Una discreta política exterior: Un balance preliminar
El escenario
Recordemos: el triunfo en las presidenciales de Gabriel Boric resitúa favorablemente la imagen internacional de Chile, alicaída por el rotundo fracaso de la administración del presidente Piñera. El cambio de Gobierno debería marcar un punto de inflexión en la política exterior, en cuanto a superar una diplomacia atrapada en los cánones del siglo XX y, destinada a responder con viejos paradigmas en este ámbito.
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En este marco, proliferan las opiniones de lo que “debiera ser” la política exterior de un presidente y de un gobierno que albergaba la perspectiva de una política de RREE diferente. Una que traspasase el tan mentado status de una “política de Estado”, concepto a lo menos discutible, y de una gestión corporativa un tanto ensimismada.
Este cambio, ¿ha ocurrido con el correr de la primera mitad del gobierno del presidente Boric? La respuesta no es fácil, más aún, el análisis correspondiente.
Lo valorable
Si se realiza un somero balance de este llamado primer tiempo del gobierno actual, podemos rescatar en primer lugar la impronta de la defensa irrestricta de los derechos humanos. Esto marca el enfoque del gobierno tanto a nivel nacional como internacional en donde convergió la trayectoria profesional de la ex canciller A. Urrejola, experta en políticas de DDHH en la región (ALyC) con las convicciones y los principios propios del presidente Boric. Los ejemplos de las condenas de violación de los DDHH en el plano global y regional asumidos por el presidente son de conocimiento público, nacional e internacional.
Vale la pena enunciar como un segundo elemento la firma del Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe -Acuerdo de Escazú-, que fue ratificado por el Congreso.
La firma del Acuerdo –eludida por el gobierno de Piñera, como el de Migraciones- es un paso estratégico hacia reposicionar a Chile en la que se ha dado en llamar “política turquesa”, marcada por la acción frente al cambio climático y la preservación de los océanos.
Un pilar estratégico que empezó a signar la política exterior del país, es el componente feminista en las relaciones exteriores. Por citar algunos ejemplos, la nominación de embajadoras mujeres en países y organizaciones internacionales, como en Naciones Unidas, en UN-Ginebra, en México, Colombia, recientemente en el Reino Unido, Ecuador y otros destinos destacados de la política exterior, son una prueba de ello. La política feminista en las RREE ha llegado para quedarse.
Otro elemento importante de la política exterior es el cuarto sostén: la posición de independencia de Chile en el tablero global. “Practicaremos la autonomía política a nivel internacional, sin subordinarnos nunca a ninguna potencia y cautelando siempre la coordinación y cooperación entre los pueblos” subrayó el presidente muy al principio de su mandato.
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Esto, lo ha demostrado, en su crítica certera a los gobiernos autocráticos en la región, Venezuela, Nicaragua, por nombrar algunos, en la denuncia de la invasión de Rusia en Ucrania y recientemente ha criticado duramente las acciones terroristas de Hamás en su cruel atentado del 7 de octubre del pasado año en territorio israelí, así como al gobierno sionista de B. Netanyahu por su “guerra” genocida y de tierra arrasada en el territorio de la franja de Gaza.
Muy importante, en los últimos días, ha sido la condena enérgica del gobierno y el presidente de Chile de la violación a la inmunidad diplomática de la embajada de México en Quito, Ecuador. Estos 4 pilares mencionados son elementos destacables en la política exterior del gobierno en este primer tiempo, pero sigue existiendo la sensación de una política exterior discreta y, en determinadas ocasiones, muy frágil en las decisiones políticas.
Lo desfavorable
1-. El tan odioso tema de la integración regional: “Vamos lento porque vamos lejos, y no vamos solos, vamos con ustedes” parte del discurso de asunción a la presidencia de Boric, el 11 de marzo 2022 en La Moneda. Esta alocución podría ser muy bien aprovechada para interpretar la necesaria consolidación y fortalecimiento de la integración regional y bilateral con los países vecinales y del continente: “(…) Basta con mirar con distancia a nuestros países vecinos, somos profundamente latinoamericanos, desde aquí, desde este continente haremos esfuerzos para que la voz del Sur se vuelva a escuchar firme en un mundo cambiante”, expresó el presidente en ese discurso oficial. Pero que ha pasado al respecto: en lo medular ha quedado esta postura de integración en la región más bien en la retórica que en los hechos concretos. En la relación hacia los países vecinales, si bien ha habido señales, han sido más bien tenues.
La iniciativa del presidente Lula y otros mandatarios de revitalizar la integración en la región a través de refundar UNASUR fue postergada. Lo que se plasmó en la Cumbre de Brasilia (mayo 2023) fue tan sólo una Hoja de Ruta del Consejo de Brasilia. Se creó un Grupo de Contacto, integrado por los Cancilleres que tiene como objetivo central hacer el seguimiento de lo acordado en esta Cumbre. Brasil, asumió su presidencia durante el año 2023 y, a partir de este año, 2024, la asume Chile, cuestión que le atañe al actual Canciller Alberto van Klaveren y a su equipo. El pronóstico de una nueva iniciativa de integración regional, es a lo menos, incierto.
2) El postergado ámbito de la necesaria modernización del Ministerio de Relaciones Exteriores. Han habido iniciativas al respecto, a lo menos en algunos gobiernos de la Concertación y en el de la Nueva Mayoría. Una profunda reforma, continúa siendo una deuda en el ámbito de las relaciones exteriores e internacionales del país.
Hay la opinión fundada, de que el aparato de Cancillería no estaría acorde a los nuevos desafíos del mundo de hoy. Sigue siendo frágil para el diseño, planificación y ejecución de una política exterior que deje atrás el status quo y, la política de la diplomacia meramente económica y comercial -cuestión importante- pero no suficiente.
Paralelamente, se observan, pocas iniciativas de relacionamiento con la sociedad civil en los temas internacionales. Es débil, el contacto con organizaciones gremiales, sindicales, empresariales, organizaciones medioambientales, de mujeres, de intelectuales, con universidades, con centros de pensamientos o fundaciones políticas abocadas y relacionadas estrechamente con los temas internacionales.
Que hacer
El nuevo rumbo de la política exterior debiera abocarse a enfrentar los grandes desafíos geopolíticos del mundo actual, incluyendo la inestabilidad internacional, lo migratorio o el impacto de las nuevas tecnologías y de la Inteligencia Artificial (IA), que no son temas meramente nacionales, sino globales, y aproximarse fundamentalmente a los desafíos relacionados con la región y las naciones vecinales.
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Para todo lo enunciado se necesita una Cancillería robusta, profesionalizada con equipos de trabajo multidisciplinarios en estas grandes áreas y temas, aprovechando el conocimiento y formación del personal de la institución, pero también provista de analistas y expertos/as externos a la Cancillería, para así tener una institución con alta densidad profesional y conceptual.