Leila Guerriero: “Hay un olvido extraño de los periodistas de por qué hacen lo que hacen”
Frecuentemente la profesión del periodista sale mal evaluada en las encuestas ¿Cuáles crees que son los factores que influyen en esa mirada?
Hay efectivamente un desprestigio en el último tiempo. En algunos países hay gobiernos que se han empeñado en señalar al periodismo como un gran enemigo de la estabilidad, y a lo mejor algo de eso ha prendido. Yo tengo más bien la idea contraria: existe la crítica a los medios más poderosos, que hacen campañas de distinto tipo y es verdad que algunos en su momento hasta han colaborado en dictaduras y cosas horrendas, pero no es extensivo a todo el universo periodístico. Me parece peligroso que la gente piense que el periodismo es el gran enemigo del pueblo, yo pienso que es todo lo contrario.
Es un oficio que colabora a que las democracias sean más fuertes, incluso con una mirada crítica. Lo que pasa es que a veces se empieza a ver lo crítico como si fuera reaccionario, y no siempre es así, al contrario. El periodismo, incluso en gobiernos dictatoriales o de facto, ha colaborado a llevar un poco de aire a la asfixia que se produce.
En todo caso, no todo hay que ponerlo afuera. Hay que hacer una mirada autocrítica también y pensar qué ha hecho el periodismo para desilusionar a los lectores. Supongo que tiene que ver con la calidad, con la confusión que atraviesan algunos medios, con esta huida de los lectores en papel y con esta masificación de la internet. Ese desconcierto los medios intentan solucionarlo de diversas formas. El oficio se ha visto afectado por la premura, por hacerlo todo rápido, todo corto. Hoy un periodista tiene que hacer la foto, el video, mantener un blog, tener el Facebook oficial del diario, twitear, escribir su nota, ayudarle a los tres pasantes que acaban de llegar, editar la nota de otro colega… y todo eso en una hora. Cuando bajás la calidad de algo, la gente es inteligente y no se deja engañar. Es como si vas a la verdulería de toda la vida y te empiezan a vender verdura podrida o pasada. Te cambiás de verdulería.
Hay una mirada sobre el periodismo según la cual se trata de aprender formatos para construir una noticia escrita, radial o televisiva. ¿Qué pasa con la reflexión sobre su lugar en la sociedad, sobre su aporte específico?
La falta de espacio en los medios es un problema, en el ajetreo éste que acabamos de mencionar queda muy poco. Hay un olvido extraño de los periodistas de por qué hacen lo que hacen y yo creo que deberíamos preguntarnos más, cada tanto, para qué queríamos ser periodistas, para qué habíamos empezado en esto. Siento que también hay un punto en que los periodistas de mi generación o de la generación anterior tendíamos a formarnos más bien en redacciones, de alguna forma nos conseguíamos el trabajo, rompiéndonos la frente contra los errores y usualmente nos cobijábamos en la espaldas de un buen editor que muchas veces funcionaba como un mentor, un maestro. Creo que esa figura ha desaparecido un poco, la figura del editor como formador de periodistas se ha difuminado.
Por el otro lado en el tema de la academia, siento que se hace mucho hincapié, al bajar el conocimiento a los jóvenes, en cómo se deben hacer las cosas, cómo deber ser la pirámide invertida, y se pierde un poco de vista que lo que estamos contando son historias que le deben interesar a la gente. Juan Cruz Ruiz, el periodista de El País de España, siempre dice que el periodismo no es otra cosa que contarle cosas a la gente que le está pasando a otra gente. No quiere decir esto que los diarios tienen que estar llenos de crónicas de gente común, sería un horror, no nos enteraríamos de lo que está pasando en Afganistán si fuera así. Pero a veces hay abundancia de estas noticias adocenadas, como si fueran noticias de agencia, escritas de manera correcta pero nada más y pasamos por ellas sin que nos interese demasiado. A lo mejor la pregunta de base es ésa, para qué queríamos ser periodistas y a lo mejor ahí recobraríamos el entusiasmo.
El rol de los medios en la sociedad está muy en el centro de discusión en América Latina. Dilma Rousseff anunció ahora que Brasil va a iniciar la discusión sobre la ley de medios. Los gobiernos y los grupos mediáticos levantan principios confrontados de libertades que chocan entre sí ¿Cómo ves esa discusión?
Creo que hay parte de razón en los dos lados. Nadie puede decir, pensando en los grandes medios, que son inocentes. Hay en ellos intereses de todo tipo: económicos, políticos y otros. En eso en Estados Unidos es más claro: hay medios que apoyan a tal candidato y lo dicen de manera honesta. Lo que no está bueno es el discurso ambiguo, doble, de que somos independientes, pero operamos para que pase tal cosa con la ley equis para que nos beneficie. Eso no es limpio y me parece bien que el Estado de alguna forma mitigue esa posibilidad. No debería estar ausente en eso, tal como no debería estarlo en controlar que las empresas de medicinas pre pagas no hagan lo que quieran con sus afiliados, ni que las telefonías hagan a su antojo. El problema es que no los veo tan preocupado por esas cosas. A ciertos gobiernos les ha resultado muy funcional señalar a los medios como enemigos, diciendo que son funcionales al poder, pero no se esmeran de proteger al pueblo de otro tipo de matufias también dañinas.
