Marco Enríquez-Ominami: “Nos gustaría construir un territorio nuevo con otras fuerzas”

Marco Enríquez-Ominami: “Nos gustaría construir un territorio nuevo con otras fuerzas”

Por: El Desconcierto | 19.06.2014

[caption id="attachment_19188" align="alignleft" width="650"]Evo-Marco-Raul-Correa En la breve conversación tras la entrevista, Marco Enríquez-Ominami contó la experiencia de su viaje a la reciente cumbre del G77+China, donde tuvo ocasión de reunirse una vez más con varios presidentes latinoamericanos. De allí surgió la posibilidad de contar con la fotografía que aquí reproducimos.[/caption]

 

La alternativa que has venido liderando requiere de cierta modificación del escenario político para su éxito. ¿Cómo piensan una posible redistribución de las fuerzas políticas que haga viable tu proyecto?

Hay tres elementos que poner sobre la mesa. El primero es la economía, que es un tema que a la izquierda le cuesta mucho considerar como variable. Tenemos una tasa de crecimiento de tres puntos, y el debate de la distribución sigue teniendo mucha fuerza, pero bajo los tres puntos se instala mucho más el debate de la conducción, de la autoridad y la derecha en eso puede recuperar terreno por la vía de una legitimidad democrática. Lo segundo, el tema del binominal, si cambian las reglas electorales tienes otro escenario, puedes llevar el doble de candidatos, se reconfiguran las políticas de alianzas. Tres, si la derecha va al Tribunal Constitucional por la reforma educativa, electoral, aborto y tributaria, hay otro escenario, te puedes encontrar con que en seis meses más la misma presidenta de Chile sea la primera militante de la Asamblea Constituyente. Pero hoy día, salvo por algunas fuerzas que la hemos puesto como una bandera principal, la Asamblea Constituyente está francamente en el closet dentro de La Moneda.

 

Además de esos factores a considerar, también imagino que piensan en fuerzas, en actores.

A nosotros nos mueven causas, creemos que la causa de la Asamblea Constituyente ya está generando la posibilidad de reconstruir una alternativa de confianzas con el Partido Humanista, que se habían roto; con un cierto mundo que apoyó otros proyectos presidenciales también estamos conversando, el mundo que fue con el partido comunista en 2009, hemos dado señales públicas en Calama, en Santiago, en regiones, por la Asamblea Constituyente.

 

¿Arrate por ejemplo?

Nos hemos encontrado en seminarios.

Nosotros creemos que el orden de los factores altera la conversación, y la prioridad nuestra como movimiento –porque hay gente que no está dentro del PRO–, es construir una alternativa. Estamos en discusión si se llama tercera fuerza o fuerza alternativa. Esta tercera fuerza, que triunfó de algún modo, que tiene legitimidad, que ha hecho un recorrido, con un partido legalizado que dialoga con otras fuerzas más que antes, que hace más política que el 2012, está avanzando firme.

 

¿Es una coalición? ¿Esa tercera fuerza sería el PRO junto a otros?

Si. Nosotros así lo entendemos, no podemos y no queremos ir solos, estamos convencidos de que hay una riqueza gigantesca en el mundo de izquierda. Nos gustaría construir un territorio nuevo. Donde ponemos a disposición de los movimientos sociales y de las fuerzas críticas al modelo, un aparato electoral y burocrático. Hemos hecho un esfuerzo, humildemente, pero ya estamos en 15 regiones y legalizar ese partido, región por región ha sido difícil. Que el partido tenga una mínima densidad humana, una densidad programática, una mínima ética y transparencia, créeme que ha sido difícil. De hecho muchos se han saltado esa discusión, Amplitud, Evópolis, Izquierda Autónoma, RD, súper bien, pero nosotros tenemos una experiencia completamente distinta y eso tiene un valor y lo ponemos a disposición de acuerdo a causas, con transparencia.

Por otro lado, entendemos que la Nueva Mayoría (NM) no es la Concertación. Hoy hay una pugna entre ellos, a nosotros nos gustaría que la Nueva Mayoría le ganará a la Concertación, pero eso no está zanjado. Hay sectores de la Nueva Mayoría con la que nosotros estamos conversando, no tengo ningún problema en decirlo. Hay enigmas también. En educación superior vemos Concertación y en secundaria vemos Nueva Mayoría, en el FUT vemos Nueva Mayoría, en impuesto a la vivienda está más cerca la Concertación. En lo laboral yo todavía sigo viendo a la Concertación, no he visto nada concreto, en Asamblea Constituyente, también. Vemos a la Nueva Mayoría en el sistema binominal, podemos no estar de acuerdo, pero me parece un tremendo paso. Tenemos una mala noticia, la AFP Estatal es Concertación.

