Descontaminación en Santiago: De la restricción vehicular a la restricción de asados
Santiago es la ciudad más poblada de nuestro país y debido a su geografía es un sitio propicio para la generación de episodios críticos de contaminación atmosférica. Si bien el Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica de la Región Metropolitana, actualizado el año 2010, ha funcionado positivamente para evitar episodios críticos, aún seguimos presenciando una grave negligencia en la capital, asociada sobre todo a nuestro estilo de vida y a la falta de una efectiva fiscalización.
Las declaraciones de Claudio Orrego, intendente de la Región Metropolitana, dejaron una ola de repercusiones en las redes sociales tras el llamado a no hacer asados por el triunfo de Chile en el Mundial. La interrogante planteada está relacionada con la forma en que se enfrentan los episodios críticos de contaminación en la capital y quién(es) realmente es o son los principales culpables de ello.
Analizando un estudio sobre el inventario de emisiones de la Región Metropolitana del año 2010 elaborado por DICTUC de la Universidad Católica, nos encontramos con que, muy por el contrario a lo que cree el Intendente, el principal factor asociado al material particulado 10 y 2,5 (MP 10 y MP 2,5 respectivamente) que es el causante de los episodios críticos de contaminación ambiental, está dado por el polvo en suspensión producto de calles sin pavimentar y áreas sin vegetación. Para el caso del MP 10, este factor representa el 72 por ciento del total, mientras que para el MP 2,5 constituye el 39 por ciento.
Desglosando las cifras totales, la segunda fuente contaminante para MP 10 es la construcción y demolición con un ocho por ciento,
las fuentes móviles (autos, buses, camiones, etc) con un siete por ciento, la industria con un seis por ciento y en quinto lugar el aporte residencial con un cuatro por ciento (ver gráfico).
Para el caso del MP 2,5 está en segundo lugar las fuentes móviles con un 21 por ciento, la industria con un 19 por ciento y el aporte residencia con un 15 por ciento (ver gráfico).
¿Qué es el material particulado respirable (MP 10) y material particulado fino (MP2,5)?
Según el Ministerio del Medio Ambiente, el material particulado “son partículas de diámetro menor en suspensión y se dividen en MP 10 y MP 2,5 según su tamaño medido en micrones (un micrón es la milésima parte de un milímetro). De este modo, el MP 10 son partículas cuyo diámetro es menor o igual a 10 micrones, mientras que el MP 2,5 son partículas con tamaño menor o igual a 2,5 micrones. Por su tamaño, el MP10 es capaz de ingresar al sistema respiratorio del ser humano y mientras menor sea el diámetro de estas partículas, mayor será el potencial daño en la salud. Por esta razón el MP 2,5 es de suma importancia, ya que puede llegar directamente hasta los alveolos y la sangre, trayendo consigo enfermedades respiratorias como el EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), insuficiencia cardiaca y otras.
Un viejo mal
El origen del problema de la contaminación atmosférica en Santiago y en Chile tiene una larga data, pero sólo comenzó a ser un tema de interés estatal cuando en 1996 se declaró la Región Metropolitana como zona saturada por ozono, material particulado respirable, Partículas Totales en Suspensión y monóxido de carbono, y zona latente de dióxido de nitrógeno. Esto originó la creación del primer Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA) de la Región Metropolitana (RM). Sin embargo, a pesar de que la capital fue por mucho tiempo el ícono de la contaminación atmosférica, en nuestro país son muchas las áreas declaradas como zonas saturadas y latentes por contaminación atmosférica, siendo actualmente las más relevantes Temuco y Padre Las Casas, Valdivia y Talca. Quizás uno de los casos más emblemáticos en este sentido se encuentra en el área de Ventanas, en la Región de Valparaíso, Comuna de Puchuncaví, la cual fue declarada zona saturada el año 1993 para anhídrido sulfuroso y material particulado. Sin embargo, el complejo industrial continúa funcionando con nocivas consecuencias para la población local.
