaim Oron, se han cuadrado con los gobiernos de turno de Israel para apoyar la guerra del Líbano del 2006 y la operación Plomo Fundido del 2008-2009 que asaltó Gaza produciendo más de 1314 muertos palestinos, la mayoría civiles. Luego manifestaron tibias posturas críticas a las invasiones militares, diciendo que apoyaban la “primera fase de la guerra pero no la segunda”.[6] En Junio del 2014 Oron se opuso a participar en las manifestaciones en contra la operación Margen Protector, en donde fueron asesinados más de 2100 gazatíes. En ese contexto afirmó de manera enfática que la posición de su partido: “es esencialmente diferente del común denominador de los grupos que organizaron la manifestación: Meretz apoya la operación en Gaza. Estos grupos no aceptan el derecho básico del Estado de Israel a la autodefensa, mientras nosotros lo apoyamos.”[7]

Mientras nos opriman no nos pacificarán

La campaña de boicot a Israel conocida como BDS surge de un llamado de diversas organizaciones de la sociedad civil palestina el año 2005 y tiene tres objetivos: el fin de la ocupación de Cisjordania y la desmantelación del muro, el derecho a retorno de los refugiados palestinos y la igualdad de derechos para los ciudadanos palestinos de Israel.[8] Los medios para lograr estos objetivos son principalmente el boicot económico, cultural y académico. En específico, el boicot académico busca que las universidades del mundo corten todos sus vínculos con universidades israelíes y otras instituciones estatales de ese país mientras Israel no cumpla con las tres demandas mencionadas. Se opone a la invitación de académicos/as y otras figuras ligadas al Estado de Israel a menos que exijan abiertamente estos tres derechos básicos del pueblo palestino.

El objetivo de la visita de Teitelbaum a la Facultad de Derecho fue frenar la incipiente pero decidida adhesión de los estudiantes a la campaña global BDS. Después de intentar conmover con su historia, exhibir credenciales de izquierdismo y quejarse de lo bárbaro e islamizados que se habían vuelto los palestinos, Teitelbaum atacó la campaña de boicot a Israel diciendo que no sabía si era efectiva y que “no generaba las condiciones para el diálogo”. A cambio de ello, la única línea de acción que recomendaba era sentarse a dialogar, conversar, “coexistir”, implementar procesos de paz y realizar cumbres de alta diplomacia. Esta gran propuesta de solución se enmarca en las poses de pacifismo que caracterizan al progresismo sionista. El Meretz obtuvo varios escaños durante el gobierno de Isaac Rabin (1992-1995) y en ese entonces propició los “acuerdos” de Oslo que crearon la Autoridad Nacional Palestina y prometieron detener la construcción de asentamientos ilegales. En una entrevista a El Ciudadano Teitelbaum recordaba esos años como años felices.[9] La gran pregunta es ¿qué sentencia le ha dado la historia al método de sentarse a dialogar sin garantías ni fuerzas detrás?

La sentencia dice: fracaso absoluto. Durante más de 20 años de alta diplomacia no sólo no se detuvo la política de colonización ejercida por el estado de Israel, sino que se intensificó gracias a la fachada legitimadora de firmas y apretones de mano. Sin embargo, el “sionismo de izquierda” sigue considerando esa línea de acción el único método para “solucionar el conflicto”. Las cifras producidas por Israel desde Oslo bastan para reconocer lo pernicioso de aceptar una simulación de diálogo entre partes que muestran una asimetría enorme de poder, y alcanzan para entender que los profetas de la paz y el diálogo son en realidad profetas de la pacificación y del lavado de imagen.

Desde el 93 ha ocurrido lo siguiente[10]:

  • Más de 9000 palestinos han sido asesinados por el ejército israelí.
  • 15.000 casas palestinas han sido destruidas por Israel.
  • Se han instalado más de 250.000 colonos ilegales llegando al total de 500.000.
  • 11.000 palestinos han sido expulsados de Jerusalén
  • 8 millones de refugiados palestinos esperan una solución; y
  • 709 kilómetros del muro del apartheid (de 8 metro de alto) se han construido.

Como se observa, durante este período Israel elevó exponencialmente el número de sus crímenes y lo hizo por un simple motivo: las partes negociadoras tenían y siguen teniendo una enorme diferencia de poder. En este contexto, mientras los pacificadores como Teitelbaum exigían una actitud dialogante que renunciara a toda forma de resistencia, Israel siguió construyendo asentamientos, deportando palestinos y destruyendo sus casas con el objetivo de que al momento de discutir las cuestiones definitivas sobre fronteras, refugiados y agua, existiera una situación que de facto permitiera a Israel anexar más territorio con menos palestinos. Negociar en esta situación de asimetría radical de poder no tiene sentido. Es como entrar a jugar cartas en una mesa en que un jugador puede viciar la baraja a su favor con el consentimiento de todos los otros jugadores.

