Los riesgos de la PDT en tiempos de Covid-19
El proceso de admisión a las universidades está pasando por transformaciones importantes. Este año, en lugar de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), los postulantes están rindiendo una Prueba de Transición (PDT) que incluye una serie de cambios metodológicos en la construcción del instrumento. A pesar de la pandemia, la PDT se toma de forma presencial, exponiendo a quienes participan del proceso a una serie de riesgos de salud. Si bien las autoridades han tomado medidas para mitigar los riesgos, es sorprendente que se haya decidido aplicar la PDT de todas formas dado los enormes desafíos técnicos y sanitarios que conlleva.
Nos parece extraño que no haya habido debate sobre estos temas. El caso chileno no es único. En países donde se usan pruebas de este tipo, como Inglaterra, Francia o Suecia, se optó por modificar los exámenes o cancelarlos, debido a la pandemia. En países como Estados Unidos, se han ofrecido versiones online de diversos tests. Es claro que las pruebas de tipo online conllevan otros problemas, pero podría haberse invertido en la tecnología necesaria o buscar alianzas con empresas que sí tienen la expertise técnica para ofrecer una versión online con un suficiente grado de seguridad. Desde un punto de vista ético, es inaceptable que a los chilenos se les haga escoger entre poner en riesgo su salud y entorno o posponer su posibilidad de acceder a la educación superior.
Es importante tener una discusión sobre el rol que juegan las universidades en todo esto. Las universidades chilenas no tienen capacidades instaladas para seleccionar alumnos sin el uso de pruebas estandarizadas. Las oficinas de admisión en Chile contrastan con aquellas de otros países en donde un grupo amplio de profesionales analiza la historia de cada candidato y considera una variedad de atributos para decidir sobre su admisión. El esquema de un sistema centralizado posee diversas ventajas de cara a los estudiantes: disminución del costo económico para postular, disminución de costos en las instituciones de educación superior al evitar duplicidad de funciones, tener una única prueba que rendir, etc. Sin embargo, la situación de este año muestra la necesidad de otras formas de evaluación distintas a las notas de enseñanza media/ranking o pruebas estandarizadas a fin de tener un sistema de admisión más robusto. Reconocemos que las pruebas estandarizadas ayudan al proceso de admisión y que superan muchas de las falencias técnicas de otros indicadores, sin embargo, nuestro sistema de admisión depende excesivamente de éstas.
Nos parece impostergable tener un debate público sobre la forma en la que se están implementando los cambios a la PSU. Concretamente, vemos algunas debilidades en la transición a la nueva prueba. Por ejemplo, la PDT utilizará ítemes con un nuevo formato y no todos los estudiantes habrán podido prepararse adecuadamente para estos. En un año normal prepararse para un nuevo formato de ítemes es un desafío, en un año de pandemia esto es más difícil aún de alcanzar. En un país tan desigual como Chile, esta circunstancia puede incrementar enormemente las brechas de tipo socioeconómico. En relación a este y otros temas técnicos, nos parece fundamental realizar estudios que permitan transicionar sin afectar la calidad de la evaluación. Consideramos que se debería implementar cambios de forma lenta y aceptar que la pandemia no es el contexto para pilotearlos.
Los cambios a la PSU van en la dirección correcta, pero la forma en la que se están implementando es riesgosa. Aún tenemos el recuerdo de la transición de la Prueba de Aptitud Académica (PAA) a la PSU, que generó un test de mala calidad con terribles consecuencias para Chile que podemos observar hoy con el paso del tiempo. Es urgente abrir el debate sobre la PDT y el sistema de admisión a las universidades chilenas, solo así podremos asegurarnos que las pruebas de admisión cumplan su función y que los cambios a la PSU tengan los efectos deseados.