En nuestro país, a pesar de la realidad expuesta, existe una falta de hábitos para los días con episodios críticos de contaminación, lo que no contribuye a mejorar la calidad del aire. Asimismo, carecemos de una “cultura” en este aspecto, ya que no existe adecuada información y educación por parte de las instituciones encargadas de hacer valer las regulaciones. Por ejemplo, muchos asociamos los episodios críticos de alerta ambiental, preemergencia y emergencia con restricción vehicular, sin embargo el PPDA de la Región Metropolitana contempla una serie de medidas asociadas que se extienden mucho más allá del uso vehicular. A continuación te nombramos algunas:
Alerta ambiental
- Suspensión de clases de educación física y actividades deportivas
- Intensificación de la fiscalización por parte de las autoridades
- Reforzamiento del programa de aspirado y lavado de calles.
- Prohibición de funcionamiento de todo tipo de artefactos de calefacción residencial que utilicen leña y otros dendroenergéticos.
- Restricción vehicular.
Preemergencia ambiental
A los puntos anteriores se le suman las siguientes medidas:
- Restricción vehicular adicional y de automóviles con sello verde (catalíticos)
- Paralización de fuentes estacionarias (industrias y otros que superen un valor determinado)
Emergencia ambiental
A todas las medidas anteriores se le suman:
- Restricción vehicular adicional y de más automóviles con sello verde (catalíticos)
- Paralización de fuentes estacionarias (el valor máximo exigido es mayor)
El gran problema
El gran problema radica en la falta de medidas efectivas para combatir la contaminación ambiental, ya que a pesar de que en el papel el PPDA posee una serie de condicionantes para los episodios críticos, en muchos casos peca de ambigüedad y no se ajusta a la realidad. Lo primero se refiere a que a pesar de que en el PPDA se detalla que se deben “intensificar” las actividades de fiscalización para los episodios críticos, no señala específicamente cuales serán las materias que producirán esa mayor actividad fiscalizadora. Así mismo, a pesar de que se nombran las actividades a fiscalizar no señala un número base de control, sino que sólo indica que las entidades encargadas de la fiscalización deberán elaborar un informe de metas. Pero, bajo el supuesto de que el número de encargados en este aspecto no aumenta o lo hace a una escala menor, cómo podemos esperar que se aumente el poder fiscalizador de la Superintendencia del Medio Ambiente.
Otro gran problema está dado por la falta de multas realmente severas que se impongan a las industrias, muchas de las cuales prefieren pagar la sanción monetaria y continuar funcionando. Si bien en este aspecto se ha avanzado bastante, si las medidas de control no son acompañadas de mayor cantidad de fiscalizadores el sistema simplemente no dará abasto.
Finalmente, quizás una de las más grandes deficiencias del PPDA y su escaso acercamiento a la realidad está dado por la restricción vehicular. Según los datos del año pasado, el parque automotriz en Santiago alcanzaba 1.490.503 automóviles, y sólo el cinco por ciento, es decir poco más de 70 mil vehículos, estaba catalogados como no catalíticos. Esto significa que durante los episodios de alerta ambiental la restricción vehicular casi no tiene efecto en mejorar la calidad del aire, aun cuando 21 por ciento del MP 2,5 y el siete por ciento del MP 10 es producido por fuentes móviles.
Ahora: Alerta Ambiental
La realidad expuesta en Santiago constituye una radiografía al problema de la contaminación atmosférica en nuestro país, la que se genera por una cadena de mala planificación, falta de educación y escasos hábitos que produzcan cambios reales. Cabe preguntarse la real efectividad que tienen las políticas medio ambientales y sus normas asociadas (como lo es el PPDA) en la contingencia nacional y en las prioridades del estado. Es cierto que nuestro país tiene una deuda gigante con la construcción de un círculo de protección social, pero un crecimiento desequilibrado también traerá consecuencias nefastas en el largo plazo. En relación a esto último cabe mencionar la aprobación por parte de la Contraloría General de la República, durante el año 2013, del nuevo Plan regulador de Santiago, el que incorporará 10 mil hectáreas adicionales al límite urbano. Es decir, si bien el PPDA de la Región Metropolitana es un instrumento que está en constante evolución y mejoramiento, cómo podremos abordar el problema ambiental si no existe una política real de ordenamiento territorial que contribuya a avanzar en este aspecto. Si actualmente el plan de descontaminación no da abasto, qué pasará cuando la capital continúe con este crecimiento acelerado siendo que ya está declarada zona saturada de material particulado.
Estas son sólo alguna de las inquietudes que muchos expertos han manifestado, y es que la contaminación en nuestro país no sólo responde a una parámetros ambientales, sino que es consecuencia directa de un problema urbanístico, arquitectónico y escasa discusión.