Carmen Gloria Quintana: "Bachelet me dijo que cerrará Punta Peuco en septiembre"
Carmen Gloria Quintana se ha convertido en una figura clave de la lucha por la justicia y el fin de la impunidad en Chile. De regreso al debate público, en entrevista con eldesconcierto.cl, la psicóloga explicó sus exigencias a las autoridades y las múltiples tareas que el país debe desarrollar para saldar sus múltiples cuentas pendientes con los Derechos Humanos.
La reapertura de su caso ha provocado un momento especial para la discusión sobre Derechos Humanos en Chile. ¿Cómo evalúa la respuesta de la clase política?
El revuelo que causaron los dichos del ex conscripto Fernando Guzmán me sorprenden, por una parte, porque llevo 29 años diciendo la verdad de lo que sucedió junto a una decena de testigos que fueron amedrentados y el mismo Rodrigo Rojas de Negri. A pesar de eso los tribunales no quisieron creer la verdad y condenaron a un solo oficial por 300 días, con pena remitida. Y ahora que un conscripto aparece develando la verdad, me parece que es un poco vergonzoso, si se quiere, a estas alturas. Pero por otra parte, mucho más positiva, agradezco al conscripto el haber sido valiente, a pesar de que han pasado 29 años, y que se haya atrevido a decir la verdad. Sobre todo porque esta verdad devela que al interior del Ejército, especialmente dentro de las Fuerzas Armadas, existe una política institucional de encubrimiento de crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura y esconden su cobardía detrás de estas mentiras, obligando a conscriptos a mentir y a hacer mal llamados pactos de silencio.
La reacción de los políticos es incierta. Hasta el momento todos me han recibido en distintas partes, pero son solo promesas, aún no veo nada concreto. Es vergonzoso que Contreras se haya muerto con estatus de general, que Pinochet se haya muerto sin ser juzgado ni condenado, y también como general y con condecoraciones. Es una vergüenza no sólo para nuestro país, sino también para las Fuerzas Armadas, que aún encubren a los asesinos y no han dado pruebas de limpieza frente a la democracia.
Mucha gente sostiene que ya es tiempo de exigir y no esperar más la voluntad los uniformados a la hora de entregar información. ¿Cómo podría concretarse esto? En el actual escenario pareciera que nunca van a decir lo que saben.
Yo creo que, de concretarse, tiene que haber detrás una voluntad política que exija, ya no más pedir. Ya basta de miedo, llevamos 25 años de democracia, una democracia ya sólida, y debería el poder político exigir a los mandos militares que están subyugados a su poder que entreguen toda la información. Me extraña que en este nuevo informe que salió sobre la muerte de Contreras, que con él mueren las posibilidades de buscar verdad y hacer justicia. Eso me parece engañoso, porque todos sabemos cómo funcionan las Fuerzas Armadas, que son jerárquicas y muy ordenadas, y pienso que al morir Contreras muere sólo uno más, quizás la cabecilla emblemática de los crímenes, pero aún quedan muchos otros cabecillas e información que ellos tienen y no quieren entregar. Y es por eso que yo creo que el Gobierno debe exigir que se entregue toda la información que se necesita para establecer la verdad y sobre todo para hacer justicia.
En mi caso, está demostrado que tienen la información. En las comisiones ellos entregaron una verdad a medias, una verdad falseada y en las mesas de diálogo hicieron lo mismo. Ahora con este caso se evidencia que ellos tienen una moral muy inmoral y poco ética y entregan la información cuando se les presiona o se les pilla, como a un niño chico. Eso da cuenta de que sí tienen la información y que no la quieren entregar sencillamente, porque son cobardes.
¿Qué opina de las sugerencias que han hecho algunas personas, respecto a la idea de intercambiar inmunidad como incentivo a entregar información?
A mí no me parece éticamente correcto, dado que nosotros somos un país que viene saliendo de una dictadura y algo así podría alentar a otros de, en un futuro, cometer otros crímenes y salir inmunes. Lo que sí me parece correcto es que cada quien sea juzgado según su rango y el hecho que cometió. En el caso de los conscriptos de bajos mandos, dentro del poder judicial existen alicientes para disminuir sus penas o para pagar con penas remitidas.
