Pedro Engel: “Las heridas del 73 no estarán sanas si no salimos del juego entre víctimas y victimarios”
Pedro nos recibe en la casa que era de sus padres, la misma donde llegó a vivir a los cinco años de edad. Ubicada en un rincón de La Reina que parece no estar en Santiago, el terreno cuenta con su taller de orfebrería -lleno de joyas que no ha sabido venderlas con el mismo talento con el que las hace-, varias bibliotecas y la casa principal. Todo en medio de enormes eucaliptus que evocan más al campo que a la capital. El sólo hecho de estar ahí ya conecta con otra realidad, otra sensibilidad. Un mundo más natural, quizás más humano.
Nos costó semanas lograr la entrevista. Y llegamos, además, bajo una advertencia. Pedro no quiere hablar de política. Dice haber tenido un 2014 durísimo, que lo hizo entrar en crisis y del que salió distinto, siendo parte de otra manada. Pero él solo se abre al tema.
Pedro Engel es de esas personalidades enigmáticas pero cercanas; distantes pero amables. Una suerte de gurú para cientos de miles que lo siguen por televisión con su lectura semanal del horóscopo. Pero no es sólo eso, es mucho más. No sólo es profesor de literatura, sino orfebre, ancestrólogo, astrólogo, tarotista.
Para quienes lo siguen por su participación en un matinal, quizás cueste creer que fue torturado. Y no en cualquier parte: en Tejas Verdes. Seguramente, los que sí lo saben, algo más de instrucción tienen sobre las disciplinas que ha estudiado. Y ciertamente de la particular vida de Pedro.
Militante de las ideas de izquierda, quedó viudo a temprana edad. Ese episodio lo marcaría para toda la vida. No sólo amigos desaparecieron de su vida, en medio del horror de la dictadura. La prueba más dura, quizás, pasaría por su viudez.
Próximo a cumplir 65 años, Engel se define como uno de los ancianos de la tribu llamada Chile. Dice que su generación no está cumpliendo con entregar un país abuenado, capaz de mirarse a los ojos y reconocerse a sí mismo. Desencantado de las grandes utopías, hoy prefiere volcarse hacia los cambios “micro”. Y desde allí construir un mundo mejor.
Acá, un diálogo sobre su vida dedicada al estudio del alma, del perdón y del ser humano
I. El alma, la sabiduría ancestral y el I Ching.
-¿Qué es la ancestrología?
Es una filosofía que partió como un regalo que me dio mi maestra, Lola Hoffman. En pocas palabras, se trata de sanar el origen, de sanar la semilla, de sanar tu historia. Nosotros postulamos que tu historia es tu éxito. Si uno no está abuenado con su historia, difícil que te vaya bien. Y eso se puede aplicar a una familia, a una empresa, ojalá al país y al planeta.
Yo pienso que por eso en Chile todavía estamos tan enfermos, porque todavía no nos hemos abuenado con la historia. Todavía creemos un grupo que somos los buenos, y otros que creemos que son los malos. Ese jaleo no tiene solución todavía. Las heridas del 73 todavía no están sanas y un grupo todavía nos seguimos sintiendo los abusado, las víctimas, y a los otros los vemos como los perpetradores. No hemos salido de ahí, y mientras no lo hagamos no nos vamos a sanar.
Y en las familias pasa lo mismo. Siempre hay ausentes, excluidos, perpetradores, víctimas, abusados. En la medida que tú te vayas abuenando con tu historia, y te vayas sanando, las generaciones que vienen van a ser más felices. Esto es medio difícil de explicar con palabras; siempre le digo a las personas que es mejor experimentarlo y verlo.
-Uno de sus trabajos más conocidos a nivel masivo tiene que ver con el tarot y el horóscopo chino. ¿Cómo se relacionan éstos con la ancestrología?
A eso me dedico solamente en el canal, el resto del tiempo hago talleres de ancestrología en plazas y ferias del libro. (…) Yo soy muy multifacético. Hace poco recordaba que cuando tenía 15 años, tuve un maestro que me dijo: ‘ojalá nadie nunca sepa quién eres, ni tú tampoco’. Porque uno no es una sola persona; en el alma de uno existen multiplicidades infinitas de la divinidad. Yo digo que soy ancestrólogo, pero también soy astrólogo, tarotólogo, profesor de literatura, etc. Te diría que todo se relaciona en el corazón de uno. Las cosas que haces se relacionan por el amor que les tienes. No es que estén entretejidas en una red la ancestrología con el tarot. Son cosas, si quieres, distintas. Pero no tanto tampoco, porque todas apuntan hacia el alma, que es lo que me interesa.
