Los estudios planetarios: un satélite para el cambio climático y una nueva Tierra
El interés de la humanidad por aventurarse hacia nuevos estudios planetarios y exo planetarios parece estar tomando tonos futuristas. A la iniciativa de la NASA para estudiar el comportamiento del carbono en la superficie terrestre se le suman las diversas misiones espaciales y observatorios internacionales, los que han dedicado una gran cantidad de recursos a encontrar indicios de vida en el cosmos. La búsqueda por encontrar una “nueva Tierra” parece estar cada vez más cerca.
El OCO-2
Muchos científicos han declarado que estamos en un punto crítico sobre los efectos que nos traerá el cambio climático. Por este motivo, la agencia espacial de Estados Unidos enviará un satélite para monitorear el comportamiento del carbono en la Tierra, revitalizando la iniciativa fallida de los años 2009 y 2011, con una inversión de 280 millones de dólares.
El proyecto denominado Orbiting Carbon Observatory-2 (OCO-2), pretende monitorear en detalle la distribución del carbono presente en la tierra, identificando los lugares donde es captado y producido, de manera de mapear la superficie terrestre y tener más claridad sobre el ciclo de uno de los principales gases de efecto invernadero.
La misión, que originalmente estaba planeada para despegar hoy, aplazó su inicio para mañana a eso de las 6:00 a.m. hora chilena. El satélite será el primero en su clase diseñado especialmente para monitorear el comportamiento del carbono a nivel regional y tendrá una duración estimada de dos años.
La iniciativa pretende incorporarse a la órbita polar junto a la “Sistema de Observación Terrestre Constelación de la Tarde”, o “A-Train”, constituido por una serie de otros satélites destinados a la observación del planeta. De este modo se espera poder cruzar datos con los demás sensores remotos y generar estudios de diferentes variables climáticas.
La concentración de carbono en la atmósfera terrestre ha aumentado considerablemente en los últimos años. Desde el inicio de la revolución industrial se elevaron los niveles de este gas desde las 280 partes por millón hasta más de 390 partes por millón. Sin embargo, fue en mayo del 2013 cuando se batieron todos los récords al alcanzar, por primera vez en la historia de la humanidad, las 400 partes por millón.
Las concentraciones de carbono histórico en la Tierra se miden a través de estudios en el hielo de los polos, desde donde se analizan las burbujas de aire presentes en una columna de hielo. Debido a su casi nula perturbación, los hielos de la antártica son una verdadera enciclopedia de datos para estudiar la atmósfera a través de la historia.
Los océanos y las áreas boscosas constituyen grandes reservorios de carbono pues pueden acumular CO2 y bajar sus concentraciones en la atmósfera. Sin embargo su distribución espacial sigue siendo desconocida. Por este motivo, el proyecto OCO-2 pretende identificar estas zonas y estudiar su comportamiento a través del tiempo.
Una Tierra muy lejos
Durante la semana pasada un grupo de astrónomos publicó el hallazgo de un nuevo planeta similar a la Tierra denominado “Gliese 832c”, y que estaría ubicado a una distancia de 16 años luz. Un año luz es calculada como la longitud que recorre la luz del sol en un año y equivale a 9,46x10¹² kilómetros.
Gliese 832c orbitaría alrededor de una estrella roja enana, que tendría la mitad de masa y radiación de nuestro sol. Sin embargo, según la publicación, el planeta recibiría un nivel de energía muy similar al que recibe la Tierra, pudiendo constituir un lugar habitable.
El nuevo planeta se suma a la lista de otros 23 exoplanetas habitables, aunque éste tendría un índice ESI (índice de similitud con la Tierra por sus siglas en inglés) de 0,81, el mayor encontrado hasta ahora. El planeta posee un período orbital de 36 días y tendría una masa de 5,4 veces la Tierra.
A pesar de las noticias, los científicos advierten que hacen falta estudios para determinar su habitabilidad, ya que si su atmósfera fuera muy densa estaríamos el planeta tendría temperaturas demasiado elevadas para soportar la vida, asemejándose a nuestro vecino Venus.