VOCES| Subsecretario Galli: Tal vez se acordó con nostalgia de Patria y Libertad al "cocinar" su declaración pública
Para el subsecretario del Interior –da lo mismo su nombre– las armas de los terroristas son “utensilios” de poca importancia, salvo el utensilio ametralladora UZI, “que es un arma prohibida”, tan prohibida y letal –imagino– como pueden serlo el utensilio honda, el utensilio quisca y otros utensilios –más bien armamento de guerra– que por ejemplo uno puede encontrar cerca del utensilio parrilla. Utensilios cortopunzantes –armas blancas para las carnes rojas– que para mayor gravedad son populares.
Dan ganas de responder con un utensilio inmaterial de grueso calibre. O de salir a tocar ese peligroso utensilio de cocina llamado olla que es parte de ese arsenal o batería de cocina donde sobresale el utensilio cucharón, arma casera que la ciudadanía indignada utiliza para abollar sartenes, pailas y otros utensilios ruidosos, desafinados y para colmo democráticos.
[Te puede interesar]: HUMOR| Utensilios 2.0
En la política chilena han sido significativos los utensilios. Para los radicales fue muy importante el utensilio-cucharón y para los ibañistas el utensilio-escoba fue emblemático. En la DC la pala de Tomic fue un utensilio de poco uso, pero potente. Para qué decir la marcha de los utensilios “ollitas vacías” y el utensilio linchaco durante la UP; y el noble utensilio olla-común en los peores momentos de nuestra historia, asociado al utensilio lápiz para ganar plebiscitos. Hoy día la cocina, con todos sus utensilios, ha sido vital para cocinar los presupuestos de la nación.
El subsecretario tal vez tenía que poner la mesa para que almorzara su ministro –tan Delgado– cuando se le ocurrió usar la palabra “utensilio”. No creo que solo sea falta de vocabulario. O tal vez se acordó con nostalgia de Patria y Libertad al momento de cocinar su declaración pública. En todo caso, utensilios del barrio alto, del triángulo del rechazo.
En fin, no creo que el tipo estuviera pensando que una ametralladora es equivalente al batidor de mano para que suba la espumita, ni en la cucharita de té con que las niñas se encrespan las pestañas ni en la populárica cuchara de palo tan útil para revolver la mermelada y otros usos revoltosos. Es mejor pensar en el pebre cuchareado que en el utensilio calzador de zapatos, bototos y botas. Valga esta estupidez para incrementar la colección de nuevos eufemismos con que nos (in)forma nuestra educación cínica: “establecimientos de larga estadía para adultos” o sea: asilos de ancianos; “personas en situación de calle”, o sea: pobres sin casa; “utensilios”, o sea: armas de los terroristas de derecha. Sus utensilios… ¿de qué calibre son?