Valdivia: la perla del sur bajo alerta por la contaminación de la leña
Tal medida se enmarcaba dentro de las acciones a que da lugar la declaración de zona ambientalmente saturada conforme a Decreto Presidencial de 2013 (hoy en Contraloría).
Rápidamente, sin embargo, la Intendencia borraba con el codo lo que uno de sus organismos subordinados había escrito con la mano. Al otro día! se modificó la referencia a la leña certificada y se permitió el uso de leña seca.
El asunto es el siguiente. En todo Chile el saber popular enseña que Valdivia tiene sólo 2 estaciones: el invierno, y la de ferrocarriles. Por ello todas las familias anualmente deben hacer una alta inversión en calefacción, siendo la leña el principal recurso que se utiliza, ante el mayor valor o peligro a la salud de productos alternativos. El mercado de la leña puede simplificarse en 3 grupos: leña seca, leña certificada y leña húmeda, esta última generalmente de venta clandestina o fuera del cumplimiento de las exigencias ambientales y sanitarias. De ellas, la leña certificada –que exigía la Resolución original- representa apenas el 10% de la producción de leña en la zona.
Los mismos productores y organismos que la certifican reconocen que se trata de un mercado “nicho”, y en ningún caso, un mercado “de masas”. Por otro lado, si un metro de leña seca vale entre $20.000 y $25.000, uno de leña certificada va entre los $35.000 a $45.000. Imagínense que un hogar requiere al menos 6 metros para el invierno, por lo bajo. Aún más, la venta de leña certificada se hace con factura (por lo que el precio se incrementa en un 19%) y sobre 3 metros, es decir, no se gastará menos de $100.000 aprox.
Además del factor económico tenemos también los problemas de salud asociados. Se entiende que una medida de descontaminación tiene como finalidad prevenir problemas relativos a la salud pública, pero con los niveles de inequidad de nuestro país, siendo Valdivia una de las ciudades con mayor desempleo de Chile, conseguir estufas de última generación o leña de buena calidad (que inevitablemente será la tendencia) hace aún más difícil la tarea. Aplicando la medida en su letra, se deja desprotegidos - sobre todo- a niñ@s y ancian@s que durante los días de restricción se verán obligados a pasar frío y por tanto a aumentar el riesgo de enfermedades respiratorias tan comunes en estas fechas. Las otras formas de calefacción no parecen ser opción, al ser energías no muy limpias y cuyas emanaciones traen diferentes riesgos en el hogar. Finalmente, calefaccionar el hogar en horas anteriores al inicio de la restricción parece aún más difícil, pues las jornadas laborales hacen que l@s trabajador@s no lleguen a su hogar antes de que el horario de restricción comience. Todo parece indicar entonces que el lugar común de la frase “pero se pone un guatero y a la cama” parece un tanto simplista.
Con estos antecedentes, aparece como evidente el despropósito de dicha medida, hoy revocada. Sin embargo, este “bochorno” pareciera haber pasado desapercibido ante la hábil maniobra del Intendente Montecinos. Pero, el objetivo de estas líneas es precisamente evitar que pase desapercibido, no por majadería, sino por la seriedad que reviste el tema.
Como ya lo saben nuestros vecinos de la Araucanía, no será fácil disminuir los niveles de contaminación del aire, atendiendo a la particularidad de que la principal fuente de la contaminación sea la emisión domiciliaria. En una ciudad en que la industrialización sólo queda en los Museos y las nostálgicas historias de los abuelos, no es raro que sea así. A nuestro pesar, son nuestras propias familias las que más contaminan. Pero, una cosa es contaminar, y otra ser responsable de aquello. ¿Cómo responsabilizar a las familias de la contaminación con las limitaciones estructurales a las que están sometidos, como arriba se explicó?
Siendo de origen domiciliario, y no industrial (aunque por supuesto las industrias también deben tener restricciones, ya que no es que no emanen nada), lo que resulta claro es que el Gobierno no podrá resolver el asunto sin la sociedad. Por ello es que resulta importante colocar el acento en las vacilaciones de la medida tomada y rápidamente modificada. Representa en términos sencillos, precisamente lo que NO hay que hacer. Se desnudó la forma en como la burocracia encerrada en las oficinas de los organismos del Estado se desconecta de la sociedad, sus problemas y sus preocupaciones. Aún más, no se ha demostrado distancia con la sociedad valdiviana, sino además, distancia con “lo técnico”, aquello que caracterizó a la Concertación durante 20 años, llevándolo incluso a formar una casta de ellos (la tecnocracia), que en varias ocasiones adoptaron decisiones relevantes para el país, sustituyendo la deliberación pública. Esta vez, ni a los técnicos se les escuchó.
La Región de Los Ríos ya ha cumplido 8 años. Sólo ha conocido a Bachelet y Piñera como Presidentes, y si bien su creación abrió promesas de desarrollo, modernización y oportunidades, hoy se puede decir que lo único que ha podido hacer la nueva región es instalar una burocracia. Poco se puede decir del desarrollo, la modernización y las oportunidades. Ese es el problema al que se enfrenta el Intendente que nos invita a formar una “Región Modelo”.
Que una región sea modelo significa que la forma como se organiza, como se gobierna y como se vive, es un ejemplo para el resto del país, con miras a superar la centralización estructural del país. Pero, precisamente no es modelo una región que ante problemas que lo colocan a la vista de todo el país, termina golpeando a sus familias, a la sociedad. Tampoco es una región modelo aquella que recurre al “populismo” para compensar el despropósito de sus medidas, ya que lo que no se modificó es la división del territorio valdiviano en polígonos para aplicar las restricciones y fiscalizaciones. De este modo, las poblaciones más pobres no se incluyen dentro de ellas, a pesar de que también contribuyen, y de manera importante, a contaminar. No se trata, sin embargo, de que se extienda a ellos la restricción, al contrario, se trata de que el nivel de contaminación en Valdivia no resiste parches y medidas parciales. Se requerirá de la búsqueda de una solución integral que incluya medidas medioambientales, de salud, energéticas, de vivienda y sobre todo de participación social.
Pronto al Gobierno Regional le tocará llevar adelante un Plan de Descontaminación Ambiental. Esperemos que no vuelva a olvidarse a la sociedad en él. Esperemos que lo ocurrido no sea expresión del distanciamiento que por años se empeñó la Concertación en construir con la sociedad, sobre todo en una Región que si algo tiene de “modelo” es su profundo entretejido social con elevada conciencia medio-ambiental. Pero, no debe olvidarse que hay condiciones estructurales (desempleo, bajos salarios, altos precios, etc.) que hacen que la conciencia ambiental no sea suficiente, se requerirán transformaciones estructurales con alta participación de la sociedad.