Hasta el momento los más valientes han demostrado ser los conscriptos y ahí hay que apelar a su moralidad y a su ética para que entreguen la información que tienen y termine el sufrimiento de muchas familias que aún esperan saber la verdad y encontrar a sus desaparecidos. Acá hay que terminar con los valores de mercado, que qué ganan y qué pierden, y apelar a valores profundos de humanidad, de verdad y justicia.
¿Por qué cree que han sido posibles los pactos de silencio en Chile? De una u otra forma son una expresión de insubordinación de los militares al poder civil.
Yo creo que, al principio, fue por una suerte de miedo, dado que no se creyó en el pueblo, se pensó que no estaba maduro para enfrentar la democracia. Y después, lamentablemente, los Derechos Humanos han sido una carta de negociación de parte de la Concertación, en un principio, sobre todo de los primeros gobiernos. Se han hecho pequeños avances, muy pequeños, como la Comisión de Verdad y Reconciliación, donde la verdad era bien a medias. De hecho, mi caso no se pronuncia y ni siquiera aparece mi nombre.
Después aparece el informe de prisión política y tortura, que impuso 50 años de secreto. Es muy extraño lo de esos secretos, cuando se sabe que en cualquiera de estos casos se requiere de un consentimiento informado por parte de las familias y ninguna de las víctimas lo supo. Pienso que se protegieron los nombres de los criminales y se negó el derecho de todo el pueblo a conocer a los genocidas y a las víctimas de violaciones de Derechos Humanos. Ya hemos tenido suficiente paciencia y merecemos toda la verdad y toda la justicia, no una verdad a medias ni justicia en la medida de lo posible.
Chile vive un momento especial, con generaciones que repudian toda herencia de la dictadura, tanto simbólica como material. ¿Qué piensa del rol jugado por los gobiernos de la Concertación en estos años? ¿Dejamos de estar gobernados por los principios de la dictadura?
Aquí hay muchos responsables que han salido limpios y que nadie habla de ellos. Por ejemplo, la dictadura fue civil-militar y hay una gran civilidad política que acompañó al dictador, que fueron sus ministros. A mi casa fue el ministro de Interior, García, fue el vocero De la Cuadra, Carvajal, como ministro de Defensa, y todos ellos dijeron que nos habíamos quemados solos y que esto era parte de una campaña internacional contra Pinochet. Ellos van a ser juzgados.
También hay otra civilidad que pasa piolita, que son los grandes empresarios que apoyaron el golpe, la dictadura y justificaron las matanzas para imponer un sistema económico que nos oprime a muchos chilenos hoy. Yo pienso que muchos de ellos tienen toda su riqueza manchada con sangre, la sangre de todas las víctimas que cayeron y que se oponían al régimen dictatorial de Pinochet. Todos ellos hoy están limpios, al igual que quienes cumplieron ese rol desde la prensa, como Agustín Edwards. Aparte de la condena valiosa que hizo el Colegio de Periodistas al expulsarlo, él no ha pedido perdón ni se ha arrepentido, pero fueron cómplices y encubridores de las miles de violaciones a DDHH en este país.
Hoy, ese modelo que ellos impusieron con fuego y armas, impera, tanto en lo económico, en lo cultural y en la prensa escrita, porque recordemos que el 70% de la prensa escrita está en manos de la derecha, a través de El Mercurio y de Copesa. Por lo tanto, también están, de una u otra manera, dictando lo que la gente debe pensar y creer respecto a lo que pasó en ese tiempo en Chile. Por eso el valor de medios como el de ustedes, de la prensa alternativa que se atreve a develar la verdad.
Usted decía que en los primeros años de democracia se hizo justicia en la medida de lo posible, tomando esta frase formulada por Aylwin. ¿Cree usted que la presidenta Bachelet piensa ir por mucho más?
Yo estuve conversando con la presidenta Bachelet y ella me comunicó que Punta Peuco se va a cerrar en septiembre y que también todas las medidas que yo le pedí, ella las va a hacer llegar como proyecto de ley al Congreso. Ahora hay un acuerdo bicameral de darle más que suma urgencia, evaluación inmediata, para que sea visto más rápido. Espero que los compromisos que ella hace sean efectivos y que realmente la Cámara de Diputados y Senadores estén a la altura de las demandas en las que los pone la historia, porque en estos momentos históricos realmente estamos viendo quiénes están por los Derechos Humanos y comprenden su esencia y valor y quiénes no.