 

Describe en breve cómo diferencias Concertación y Nueva Mayoría

Una sociedad de derechos y deberes, y no una sociedad de libertades hipergarantizadas en desmedro de la igualdad. La Concertación nunca puso en discusión dos cosas: los derechos y cuáles derechos, me refiero a sustentabilidad, derecho civil, derechos de los pueblos originarios, que no estaban en el corazón de la izquierda, siempre más referida al productivismo, a los derechos de los trabajadores; y en segundo lugar la estructura de propiedad, que la Concertación nunca quiso abordar, y que si veo a propósito del FUT, donde hubo una discusión muy rica sobre la distribución de la riqueza, de quién es la riqueza.

 

¿Cuál es el rol del PRO en esa construcción coalicional?

El PRO acaba de recuperar su legalidad hoy, el oficio llegó el viernes (13 de junio). Tenemos que rearticular el proceso de construcción política del PRO. Hasta ahora mis créditos decían Fundación Progresa, y no era un accidente, pero a partir de ahora vamos al PRO. Ya legalizado vamos a salir a trabajar, a densificar el partido, las escuelas de cuadros. Hoy el PRO es nuestra gran prioridad, como expresión de la politización nuestra, no somos solamente una fundación, no trabajamos solo en políticas públicas. Hay una articulación del poder, y el PRO va a ser parte de la discusión de este territorio nuevo.

Respecto de la tercera fuerza queremos poner el PRO a disposición, como chasis, ofrecerlo, hay una cantidad de movimientos que por razones legítimas y no tan legítimas no han querido pegarse el salto nuestro. No tenemos ninguna razón para no cooperar a que esas fuerzas tengan expresión política.

 

Supongamos que a esa fuerza llegaran partidos también constituidos, por ejemplo el Partido Humanista. Eso podría implicar una especie de primarias en el sector. ¿Ustedes estarían dispuestos?

Con una mínima densidad programática, con una cierta cuenta corriente de coraje, de decencia política, si. Las primarias son una herramienta que se auto regaló la Concertación y que no utilizó completamente, son reguladas por el Servel, con franja televisiva, con financiamiento electoral. ¿Por qué no recurrir nosotros a una herramienta que el Estado de derecho ofrece? Y que sea vinculante para la presidencial.

 

¿Cómo podríamos dibujar los bordes de una fuerza como esa en términos ideológicos?

Hay una visión de sociedad, el fin al lucro en educación no es un programa, es una visión. Asamblea constituyente es una visión de sociedad no un programa de gobierno, el Estado laico es una visión del hombre, del ser humano. Entonces hablamos de visión de sociedad. Compartamos eso. Ese es un borde, que no es lo mismo que un conjunto de políticas públicas en un gobierno.

 

¿Sientes que ahí el progresismo y el ideario izquierda tienen una cierta diferencia?

No. Yo siento al progresismo evidentemente relacionado con la izquierda. Yo dije el 2009, para justificar mi torpe voto a Frei, que mi domicilio es la izquierda. Claro, tengo enormes reparos con temas de la izquierda, el productivismo respecto a la sustentabilidad, lo que se llama los derechos de segunda generación, son temas que la izquierda no ha reflexionado en serio, no tiene verdaderos papers, sus congresos ideológicos son puras consignas. Después tengo un tema con el mercado, un tema que es bien disruptivo. Yo si creo en la economía mixta, como decía Rafael Correa, “no una sociedad de mercado, una sociedad con mercado”. Conozco muchas izquierdas latinoamericanas que la M de mercado no la pronuncian. Entonces, estado, estado, estado, ¿y mercado? Estoy contra la competencia en educación, en el transporte público, en la previsión, quiero más Estado en muchas más áreas de la sociedad y en la economía. Tengo una discusión sobre la estructura de propiedad en Chile, en eso no me pierdo. Pero si algún día nos toca gobernar como fuerza alternativa el mercado será una interpelación inmediata, y nunca he escuchado a buena parte de la izquierda ni una reflexión sobre eso. ¿Cómo sería? ¿Cómo sería el sistema financiero? Hay temas que no se han tocado, frente al retail la izquierda se quedó muda, como si fuera normal que Ripley o Falabella participaran del sistema financiero en la sombra. Hasta que explotó La Polar y ahí nos pareció obvio.

