México y los fantasmas de una vieja revolución
Al analizar el fenómeno del estado de Guerrero en México, es rutina entrar en la simplificación de que son los gobiernos corruptos, los políticos en la misma cuerda y el poderío del estado financiero paralelo sustentado por los ingresos del narcotráfico, los determinantes que permiten manifestaciones de fuerza aberrantes cuyo punto culminante es el desaparecimiento y asesinato de 43 estudiantes.
También se podrá concluir en la superficie que es la pobreza y el descalabro del estado de bienestar. Algunos comentarios muy osados comienzan a colocar a México en la categoría de estado fallido. Pero el tema de México continuará siendo el del desarrollo y progreso de la undécima economía del globo situada por sobre Italia y España, en producto interno bruto.
Para mirar a México y su problema actual, es indispensable aproximarse al panorama histórico de su proceso de desarrollo desde su independencia, donde existen dos hitos esenciales: Primero, la dictadura de Porfirio Díaz entre 1876 y 1911, y segundo, la primera etapa de reconstrucción de nación de la Revolución, 1917-1940.
Desde el “porfiriato”, como se le llama a ese período en la historia de México, se patentó el esquema de someter los intereses mexicanos a los de las compañías extranjeras y la creación de una casta de terratenientes, bajo la excusa de un México moderno y utilizando el bandidismo para erradicar a los inconformes. La imbricación entre ejército estatal federal y bandolerismo para proteger la continuidad de la dictadura de Porfirio Díaz, ha marcado la cultura política de gobernar en México. La revolución armada que encabeza Francisco Villa y Emiliano Zapata consiste en una doble liberación. De la opresión de Porfirio Díaz y del intervencionismo extranjero.
Durante la primera etapa de reconstrucción, especialmente bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas, México se habituó a improvisar cada paso en su estrategia de desarrollo sin teoría y sin plan rompiendo con muchas creencias en circulación de la época provenientes de los economistas clásicos ingleses. El pragmatismo mexicano dio gran libertad a quiénes crearon una política económica de México. (Flores, F.1970). Libres de dogmas y de intervencionismo, México y su gobierno confiscó tierras y las repartió entre millones de campesinos, aunque no existiera una teoría de la reforma agraria, desplazando el ímpetu hacia la expropiación de ferrocarriles, comunicaciones, y petróleo. Se inicia un proceso de industrialización con un ambicioso plan de obras públicas, expansión urbana, alfabetización, reducción de pobreza a través de un poderoso estado de bienestar reflejado en lo que posteriormente se denominó “cardenismo” por Lázaro Cárdenas.
En la etapa post segunda guerra mundial, México adoptó un modelo de desarrollo orientado a la industria en las décadas de 1950 y 1960, con una economía protegida con barreras comerciales. Entre 1950 y 1970 la economía mexicana creció entre el 3 y 4 %, terminando esta etapa dorada en la mitad de los 70, cuando comienza a experimentar los shocks externos producto de crisis globales. A mediados de 1980, con un déficit fiscal preocupante, la economía mexicana comienza a abrirse a los mercados internacionales y a depender más crucialmente de la inversión extranjera y los préstamos. En 1982 los intereses de la deuda eterna absorbía la mitad de los ingresos de exportación. La crisis de balanza de pagos continuó por la década del 80 hasta que asume la presidencia Carlos Salinas de Gortari en 1988. En 1990, Salinas de Gortari con al déficit fiscal más controlado y el gasto social fiscal contenido decide abrir definitivamente la economía mexicana y propone la creación de una área de libre comercio con Estados Unidos. La idea coincide con la creación de una zona de libre comercio para el hemisferio occidental que se había instalado como idea central de la administración de George H.W. Bush, que coincide en el tiempo con el fin de los estados socialistas.
Es así que todo el andamiaje del estado de bienestar construido en México desde Lázaro Cárdenas en los años 30, comenzaba a desmoronarse y el México con reminiscencias de la vieja revolución Villista y Zapatista se transformaba en un estado con otro pragmatismo. México para subsistir como una economía ascendente vinculada al capital transnacional, debía sacrificar precisamente su estado de bienestar que le había permitido la base industrial y social para su crecimiento post segunda guerra, entre 1950 y 1975.
