La llegada de Sergio Muñoz a la Corte Suprema: ¿de qué magnitud serán los cambios?
El pasado miércoles 18 de diciembre, Sergio Muñoz fue electo presidente de la Corte Suprema. El magistrado de 56 años - el más joven de la historia en ocupar el cargo -, ingresado al máximo tribunal del país en 2005, destaca por emblemáticos procesos como el Caso Riggs, Spiniak y diversos otros vinculados a la violación de los Derechos Humanos, como el asesinato del presidente de la Anef, Tucapel Jiménez.
Sus primeras declaraciones a la prensa destacaron por su empeño en marcar el rol de los trbunales como defensores de las personas, queriendo también escuchar a la ciudadanía.
La abogada y ex Defensora Nacional, Paula Vial, en entrevista para El Desconcierto, se refirió a las proyecciones que tendrá el ejercicio de Muñoz en el cargo.
[caption id="attachment_9056" align="alignleft" width="300"] Sergio Muñoz estará en el cargo por dos años.[/caption]
Muñoz habla de escuchar a la ciudadanía, sintonizar con ella. Mencionó también la necesidad de representar de mejor forma la "soberanía popular" para los puestos de elección indirecta ¿Cómo proyectas esa sintonía en los próximos dos años que estará en el cargo?
Él ha demostrado en sus actuaciones buscar generalmente esa sintonía, pero además responde a los cambios que ha vivido el país, y él como autoridad máxima de uno de los poderes del Estado, obviamente tiene que estar a tono con aquello, y me parece por lo tanto particularmente pertinente que no sólo tenga la disposición, sino la certeza de que es así como tiene que enfrentar el cargo que le corresponde ejercer ahora.
Los jueces chilenos han mostrado cierta insensibilidad en algunos fallos sobre temas que la sociedad chilena viene discutiendo hace tiempo, específicamente en casos donde, tras el dictamen, se ha tenido que recurrir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como el Caso Atala y la violación de derechos al pueblo mapuche ¿Crees que habrá avances en ese sentido?
Yo espero. Igual sería una agenda bien ambiciosa. Finalmente lo están nombrando presidente de la Suprema y es un período corto. Uno tiene que ser también realista en los tiempos. Pero me parece que en general es posible observar en la Corte integralmente esta adaptación a los nuevos tiempos, a las nuevas necesidades, nuevos requerimientos de la ciudadanía, exigencias que tienen que ver con el respeto irrestricto de los Derechos Humanos, con la incorporación de éstos, del derecho internacional a nuestro país y por lo tanto me parece que es probable que el signo de su presidencia y del resto de los Ministros que lo acompañan sea precisamente en esa línea. Me refiero a que ese tipo de fallos puedan darse también en nuestro país sin necesidad de recurrir a organismos internacionales. Ahora, si es necesario, es importante que siempre exista esa instancia.
¿Cuáles son los espacios para que los cambios culturales de la sociedad se incorporen al derecho y se tomen en cuenta también en el criterio jurídico con que actúan los jueces?
Desafortunadamente creo que la pretensión de ir a la par es un poco utópica. Generalmente el derecho va más atrasado que la evolución de la sociedad y ahí es donde la mano de los jueces puede resultar importante, porque en la interpretación de la norma que ha sido construida, a lo mejor desde una realidad distinta, pueden actualizarla a lo que son los intereses de un momento histórico y social determinado.
¿Cómo analizas las críticas por parte del empresariado al rol que han jugado los tribunales de justicia en materia energética y de las Isapres, donde Sergio Muñoz ha tenido un papel importante?
Yo creo que finalmente los jueces han respondido a una falta de institucionalidad representada, que ha permitido o que ha exigido que en determinados escenarios la mano de la judicatura para resolver conflictos. Yo creo que se trata de un ámbito que requiere de mucha reflexión, de mucho cambio. Hay que avanzar en materia de legislación y con ello los tribunales irán a tono. Al empresariado lo que le ocurre es que se generan, en este escenario de incertezas, de ambigüedades legislativas, un desconcierto a veces con las resoluciones judiciales, pero que en el fondo responden a los intereses sociales del minuto. Entonces en la medida que logremos sintonizar nuestra legislación, ponerla a tono con lo que es nuestra realidad actual, probablemente los empresarios van a gozar de más certeza y no enfrentar estos fallos de manera sorpresiva.