Ahí hay una tensión entre el progresismo y la izquierda.

 

¿Y aún así la alternativa que propones podría incluir estas dos visiones? Hablemos ahora en términos de las fuerzas que componen el escenario, Revolución Democrática, Izquierda Autónoma, el Partido Comunista, que está dentro de la Nueva Mayoría, el Partido Humanista, etcétera.

Uno, no ponerle ningún obstáculo a las causas que compartamos con la Nueva Mayoría. Apoyar con fuerza la Asamblea Constituyente, el FUT, fin de la selección, copago, lucro, aborto terapéutico como piso mínimo –aunque la discusión que hay detrás es mucho más rica, es derecho a decidir–; matrimonio igualitario, o sea apoyar con fuerza.

Hay que ser explícito en decir que Bachelet ha sido infinitamente mejor que Piñera, infinitamente mejor que ella misma en 2006, el ritmo legislativo es la evidencia del cambio en ella, lo que la derecha llama el frenesí, yo lo encuentro al revés, es evidencia de que ella tiene un capital. Ella tiene un mandato distinto, de cambio y está por jugársela. Hemos visto cuatro ministros a los que queremos dar señales, que son Energía, Salud, Educación y Política Exterior; nos parece importante dar esas señales.

Sobre el resto y más concretamente: con dirigentes del Partido Socialista, sí, hemos conversado, hemos hablado de las causas, nunca la palabra electoral ha estado sobre la mesa, a la pregunta de los periodistas yo he dicho que hay un relato histórico y una coherencia, de fondo, de causas, para nosotros son algunas muy importantes, trascendentes, están en el ethos del partido, del movimiento y dos, un tema de forma pero que es muy importante: primarias para todos los cargos sin letra chica, porque el 2012 nos propusieron letra chica. El 2013 yo eché de menos en los movimientos que emergieron de los movimientos estudiantiles, que tuvieron muy poca voz para plantear una inquietud respecto a las primarias parlamentarias, eché de menos también, que esos movimientos hablaran de lo nacional, nosotros estábamos preocupados de tener una lista nacional.

Nosotros hemos tenido una voluntad, un despliegue nacional, cuando hablamos de federalismo hay que ser también coherentes, llevamos candidatos salvo en Magallanes, por omitirnos a favor de Boric, y eso nos trajo un costo para la legalización. Nos omitimos en una región completa, no conozco muchos partidos que harían eso, y para no generar ruidos no fui a Magallanes.

Nos omitimos también en un distrito grande que es Providencia y Ñuñoa. Que en lo personal fue difícil, porque la Maya es hija de la Tati, una gran amiga personal de Miguel Enríquez. Para mi lo de la Maya es jodido, cuando teníamos ocho años nos juntaron en Cuba. Con ella tengo una relación como del peso de la historia. Entonces había una convicción. Pedí que no hiciéramos ningún cálculo pequeño, era clave que Pancho Figueroa tuviera un buen resultado, era muy difícil que ganara, pero era clave que tuviera un buen resultado, y lo tuvo.

Otras fuerzas: con la Democracia Cristiana se nos hace cada día más difícil, de hecho ahora, la caricatura que se hace de Eyzaguirre, que creo que está muy confundido en sus reformas, pero es injusta la caricatura que hace Ignacio Walker sobre la compra de colegios, no es así. En la época de la seducción, lo lógico sería saltarse el tema, pero yo no puedo saltarme que los dirigentes de la Democracia Cristiana siguen defendiendo el Estado religioso. Chile no es un Estado laico, hay un silencio constitucional respecto de eso que no es ningún accidente, y Walker apuesta a eso. Yo creo que lo hace simplemente para retener el voto de derecha, que le llaman de centro, pero es un voto de derecha. El que defiende un Estado religioso en América Latina es un voto de derecha.