-Se podría decir que convergen en ser disciplinas que sistematizan el conocimiento ancestral en torno al alma humana.
Sí. El tarot trabaja con los arquetipos, que son figuras universales que han estado desde la historia primitiva del hombre, y persisten hoy día en la humanidad casi de forma inmutable.
-Estos arquetipos, así como las conjunciones cósmicas que estudia la astrología, ¿son procesos interminables, como parte de un concierto universal?
Sí, diría que sí. Yo, la verdad es que soy re malo para definir verdades. Porque, primero que nada, no creo en la verdad. Creí de joven que existían esas verdades, pero me equivoqué.
Para mí, la mejor descripción está en la historia de Mercurio. Porque Mercurio pudo vivir en el monte del Olimpo, donde viven todos los dioses, por mentiroso. Porque engañó a los dioses. Y gracias a eso se lo llevaron, porque dijeron que el ser humano no está preparado para conocer la verdad. Y yo estoy totalmente de acuerdo. Bueno, y los chilenos sabemos que El Mercurio miente, así que ya tenemos algo avanzado en la mitología (risas).
-Algunos consideran que el tarot es una forma de predecir el futuro, pero usted ha dicho que no hace predicciones.
No, yo no hago predicciones.
-¿Y cómo ayudan tanto el tarot como el horóscopo al proceso de sanación que usted señala?
Tanto el tarot como el horóscopo están relacionados con los símbolos y la mitología. Esos son instrumentos de la sabiduría universal. Yo pienso que el tarot, la astrología, la ancestrología, le recuerdan algo muy antiguo que es la sabiduría y que cada día se olvida más. Como el ‘I Ching’, por ejemplo, que creo que es lejos el libro más potente que existe, y que si los seres humanos lo leyeran todos los días, no habría guerras, ni nada de todo lo malo que le pasa a la humanidad.
-¿Las guerras no están dentro de la humanidad?
No. Las guerras están porque el ser humano se salió de su contexto natural. Se olvidó de los ríos, que es parte de eso y no dueño de eso. Dice el I Ching que cuando el ser humano se salió de la montaña, y creyó que tenía oro y lo empezó a explotar y todo eso, empezó la barbarie. Cuando el ser humano empezó a adjudicarse cosas, también empezó la barbarie.
II. Las heridas del pasado
-Chile es un país que si bien arrastra dolores, como los 73 que mencionaba usted antes, también olvida mucho, y cosas muy fuertes. Desde la sanación, ¿cuál es su lectura sobre las cosas que tendrían que pasar para que ese olvido no sea tan profundo?
Voy a contestar de modo personal. Me considero dentro de los ancianos de la tribu de este país. Yo viví el 73 en carne propia, nadie me lo contó. Y mi generación ya se está muriendo. Mi amigo Pedro Lemebel ya se murió; Gladys Marín ya se murió; muchos de mis amigos ya no están. Los que quedamos, creo que tenemos una gran responsabilidad. Y creo que no la estamos cumpliendo, porque les estamos heredando a los hijos y a los nietos una tarea que no fuimos capaces de hacer, que es sanar.
Durante estos cuarenta y tantos años, no nos pudimos sanar nosotros de lo que pasó, y le dejamos la tarea pendiente a los hijos y a los nietos. Y creo que no está bueno eso. Yo ahora creo mucho en lo micro, ya no en las cosas macro. Creo que uno puede hacer en su familia lo que uno quiere para la humanidad. Por lo menos, si puedes ayudar a tres, cuatro o cinco personas a mirar de otra manera, ya pusiste una levadura, una semilla, una burbuja que puede crecer. Yo ya perdí la esperanza de que puedo hacer algo por Chile, por el mundo, y lo que sí tengo esperanza es poder hacer algo por mis hijos y por mis nietos.
