Vacuna contra el Papiloma Humano ¿Tenemos toda la información que necesitamos?
La Presidenta Bachelet anunció hace poco con bombos y platillos que el Ministerio de Salud garantizará la equidad de acceso a la vacuna contra el Virus Papiloma Humano (VPH), al incorporarla gratuitamente al Plan Nacional de Inmunizaciones, con el propósito de proteger a las niñas contra el cáncer del cuello del útero y otras enfermedades causadas por el VPH, responsable del 70% de los casos. El costo estimado de la vacuna para el Estado de Chile en 2014 es de 1.200 millones de pesos.
De esta manera, Chile se suma a países como Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, España, Francia, Alemania y el Reino Unido, entre muchos otros, que han adoptado esta vacunación preventiva, a diferencia de países como Japón e India donde la vacuna del papiloma humano fue rechazada por los tribunales de ética médica.
Pero –dejando de lado el cuantioso negocio que significa para el laboratorio que produce la vacuna y las prácticas utilizadas por los gigantes farmacéuticos; donde la investigación interesada es muy frecuente, inventando enfermedades como el déficit atencional de adultos y creando alarmas públicas para problemas de incidencia menor, que podrían distraer recursos de asuntos sanitarios más prioritarios–, la pregunta que salta a la vista es si como padres y ciudadanos estamos en condiciones de decidir de manera informada con respecto a la vacunación de nuestras hijas.
Sobre todo luego de los casos de complicaciones y efectos secundarios que se han registrado tras aplicaciones masivas de la vacuna en otros países –desmayos, mareos, dolores de cabeza, dolores abdominales, dificultades respiratorias, taquicardias, adormecimiento en brazos y piernas, estado de rigidez en el cuerpo, entre otros–, siendo el más grave la mielitis transversa, uno de los daños al sistema nervioso central atribuidos al uso de la vacuna.
En Colombia se abrió el debate entre las autoridades de salud, las familias afectadas y la comunidad médica luego de la vacunación masiva de niñas entre los 9 y los 16 años de edad en la localidad de El Carmen de Bolívar, donde se reportaron 243 niñas afectadas, de 2700 que habían sido vacunadas con VPH.
Todas las entidades y autoridades de salud en Colombia han defendido la efectividad y la seguridad de la vacuna, ratificando que la VPH tiene el aval de organismos reconocidos en salud pública como la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y otros entes de control y vigilancia de medicamentos en Estados Unidos y Europa.
La VPH contiene micropartículas de la cápsula del virus, pero no de su ADN. El virus tiene una cápsula cuyas proteínas lo hacen más inmunogénico; partículas de esa cápsula son las que se ensamblan y se inyectan a la paciente. Además la VPH contiene aluminio (0,225 miligramos) un coadyuvante que llevan todas las vacunas para darles más inmunogenicidad. La vacuna aplicada en Colombia está disuelta en timerosal (merthiolate), que es 49,6% mercurio, un metal pesado y tóxico en cualquier dosis.
“¿Qué justificación tiene pagar el precio de una reacción adversa grave, en niñas con toda la vida por delante, para prevenir un hipotético cáncer al cabo de 30 años?”, se pregunta Alicia Capilla, presidenta de la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP), organización española que relacionó públicamente el tratamiento contra el virus asociado al cáncer de cuello uterino con la muerte de tres niñas en ese país. Esta organización lleva cinco años luchando para que el gobierno español reconozca la existencia de efectos secundarios en el tratamiento.
Sin embargo, la posición de la máxima autoridad sanitaria española es clara. “La OMS recomienda a los países considerar la vacunación contra el VPH cuando la incidencia de la enfermedad es alta y cuando la vacuna es rentable y su aplicación asequible y sostenible”.
A pesar de la posición de la OMS, reportes adversos no dejan de hacerse públicos. Reacciones que los detractores relacionan con el aluminio que contiene la vacuna.
Según el informe del 1 de agosto de 2014 del Sistema de Reportes sobre Eventos Adversos de Vacunas (Vaccine Adverse Event Reporting System, en inglés), de los 151 casos que corresponden a la vacuna VPH, 71 fueron compensados, según el Departamento de Salud de Estados Unidos. La Agencia Europea del Medicamento también ha recibido reportes de ese tipo.
En Sistema Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) del Reino Unido menciona en su página web las consecuencias negativas de la vacuna. Son las mismas que indica el prospecto de Gardasil, una de las marcas de la vacuna, la que comercializa la compañía estadounidense Merck & Co. Entre otras que mencionan efectos negativos, aunque menores.
En otoño de 2007, cuando el Ministerio de Sanidad español decidió incluir el tratamiento en el programa de inmunización nacional, más de 10 mil profesionales de la salud publicaron un manifiesto titulado “Razones para una moratoria en la aplicación de la vacuna del VPH en España”, que cuestiona el costo y la oportunidad de la medida. Remarca además que ya existe un método de prevención, la citología, un examen que consiste en tomar una muestra de tejido del cuello del útero para ser analizada en el laboratorio, con el fin de detectar la presencia de células anormales o cancerosas. La prueba es “altamente eficaz y de bajo costo”, asegura, por lo que se recomienda seguir practicándola “incluso en la población vacunada”. Algo en que insiste también la organización de afectadas española.
El oftalmólogo Miguel Kottow, doctor en Medicina de la Universidad de Bonn, y director de la Unidad de Bioética de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, señala que los expertos, incluyendo el Comité Consultivo de Inmunizaciones chileno CCI, concuerdan que la vacuna (VPH) es eficaz contra el virus.
Para Kottow, las confusiones comienzan en que la excelente inmunización podría prevenir hasta un 70% de 600 casos de Cáncer cérvicouterino en Chile, cosa que no se podrá saber hasta en 30 años más. Quedan dudas: ¿Cuánto dura la inmunidad? ¿Qué sucede con los varones, que también pueden infectarse y tener cánceres de boca, ano y pene? ¿Qué porcentaje de la población tendría que ser vacunada para obtener la inmunidad de manada? ¿Cuál es la relación costos/beneficio para ambas metas: inmunidad de infección y prevención de cánceres?
Frente a tanta incógnita, y a un clima mundial negativo a los programas de vacunas obligatorias, Kottow agrega que antes de implementar programas obligatorios para esta vacuna, es necesario hacer mucha más campaña informativa, para que la ciudadanía pueda tomar decisiones con conocimiento de ventajas y desventajas.
“Es importante debatir más ampliamente los factores bioéticos involucrados: en especial la autonomía de los padres para decidir, como también la opinión de las niñas en edad pre-sexual. Un enfoque integral debería incluir, por tanto, la citología y, antes que todo, la educación sexual.”
Kottow enfatiza que “De cualquier modo, se debe disponer la vacuna sin barreras de costos porque, siendo cara, el acceso indiscriminado es un aspecto de equidad mínima.”