Entonces la falacia de la objetividad en el periodismo es un problema serio en todo esto…
La objetividad es un cuento chino. Yo puedo decir que “objetivamente” H2O es agua, pero si mando a un periodista a hacer una crónica de Japón y mando a otro después a hacer la misma crónica van a venir con cosas distintas. Los datos duros van a coincidir, pero la mirada siempre es subjetiva, lo que no quiere decir que es deshonesta. Me parece que hay un acercamiento intelectual precámbrico a las ideas de verdad y que se confunda lo subjetivo con lo deshonesto.
Para reivindicar la subjetividad en el periodismo hay que reivindicar la autoría. Es decir, se requiere un grado de compromiso más radical con el propio trabajo…
No me gustaría hacer una mirada que parezca prejuiciosa. Hay muy buenos periodistas, sobre todo en los últimos años. A pesar de que se habla de la crisis del periodismo, los periodistas no están en crisis: hay mucha gente capacitándose. Sobre todo en Latinoamérica, en que hay un movimiento muy entusiasta, muy jugado, honestamente interesado en tratar de hacer lo mejor. No son todos, pero hay mucha gente.
De todos modos, concuerdo con lo que dices. Para defender la subjetividad, tiene que haber conciencia para todos de que atrás de cada texto hay un autor. Hay algunos medios que propician más esa mirada, pero también se da el caso de muchos periodistas que lo intentan y chocan contra un editor que les dice esto está demasiado adornado.
Yo hago periodismo narrativo y no noticias, entonces es un poco diferente, pero siempre he dicho que no importa el tema, sino el autor. Por supuesto que importa el tema, pero si hay un periodista que lo entiende y me propone hoy un tema que está muy repasado y que ya se ha escrito en otra revista, yo lo encargo porque confío en esa mirada. Detrás de cada texto debe conciencia de que se está trayendo una obra al mundo.
En tus textos hay una intención por encontrar la humanidad detrás de la caricatura del personaje, aportando matices a lo que ya sabíamos de sobra de personas conocidas ¿Por qué te ha parecido importante ese ejercicio?
Lo que pueda aportar eso, y lo que trato de hacer yo, es una mirada en contra del lugar común. A mí me interesa mucho eso, presentar a un posible lector un tema, o algún personaje súper recorrido por la prensa, pero bajo una luz distinta, más cercana. Cuando tú planteas esta idea de lo humano, me suena como a tragedia humana, pero entiendo lo que quieres decir: gente que no sea nada de caricatura, sino que tenga espesor.
Uno de los trabajos que a mí más me gusta y emociona dentro de las posibilidades que ofrece este oficio, es recorrer los mismos carriles que se han recorrido siempre, pero de otro modo. Ir, por ejemplo, a hacer un perfil de la que fue la mujer de Piazzolla durante muchos años, y que fue su musa, pero terminar encontrándome con que él fue un ser satánico, según ella.
Como lectora, prefiero que un autor me llene de dudas a que me dé una realidad "cerrada" con monitos y pintada en blancos y negros. Me gusta eso, pensar que la gente es inteligente y es capaz de tragarse el trago amargo de que su héroe de toda la vida tiene pies de barro -a veces-, o que una historia no es puramente buena ni puramente mala.
En que estos tiempos en que internet nos permite encontrar cualquier cosa ¿En qué medios en castellano consideras que se está haciendo periodismo interesante?
Me parece que en primer lugar están las típicas revistas que se mencionan como "muy buenas" dentro de Latinoamérica. Me da pudor decirlo, porque Gatopardo es una revista que yo de alguna forma edito, pero aun así me parece una muy buena revista. El Malpensante, de Colombia, también.
Me parece que Soho tiene, en Colombia, aparte de las chicas desnudas, algo que le puede interesar a la gente. Los editores son muy divertidos a la hora de imaginar cosas.
No sé en habla hispana, pero Piauí es una revista que se hace en Brasil, en portugués, que no es tan difícil de leer y tiene muy buenos textos. En Argentina está Anfibia, una revista puramente digital y también tiene muy buenos autores y textos. También hay otra revista en Argentina, que sale cada tantos meses, que se llama La mujer de mi vida, que es muy grata de leer también. El buen salvaje es una revista muy buena también, dedicada a la literatura.
A mí hay un medio que me encanta, que me gusta muchísimo como suplemente cultural, que es Radar de Página 12. Tiene agenda propia y es muy original. Hay algunas cosas de El País Semanal de España, también. Tiene recursos, espacio, lo hacen muy bien. Debe haber muchos más, pero esos son los que me vienen ahora a la cabeza.