Creo que lo del 73 no está sanado, y lo hemos hecho de una manera en la que pudimos también. No digo que lo hicimos mal; hicimos lo que pudimos y supimos hacer, pero falta un acto de nobleza. Mi sueño sería que el nieto de un torturador con el nieto de un torturado puedan sentarse en una mesa y mirarse por lo menos a los ojos.
Una vez dije esto en la radio, me lo sacaron de contexto y me hicieron mucho bullying en las redes sociales. Siempre digo que Pinochet fue un maestro para Chile. Antes cantábamos que si vas para Chile y toda esa lesera; ahora tenemos que cantar ‘Si vas para Chile, agárrate el cogote porque te van a degollar’. O sea, Pinochet dijo ‘¿Quieren saber lo que son los chilenos? Voy a correr esta cortinita y ahora mírense’. Y nos tuvimos que mirar.
En la CNI creo que hubo un ruso y un búlgaro, los demás éramos todos chilenos. Los torturadores fuimos todos chilenos, y los torturados fuimos todos chilenos. Todo lo que pasó lo hicimos los chilenos. Entonces, esto es Chile. No podemos seguir siendo nosotros mismos los que estamos cortándonos a pedacitos a cada rato. En un minuto, nos duela o no, nos vamos a tener que abrazar, porque o si no, cómo vamos a seguir.
Yo me pregunto como el viejo de la tribu, ¿quiero que esto siga igual, o quiero abrazar? A mí me pasó que cuando a mí me sacaron la cresta en el 73, yo miré al gallo y me dio más pena él que yo. Era un cabro joven como yo. Yo tenía 23 años, y dije ‘qué triste estar haciendo lo que está haciendo este gallo’. Y esa tristeza nunca se me borró. Y pienso que nos falta más abrazarnos, querernos más.
Yo tuve una historia para estar donde estuve, y que el asesino tuvo otra historia para estar allí. Y si no nos respetamos nuestra historia, vamos a seguir de víctimas y victimarios. Y lo que me ha dolido mucho, y me hizo pasar por una crisis política, es que ahora las víctimas ahora son victimarios. Y eso tampoco me gusta, porque la línea entre ambos es como el cabello de un ángel. Eso, en el año del caballo me hizo entrar en una crisis política muy fuerte, que la agradezco. Como puse en Twitter, “no quiero estar nunca más en un partido, quiero estar entero”. Muchos años milité y al final me aburrí, porque no es para donde quiero que vaya la cuestión.
No hemos tenido la hidalguía, como decía el Quijote, ni la maravillosa bondad del alma, para mirarnos y abrazarnos. No estoy hablando de perdón, porque tampoco me gusta.; lo encuentro soberbio. Sino de mirarnos y decir ‘Soy chileno’, ‘Yo también soy chileno’. Y que hagamos algo, pero no sigamos con la cuestión. Esto es como el péndulo; va para allá, para acá, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Y estoy totalmente de acuerdo con el poeta, porque la izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas.
-(R.R) Para mí uno de los temas obsesionantes en Chile actual es el papel de la víctima. Es un país que ha vivido de construir víctimas, de edificar posiciones y que son verdades. Una víctima es una forma de posesión de verdad. Y la memoria se convierte en un relato veraz.
Pero esa historia está teniñda.
-(R.R) Claro, es algo que se formula cuando la cuentan. Pero eso nos saca de la forma en que tradicionalmente entendemos la verdad, la memoria, y la víctima, que es como una triada que se amarró muy fuerte en la llamada transición. Eso, ¿habría que desamarrarlo, desestructurarlo? Qué reflexión le evoca eso.
Me gustó eso de desamarrarlo. Y lo otro es deconstruirlo. Eso me gusta, porque el lenguaje… el lenguaje las caga, es el que culpa. Entonces se habla tanto del horror, y de los enemigos, que terminamos siendo los enemigos. Y de tanta tortura y tanta cuestión, encuentro que nos estamos poniendo un poquito torturadores también. Nos estamos pareciendo a lo que criticamos. Y a mí me duele eso. Lo que más me dolió en el año del caballo fue la tontera. Eso es una cosa que me cuesta mucho hablarlo, pero mi gran desenfoque político fue darme cuenta que la gente se traga las cuestiones muy rápido.
