El pasado lunes 21 de diciembre, el Ejército reportó un brote de coronavirus en la base chilena de la Antártica Bernardo O’Higgins Riquelme (BAE), dejando -hasta el momento- a 36 personas contagiadas.

Los afectados fueron evacuados por personal médico tras presentar síntomas y luego sometidos a exámenes PCR. “36 hombres resultaron ser positivos para COVID–19, de los cuales 26 corresponden a efectivos del Ejército y 10 son civiles de una empresa contratista que se encontraba realizando trabajos de mantenimiento programados en la base antártica”, indicó la institución castrense.

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Todo se pudo evitar

La llegada del COVID-19 al único continente que no había arribado, logrando que Chile otra vez fuese noticia mundial, de mala manera, por la pandemia, pudo haberse evitado, pues hace siete meses ya habían llegado advertencias al gobierno de Sebastián Piñera.

Así lo manifestó el senador Carlos Bianchi, quien en mayo envió dos oficios, uno al Ministerio de Salud y otro al Ministerio de Defensa, los cuales nunca tuvieron respuesta, menos acción.

“La situación precedentemente descrita, pone de manifiesto la preocupación respecto al control sanitario que se está efectuando por nuestro país al personal científico y de otro carácter que pasa por Chile para dirigirse a la Antártica y el que se está efectuando al personal que se dirige a las bases antárticas”, refleja el escrito fechado el 18 de mayo.

Ante esto, Bianchi indicó a Biobío que “hubo un abandono. El ministro de Salud simplemente anotó, pero no hubo ninguna reacción inmediata. Y el ministerio de Defensa hizo menos todavía. Nuevamente estamos ante un gobierno que sólo reacciona”.

Por su parte, el presidente del Colegio Médico de Magallanes Gonzalo Sáez, confirmó al mismo medio que jamás se respetaron los protocolos y cuarentenas para los viajes desde Punta Arenas a la basa Antártica.

“El contingente militar que debía viajar a la Antártica nunca cumplió la cuarentena, pues después del PCR no se tomaron los 14 días de aislamiento y tampoco fue fiscalizado”, acusó.