Con el Partido Radical queremos conversar, con el Partido Comunista ha sido muy difícil, el PC bloqueó con fuerza las primarias en 2012 y 2013. Aunque digan lo contrario no hicieron nunca un esfuerzo para concurrir a ninguna primaria. Tengo diferencias con su visión de sociedad hacia algunas cosas, pero en fin, valoro que tengan diputados.

Yo me he encontrado con diputados de derecha liberal, y he tratado de que abramos una conversación. No entregaría el liberalismo a la derecha, no se los regalaría, ese es un error de la izquierda. Ahí logré una cuña en 2009. Ojalá ese mundo liberal, que cree en el Estado laico, que reconoce el rol del Estado, que cree en el seguro social, que cree en el aborto, que cree en el divorcio, en la despenalización de la marihuana, en una política exterior distinta, incluso en la Asamblea Constituyente, tiene que ser parte de esa votación, en eso no me pierdo.

 

El proceso de fortalecimiento del partido

En plena época de emergencia de los movimientos sociales y de su impacto sobre las reglas del juego de la política, pudiera parecer un contrasentido hacer el camino del fortalecimiento del partido.

Entre el poder de veto y la transformación social hay una discusión, voy a usar el ejemplo de Rafael Correa, que lo conozco y mucho. Le he escuchado en público y en varias reuniones una reflexión que hago mía. Nosotros no aspiramos llegar al poder para ganar una elección solamente, aspiramos a llegar para transformar. Supongamos que las encuestas dicen la verdad y que nosotros tenemos una chance mayor que hace ocho meses y que esto se sostenga. Para nosotros no es irrelevante cómo llegamos al poder, por eso la articulación de una tercera fuerza para nosotros es tan importante. No es importante sólo el resultado electoral, estamos pensando en un proceso transformador que va más allá de cuatro años, por tanto de acuerdo a la regla constitucional de la no reelección, supera mi liderazgo.

Nosotros estamos interesados en construir una plataforma política que encadene los procesos. De modo que si llegamos al poder algún día, que sea con una plataforma, con cuadros, con líderes sindicales desplegados.

Los movimientos sociales tuvieron un impacto gigantesco en el mismo momento en que nosotros construíamos el partido porque entendíamos el proceso de transformación requería mucho más que simplemente una capacidad potentísima de veto a Hidroaysén, por ejemplo. Nada nos garantiza que no se instale otra hidroeléctrica en Magallanes, o en Aysén. Yo creo en el encadenamiento entre el liderazgo y un proyecto político, y creo que el Partido Progresista tiene claramente un liderazgo y en ese proyecto tenemos que crecer más por si algún día llegamos al poder, y por eso me interesa mucho la construcción de confianzas, de verdadera integración política, de preparación conjunta en torno a causas.

 

Cuéntame del proceso de fortalecimiento del partido, ¿hay una idea de tamaño, de estructura?

Es un partido popular, más allá de todos los intentos de ser un partido de cuadros, somos un partido popular. Son más de 46 mil militantes con una estructura más bien popular, de junta de vecinos.

 

¿Con mucha gente que no tiene formación política previa?

Así es.

 

¿Cómo están desarrollando ese proceso de crecimiento y fortalecimiento?

Estamos en un proceso intensísimo de formación política, con recursos de fundaciones, hemos hecho ya varias experiencias. Un debate ideológico como no lo habíamos poder hacer antes.

La próxima gran cita electoral es en dos años más y vamos a llegar con un partido legalizado. Nunca más, espero, tener que pasarnos en las notarías convenciendo a la gente que hay que ir a firmar. Haber dejado atrás ese calvario nos da hoy la posibilidad de hacer política.

Por eso es que han pasado por ejemplo en las federaciones estudiantiles cosas que para nosotros son nuevas. Estamos con listas en la Universidad Central, en la Universidad de Magallanes, somos parte de la conducción de la Universidad Alberto Hurtado; los liceos, hay algunos en que espontáneamente se presentan como PRO; hoy vi en twitter que en la Universidad de Talca, el que ganó Facultad de Economía creo, que dice soy PROgresista. Es completamente reciente esta dinámica. Tenemos un encuentro sindical el sábado. Mañana el Grupo de política exterior. Está el Frente de profesionales. Si me hubieras entrevistado hace dos años no habría podido decirte nada de esto.