Eso que dijiste es muy importante; la verdad de la memoria también debe ser cuestionada. Quizás, yo también, -y no estoy culpándome- para llegar a lo que pasé el 73, algo no vi. No tuve lo posibilidad de pensar ¿será tan así? Y me la jugué, y di todo, y terminé como terminé: Tejas Verdes, torturado. Pero yo ahí reflexioné, y dije ¿era tan macanudo todo lo que creí? ¿O también hubo un poquito de error? ¿Es ésta la fórmula que tenemos para terminar con la desigualdad social? Ojalá fuera y yo estoy equivocado, pero no creo. Me da sospechas de que no. Ahora la izquierda está igual como la… o sea, la UDI ya desapareció con todo lo que ha pasado, pero entre la izquierda y la UDI, si yo escarbo un poquito, empiezo a encontrar muchos vasos comunicantes y venas que las unen. No sé cuál es la fórmula, pero tengo esa inquietud.
III. El año de la cabra y su relación con la astrología
-Este año está anunciado como el año de la cabra de madera.
Todavía no, seguimos en las patas del caballo.
-¿Y cuándo empieza entonces?
Este año es el 18 de febrero. No son todos los años nuevos en la misma fecha porque se celebran en la segunda luna nueva de cada año. Entonces varía, porque es lunar y no solar, como nosotros que el año termina el 31 de diciembre.
-¿Qué puede marcar el año de la cabra de madera? ¿Qué significa primero una cabra de madera y qué consecuencias podría tener?
El zoológico chino a mí me gusta mucho porque es bien psicológico, bien profundo. Habla de la naturaleza; la cabra, el mono, el perro, el gato, etc. Y las descripciones que tiene hacia el ser humano son bien acertadas. Para mí la astrología, tanto la oriental como la occidental, me cautivaron de muy joven. Pero ya cuando me puse a estudiarlas, me di cuenta que eran sumamente serias, y acertadas. Pero nunca he querido convencer a nadie ni tampoco me interesa. Yo trabajo solamente para la gente que le interesan estos temas, y los que lo encuentran esto una huevá están en su derecho. El que la quiere tomar que la tome, y el que la quiera botar que la bote.
Para mí, en mi experiencia, me ha sorprendido mucho. Te cuento como anécdota que cuando empecé a estudiar la astrología con Gonzalo Pérez, cuando recién quedé viudo como en el año 79, me acuerdo que en la primera clase mostró una carta y dijo: ‘Plutón, planeta de la muerte, de la explosión, de las guerras. Es como una bomba atómica en la vida’. Y cuando Platón se posa sobre Venus, el planeta del amor, hay viudez. Y yo había quedado viudo hace como cinco meses. Y al tiro llegué, miré mi carta, calculé, me demoré como una hora y al mirar el día en que Plutón se puso arriba de mi Venus, murió mi mujer. Así que le tomé mucho respeto.
A mí me sorprende harto la astrología. Veo el tránsito planetario de la humanidad y son bastante las cosas que uno puede “predecir”, pero no me gusta la palabra predicción. Además que después la gente empieza a preguntar -dice con tono burlesco- ‘¿qué me va a pasar? ¿Leo con Virgo?’. Estoy chato con esa cuestión, y me molesta porque fomenta la flojera humana. Si quieres saber qué va a pasar, mira tu carta y quédate una tarde a estudiar. Es como ir al doctor. Él no sabe mágicamente qué va a pasar, hay que hacer un examen. Hay que invertir un poco en usted para saber qué le va a pasar.
Nunca voy a olvidar que antes escribía una columna en Las Últimas Noticias, y hacía una carta astral semanal y como que ahí ‘salté a la fama’. Cuando miré esa semana dije: ‘Géminis… Géminis, gemelos’. Claro que fui bien huevón, porque dije gemelos y no torres gemelas. Con lo de los gemelos pensé en dos montes. Cuando vi Plutón sobre Géminis, dije ‘va a haber una explosión muy importante esta semana que va a remover el mundo en dos puntos de altura’. Y estaba dándola. Ah, y otra cosa que vi era que estaba Mercurio de por medio, entonces hablé de aviones y no sabía si iban a explotar aviones en dos lugares de altura muy importantes. Yo me fui para los Himalayas, porque pensé en dos montañas. Pero después cuando ya pasó lo del 11 de septiembre (de 2001), y revisé, estaba más claro que echarle agua que era en Estados Unidos. 4 julio daba cáncer, y todo esto daba dentro de cáncer. Cómo no vi que era ahí. Aunque lo dije clarito, explosión, aviones, dos puntos de altura, y como era tan fuerte la cosa plutoniana,eso iba a cambiar el rumbo político e histórico de la humanidad. Y terminé la columna diciendo que a raíz de eso, el mundo que conocíamos ya no iba a ser el mismo. El domingo creo que se publicó y el lunes ya pasó…
Entonces, la astrología es bonita si la miras seriamente. No tiene nada que ver con esa cosa chabacana que mucha gente cree, porque también pienso que a mucha gente esta cosa le da miedo, porque existe esto que puedes ver más allá y las tratan de huevás. Yo pienso que por miedo la gente lo desprecia o te tratan de chanta y todo eso.