A partir de 1990, una década duró el reciclaje del México económico. México se abrió y se hizo global y también se empezó a despedazar con más violencia que antes, porque aumentó la desigualdad. De los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el que tiene la mayor desigualdad en la distribución del ingreso.
El informe sobre desigualdad y pobreza indica que la diferencia entre el ingreso de 10% de las familias más ricas y 10% de los hogares más pobres fue de 28.5 veces en 2010. En 2004 era de 25.8 veces; es decir, 10% menor. Los países con brecha reducida son Islandia, con 5.3 veces; Eslovenia, también con 5.3.
El narcotráfico y la corrupción y la cantidad de crímenes acumulados especialmente en las últimas dos décadas, han proporcionado los cuerpos de información distractora para no enfocar los problemas medulares de México y la necesidad de construir una democracia moderna, más transparente, que realmente resuelva los problemas de pobreza y desgobierno.
Respecto al crecimiento del poderío del estado paralelo financiero que se ha creado a partir del narcotráfico hay un “antes y un después”, desde que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), pierde su primera elección presidencial en 70 años el año 2000, frente al candidato Vicente Fox del Partido de Acción Nacional (PAN) de orientación derechista.
Es un hecho reconocido de que, si bien el crecimiento de los grupos de crimen organizado en México forma parte del complejo entramado de una cultura de gobernar una nación federalizada a través de 31estados diferentes, el PRI impuso durante sus 70 años en el poder una forma de contenerlo. Con los gobiernos del PAN se desmoronó el control centralizado del PRI que ejercía el contrapeso necesario para ponerle límite a la imbricación entre el aparato de seguridad del estado y el estado paralelo financiero del crimen organizado.
México por ahora, es el estado con violencia refractaria porque no ha atravesado la frontera, y como que se hubiera además petrificado en los estados al interior de México donde la industria del crimen sustentado por el narcotráfico, predomina como un espacio de poder paralelo al del estado. En el fondo, es el resultado de la errada política antinarcóticos de Estados Unidos, que señala en su estudio Silvia E. Vélez Quero (Globalismo e inteligencia política; Orozco y Dávila, Comp. 2001). Esa política es descrita como tradicionalmente cíclica con períodos de aceptación y rechazo al abuso de drogas; orientada al exterior por motivos ideológicos y obstáculos estructurales internos; de búsqueda de beneficios políticos internos, porque no le crea al político en Estados Unidos responsabilidad directa y sí le permite ganar elecciones exigiéndoles a otros; es racista, porque el 90 % de las personas encarceladas por delitos relacionados con el crack son negros o hispanos; cara, porque el costo en 1998 (Gobierno de Clinton) era de 17.000 millones de dólares, con George W. Bush se elevó entre 2001 a 2009 a 24.800 millones aunque Barack Obama la hizo reducir a 23.800 millones en 2013; descoordinada por la multiplicidad de agencias con planes paralelos; errática, por el desfase entre el combate al consumo interno y el combate a la producción externa; fallida , porque no se ha conseguido acabar con el problema y por el contrario, la violencia y la criminalidad han aumentado, especialmente en México.
Guerrero y México estarán convulsionados y muy probablemente continuarán las manifestaciones de repudio a la inacción de las autoridades, pero de allí a concluir que México se incendia y entra en el camino del estado fallido es incitar a cualquier tipo de intervencionismo del otro lado más al norte. El desaparecimiento y asesinato de 43 estudiantes en un estado como Guerrero, eleva el simbolismo donde los fantasmas de una vieja revolución sacuden permanentemente su humanidad al observar la construcción del México contemporáneo. Qué dirán seres como Rivera, Frida Kahlo. Cómo sería ahora el discurso antifascista del cónsul de Bajo el Volcán de Malcolm Lowry. Cuál será la próxima golpiza…
Fuente: Argenpress.info