Siento que hoy se produce una dinámica que es más grande que yo, para decirlo de alguna manera. Antes era al revés. Antes era yo empujando, llamando al notario de Magallanes y teniendo que ir en avión a negociar el valor de la firma. Ese proceso pasó, y aunque me lo habían advertido los más viejos, nunca lo tomé en serio.

Cuando lancé la idea del partido me quedaron mirando: “estai loco”. Y debo confesar que tenían razón. Yo no se lo recomiendo a nadie. Son cuatro años de mi vida, junto a otros, dedicado a eso. Para todo el equipo ha sido un tremendo desgaste. Un proceso judicializado además por el “caso firmas”. Tuvimos que ir a autodenunciarnos por nueve firmas falsas. Nos gastamos millones de pesos.

Todo esto por la ley perversa de democracia partidaria que inventó Pinochet, que esta hecha para que no existan los partidos.

 

Según lo que me cuentas, comienzan como partido a tener una cierta capacidad de conducción social. ¿Cómo se relaciona eso con el partido, para no repetir prácticas políticas cuestionadas?

Nos definimos como un movimiento en el que hay mucha gente que está trabajando, por ejemplo, en temas como la marihuana, el mundo de la diversidad sexual, el mundo mapuche, donde muchos no son militantes.

En el PRO tenemos son elementos de democracia directa, democracia participativa, únicos en Chile. Referendum revocatorio, plebiscitos vinculantes y abiertos, cuotas indígenas, cuotas juveniles, paridad progresiva, y otras. Es bien espectacular. Le dediqué buena parte del 2010 junto a un grupo de abogados a estudiar los estatutos de muchos partidos, el PT, el Partido Demócrata, el Laborista, los suecos. Los estatutos del PRO deben ser por lejos los más modernos. Y esa es también una cierta garantía de que hay una democracia participativa.

Pero vuelvo al tema de la plata. El primer error que cometimos cuando chocamos con la realidad es que la democracia interna de los partidos tiene un costo económico inaceptable. Notaría, por ejemplo. Es como un gran tabú. Es un problema que ningún país del mundo ha resuelto. Es uno de los líos de la democracia: democracia y dinero.

Yo creo en el financiamiento público con deberes de los partidos. Creo que un partido debiera disolverse si no hace seminarios, si no actualiza su padrón. Yo le pondría deberes brutales y licencias revocadas por secretaría.

 

Y estos mecanismos que a nivel de partido se expresan en lo estatutario, ¿piensas que deberían aplicarse al país en el nivel de lo Constitucional?

Así es. Claro. Lo que es bueno para Chile es bueno para el PRO. De hecho fue uno de mis planteamientos a los fundadores. Si hemos defendido esto, sería impresentable que no lo tuviéramos en el PRO.

Ahora tenemos un pendiente que es el desafío de regiones. Si bien somos el primer partido de espíritu federal. No tenemos Comité Central, tenemos un Consejo Federal, donde Santiago vale lo mismo que Aysén.

Pero tenemos un desafío porque al Partido Progresista le fue, para decirlo elegantemente, no lo suficientemente bien en regiones. Los resultados llegaron a tener 2 o 3%. Ahí hay un análisis que hacer. El PRO no supo convocar, siendo que tenemos un gran compromiso con la autonomía de los pueblos originarios, con los royalties locales, con las regiones, con las universidades regionales, Bachelet arrasó con nosotros. En eso hay que ser honestos.

En el liderazgo presidencial saqué 8 puntos en regiones, 7, 9, y el partido no. Quiero que al PRO le vaya bien, pero digamos que los resultados fueron particularmente adversos. Ahí hay un pendiente.

Pero mira, ahora el partido está en condiciones de hacer política en el buen sentido de la palabra. Tiene un déficit por el tema de su legalización, pero hoy está haciendo mucho más política en siete meses que en los pasados cuatro años. Hace ampliados, en Rancagua, esta semana en Peñaflor, en La Serena, se está haciendo ampliados espontáneos. Tenemos una discusión muy rica, y formación de cuadros, que es un proceso lento.

Nosotros tenemos muchos militante populares, muchos líderes populares. El PRO es un partido bien popular también en ese sentido que decías, de que mucha gente entró a la política con nosotros. No es una captación de cuadros que vengan de una tradición, como fue la Democracia Cristiana con el Partido Conservador, o el MAPU con la DC, no es un trasvasije X a una cultura Y. Son gente nueva.