-(R.R) O por el prejuicio positivista científico, de poner esto como un saber no autorizado.
Claro, pero eso tampoco es tanto porque hay tanto científico bueno que han hecho buenos libros de astrología. Físicos, psiquiatras, biólogos, han hecho buenos aportes a la astrología porque les interesa, pero no como biólogos o psiquiatras o físicos, sino que como astrólogos.
-En su horóscopo 2015, usted dijo que era un manual de supervivencia. ¿Qué cosas no van a sobrevivir en este año?
No sé lo que no va a sobrevivir porque lo escribí pensando en cómo sobrevivir. Muchas cosas irán a morir. Ya se murieron muchas; el año del caballo fue fuertísimo. Para mí, fue uno de los más fuertes de mi vida, y eso que he vivido harta cosa fuerte. Pero este año del caballo fue tremendo. Lo encontré interesante, doloroso, y el efecto que tuvo, muy importante. Por lo menos para mí y por lo que vi en mucha gente. Yo dije a principio de año que iba a ser como el caballo de troya, que iba a entrar como un juguetito, una cosa amable, y ya de junio en adelante se iba a venir e iba a quedar la cagá. Y para mucha gente fue así. Pero a la larga, creo que entre agosto y septiembre, las patadas del caballo como que hicieron algo que no recuerdo si lo leí o lo escribí, pero decía que las patadas del caballo iban a separarte de la manada en que estás, porque por más que uno creyó por muchos años que esos eran sus amigos, su grupo, sus ideas. Y lo bueno que hizo el caballo fue que al final, al igual que el patito feo, pudiste empezar a encontrar a tu manada, pero con mucho dolor.
El caballo es fuerte. La supervivencia de la cabra es más piola, porque la patada de la cabra igual duele pero es de la cabra, no un caballo que te puede reventar los riñones, los pulmones. La cabra te deja un hematoma importante pero sobrevives. Pienso que la sobrevivencia tiene que estar más centrada en pasar piola. Por eso pienso que esta va a ser una de las últimas entrevistas que voy a dar. Por lo menos durante el año de la cabra.
Este año se supone que será de cambios, ¿no?
No tanto como el del caballo, que sí es de cambios. El de la cabra es de supervivencia, de pescar tus cosas, irte al cerro y pasar lo más piola posible. A la cabra no lo interesan ni los grandes negocios, ni los grandes cambios, ni las grandes cosas. Le interesa todo lo pequeño, lo que te sana, lo íntimo; las cosas más delicadas. La cabra es un animal muy fino, muy delicado y elegante. No necesariamente tiene que ver con dinero, no le interesa mucho. No es de grandes cambios. Puede que los haya, pero la cabra hará cómo pasar camuflados esos grandes cambios.
¿Puede ser que se cristalicen alguno de los cambios que ya venían de antes?
Sí, lo que viene y el caballo ya abrió va a continuar, pero la cabra no es una animal específicamente de grandes revoluciones, porque todas las revoluciones han sido bajo años del caballo. A la cabra le gusta la naturaleza, el silencio, y cuidarse. Es un año para cuidarse. Por eso ocupé la palabra sobrevivencia, porque después de un año del caballo se desatan muchos peligros para la humanidad; guerras cruentas, la crueldad del ser humano se desata, la rabia, los dolores, se abren heridas. Es muy despiadado el caballo.
N. de la R.: R.R. es Rodrigo Ruiz Encina, director editorial de El Desconcierto.