El llamado al BDS parte de la necesidad demostrada de encontrar un método que pueda revertir esa asimetría de poder como el primer fundamento para acabar con la opresión de los palestinos. Se trata de un llamado que entiende que sólo los oprimidos pueden ayudar a los oprimidos. Por otra parte, existen numerosas experiencias históricas que prueban la legitimidad y en algunos casos la efectividad del método: el boicot del azúcar producida por esclavos/as impulsado por los abolicionistas ingleses a principios del siglo XIX, el mismísimo llamado a boicot que la comunidad judía internacional hizo a los productos de la Alemania nazi en 1933, el boicot que portuarios australianos hicieron de barcos que llevaban suministros al ejército estadounidense durante la guerra de Vietnam, el boicot que múltiples organizaciones internacionales hicieron a la dictadura de Pinochet y el boicot que se hizo a la Sudáfrica del Apartheid, por mencionar las más relevantes.

A pesar de lo anterior, los “sionistas de izquierda” proscriben al pueblo palestino y a los pueblos del mundo esta táctica y a cambio les dicen que todo se arreglará cuando Meretz salga electo ¿Qué tendría que hacer el pueblo palestino y quienes solidarizan con él mientras tanto? ¿Qué podrían hacer los palestinos mientras los asentamientos se siguen construyendo, los civiles siguen siendo asesinados, las invasiones se producen de forma regular y la segregación opera cotidianamente? De acuerdo al sionismo rojizo, absolutamente nada. Ni llamar al boicot, ni manifestarse, ni alzarse contra la opresión, ni nada de nada. Sólo bajar la guardia, sonreír ante las invasiones militares, dialogar compulsivamente y esperar a que Meretz triunfe en las urnas. Con esa fórmula los profetas de la pacificación intentan asegurar más “años felices” de exterminio de un pueblo con la impunidad que el aislamiento internacional de sus víctimas garantiza.

La solidaridad internacional triunfará

La utilización de embaucadores como Teitelbaum por la Federación de Estudiantes Judíos es tanto más siniestra en cuanto mediante una retórica izquierdista quieren confundir a los estudiantes. Israel cuenta con el apoyo de gobiernos de derecha, del capital mundial y de algunas potencias imperialistas. A los palestinos sólo les queda acudir a la solidaridad de otros explotados y oprimidos en el mundo, pero Israel, a través de limpiadores de imagen de fórmula izquierdista, quiere interponerse incluso en ese vínculo. Los estudiantes, trabajadores, mapuche, mujeres, pobladores y LGBT no podemos permitir que eso ocurra y tenemos que tenderle la mano al pueblo palestino cerrando la puerta a Israel y a todos sus emisarios, aunque se presenten como socialistas, ecológicos y respetuosos de los derechos de las “minorías sexuales”. Tras esos trajes confeccionados con los millonarios recursos invertidos en la empresa del lavado de imagen, hay opresores experimentados: aquí no son bienvenidos.

[1] http://www.theguardian.com/world/2014/may/02/nakba-israel-palestine-zochrot-history

[2] Masalha, N. E. (1988). On Recent Hebrew and Israeli Sources for the Palestinian Exodus, 1947-49. Journal of Palestine Studies, 121-137.

[3] http://mondoweiss.net/2010/08/nyt-piece-from-dead-sea-kibbutz-ignores-intl-boycott-of-its-products

[4] https://en.wikinews.org/wiki/Settlers_allegedly_steal_Palestinian_water_in_the_West_Bank

[5] http://visualizingpalestine.org/visuals/palestinian-economy-stolen-agriculture?v=large

[6] http://www.pazahora.net/israel--palestina/1414-lider-de-meretz-israel-no-deberia-haber-entrado-en-gaza

[7] http://losotrosjudios.com/2014/10/07/el-apoyo-de-la-izquierda-sionista-a-los-sangrientos-ataques-en-gaza-significa-su-desaparicion-del-mapa-politico-de-israel/

[8] http://boicotisrael.net/presenta/

[9] http://www.elciudadano.cl/2014/06/03/106413/la-ocupacion-israeli-de-cisjordania-es-un-atentado-contra-la-esencia-del-sionismo/

[10] http://visualizingpalestine.org/visuals/palestinian-israeli-peace-talks-settlements-oslo