Hasta el momento, quienes no han dado ninguna señal de comprensión ha sido el Ejército y las Fuerzas Armadas, que se han mantenido callados, cómplices, y nos dan señales de que ellos siguen protegiendo a los poderosos de este país y no están al servicio del pueblo. Al parecer siguen con la doctrina del enemigo interno cuando se supone que ellos deben proteger a toda la ciudadanía contra ataques externos.
La muerte de Manuel Contreras dejó una sensación de amargura entre quienes esperan por justicia respecto de las violaciones de los Derechos Humanos ocurridas en dictadura. Al parecer, existe consenso de que en este caso, y pese a sus 500 años de condena, aún siguen muchos torturadores libres e incluso trabajando en centros médicos.
Me parece muy inmoral que haya muerto con el grado de general y vestido de honores. Me parece una afrenta a toda la humanidad, no sólo a los chilenos. Se violan los derechos de todos en el mundo cuando son los Estados los que atacan a la población por el hecho de pensar diferente.
Me parece que hay una deuda, yo me pregunto quién nos paga los 500 años que le faltaron a Contreras por cumplir, en términos éticos y morales. Contreras no era un loco desatado que va a una escuela y dispara, era una persona consciente de lo que hacía, respondía a un mando militar que era Pinochet y toda la dictadura civil-militar, por lo tanto él no estaba solo en esto. Hay otros que tendrán que responder política, ética y moralmente frente el país, como las instituciones. Una forma de responder sería entregar toda la información que tienen y han ocultado sobre violaciones a los derechos humanos. O Ellos van a quedar para siempre marcados con sangre.
¿Qué tan necesario le parece esta idea que ha sido formulada por parlamentarios como Camila Vallejo, por ejemplo, de reformular la educación que reciben los militares en Chile?
Dentro del currículum de Manuel Contreras aparece que él fue formado en la Escuela de las Américas y los militares siguen con esta idea de la guerra fría y el enemigo interno. Yo creo que la educación en Derechos Humanos ha sido una gran deuda que tiene la Concertación y la Nueva Mayoría con todos los chilenos. La educación de las Fuerzas Armadas ojalá sea ejercida, tanto por el Instituto de Derechos Humanos, como por el Museo de la Memoria.
Creo que el currículum escolar de todos los niños chilenos debe considerar una cátedra obligatoria de Derechos Humanos y comprensión de civilidad, como también en universidades. La idea es que todos sepan, lo importante es con qué memoria nos quedaremos después de esto que ocurrió. Si va a ser una memoria fija, estancada en el dolor, o será una memoria constructiva, que apele al nunca más, pero que esté basada en la verdad y la justicia, aunque sea tarde, pero que llegue.
¿Qué rol cree usted que juega en el futuro de Chile el fin de la impunidad, después de todos estos años?
Un gran rol. Yo pienso que el fin de la impunidad no es solamente la verdad y la justicia, cuando uno habla de esto establece un orden de todas las instituciones que fueron desvirtuadas durante la dictadura, sin cumplir con su rol. Por ejemplo, el Poder Judicial dejó de hacer justicia durante muchos años, sólo después del juicio a Pinochet comenzaron a juzgar a los responsables, lo cual me tiene muy contenta. Espero que todos los jueces vayan por el mismo camino.
Vemos que el Ejército no vuelve a sus cuarteles y a obedecer al poder civil. Todavía nuestros legisladores y el poder Ejecutivo tienen miedo del poder militar. Entonces el fin a la impunidad va a significar que el orden se vuelva a establecer, que el pueblo vuelva a confiar en sus instituciones y poder decir que por fin terminó la transición, porque la democracia va a estar basada en valores reales, como la verdad, la justicia y la solidaridad entre chilenos. Hoy seguimos con un modelo neoliberal impuesto por Pinochet. El fin de la impunidad tiene muchos símbolos quien van más allá incluso de la verdad y la justicia.