Fundaciones educativas de la Iglesia: el caso Colegio Seminario Menor
Les contaré de una historia, que ocurrió en la Iglesia católica de Santiago, en una institución de educación nacida en 1584, a pocos años de la llegada de los españoles a nuestra patria. Se trata del Seminario de Santiago, creado ese año para la formación de los futuros sacerdotes, según los rasgos definidos en el Concilio de Trento. Es la institución educacional más antigua de Chile, porque contaba con un Seminario Menor, pensado para educar a los niños en la idea que después siguieran su camino al sacerdocio (el Seminario Mayor).
Es el mismo Seminario de Santiago que don José Miguel Carrera usó como base para la creación del Instituto Nacional, en conjunto con el Convictorio Carolino de los Jesuitas y la Academia de San Luis, de don Manuel de Salas. El mismo establecimiento educacional en el cual se educaron los Presidentes Federico Errázuriz Echaurren, José Manuel Balmaceda, Germán Riesco y Eduardo Frei Montalva. Es el Colegio Seminario Menor de Santiago, que nos ha acompañado en nuestra historia hasta hoy, ya sea antes como Seminario de la Catedral, Seminario Conciliar de los Santos Ángeles Custodios o Seminario Pontificio Menor, el nombre actual.
Entre 1952 y 1954 fui alumno del Seminario Pontificio Menor de Santiago, que tenía por objetivo formar los futuros sacerdotes para la Iglesia católica. El año 1954 decidí salir de ese colegio pues sentía que no estaba en el sacerdocio célibe mi destino vocacional. Lo hice después de conversar con mis amigos sacerdotes Enrique Alvear y Carlos González Cruchaga, que serían después destacados obispos que jugaron un rol importante en la defensa de los derechos humanos en la dictadura, junto al Cardenal Raúl Silva Henríquez y varios más.
Cinco años más tarde, siendo estudiante en la Pontificia Universidad Católica de Chile para ser profesor de Historia, fui invitado por Enrique Alvear para desempeñarme como profesor de Historia en ese mi ex colegio. En 1962, previa aprobación del Papa, el Seminario Pontificio Menor de Santiago fue transformado de Internado a un colegio para alumnos externos. Dejó de ser el objetivo del Seminario la formación de futuros sacerdotes, sino la formación de niños y jóvenes para que siguieran la vocación de laico o sacerdote, según fuese la decisión de cada alumno.
Tratamos de conservar la calidad de Colegio Subvencionado, pero la subvención del Estado no nos permitía tener un mejor colegio y debimos transformarnos en un Colegio Particular Pagado. Con bienes provenientes de antiguas donaciones, pudimos crear un Fondo de Becas, independiente de los ingresos pagados por las diversas familias como colegiatura
En 1970, después de largos estudios, reuniones de padres en todos los cursos, y con las asesorías de profesionales idóneos, decidimos como Comunidad Escolar iniciar una experiencia educativa mediante un colegio que buscaba la Integración Social hasta cambiar la ubicación geográfica del establecimiento en pos de estar en un lugar de más fácil acceso para la diversidad de familias de la ciudad.
No se trataba de hacer lo que vimos en la película Machuca (un alumno de familia de escasos recursos entre 30 o más compañeros de familias acomodadas, en ese caso del colegio Saint George), sino de un colegio que buscaba idealmente tener un tercio de alumnos provenientes de familias de escasos recursos, otro tercio de alumnos de familias de clase media y un último tercio de familias de situación más acomodada.
Queríamos ser un colegio que se enriqueciera con valores de todos los sectores de la sociedad y formar a un hombre que se integra y enriquece en la diversidad, y que se centra en un amor que nos invita a reconocer la humanidad en todos los seres humanos.
Con el Fondo de Becas, pudimos cubrir los costos de la Integración Social dado que familias de escasos y medianos ingresos no podían pagar toda la colegiatura. Había otras familias que, por la cantidad de hijos que matriculaban en el Colegio Seminario Menor, no tenían los ingresos suficientes para pagar todas esas colegiaturas.
Entre 1970 y 1980 estuvimos recibiendo alumnos y familias en esa diversidad y en la unidad que nos daba reconocernos como hermanos, hijos del mismo Dios. En 1983, por dictamen del entonces Arzobispo de Santiago, Cardenal Juan Francisco Fresno, sin citarnos a ninguna reunión, se nos comunicó que ya no había más dinero para ese Fondo de Becas, pues se necesitaba más dinero para financiar al Seminario Mayor. Se nos dijo que era la primera prioridad ante un Colegio Seminario Menor que ya no era Seminario pues no tenía por único objetivo formar sacerdotes. Y así se acabó la Integración Social.
Cuando, en 2021, se cumplieron 60 años del Colegio Seminario Menor, se me pidió que escribiera un libro sobre la experiencia de su inédito proyecto educativo, que contribuí a crear a principios de los años 60, y así pude volver a relacionarme de nuevo con mi ex colegio.
Meses después, por unos mensajes de WhatsApp, me enteré que el Colegio Seminario Pontificio Menor desde hace años debe pagar arriendo por usar las instalaciones que siempre fueron del colegio y que por lo tanto los padres de familia no sólo financian la colegiatura sino el costo de un arriendo.
Confirmada la información de ese WhatsApp, pude saber que desde 1993 el colegio es dirigido por una Fundación Educacional que hace el papel de sostenedor; que esa fundación fue creada por el Arzobispado de Santiago y que otros colegios de la Iglesia católica están a cargo de fundaciones creadas por la autoridad eclesiástica y que también deben pagar arriendo por usar las instalaciones pues crearon esta figura legal para traspasarles a cada fundación lo que antes pertenecía al propio colegio. Tal como la figura que crearon las universidades para eludir la exigencia de no lucrar con la educación: creando inmobiliarias dueñas de los edificios, a quienes las universidades le pagan arriendo. En el caso del arriendo que paga el Colegio Seminario Menor, ese dinero se usa para apoyar a colegios del Arzobispado de Santiago que están con problemas de financiamiento.
No me extraña que la decisión de crear una fundación, y más tarde de cobrar arriendo, haya sido tomada por clérigos y sin ninguna consulta o participación de los laicos de la Iglesia, vale decir, toda la Asamblea del Pueblo, como fue a lo que nos invitó el Concilio Vaticano II.
Siento que aquí hubo un despojo al Colegio Seminario Pontificio Menor, comunidad de la Iglesia. Y nuevamente la Iglesia no está procediendo ni como Madre, que considera en sus decisiones a sus hijos, ni como Maestra, pues actúa como un ente autoritario.
Lo que les cuento es una historia verdadera, pues me parece increíble que ello sea verdad. Espero que no vayamos a tener que pagar entrada para ir al templo o que debamos cancelar un arriendo por celebrar algún otro sacramento en un edificio de la Iglesia.