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Eugenia Prado Bassi: “Mi escritura es tejido, registro, costura, una tela donde se van hilando historias para la emancipación”

Eugenia Prado Bassi: “Mi escritura es tejido, registro, costura, una tela donde se van hilando historias para la emancipación”

Por: Francisca Palma | 19.12.2025
Próxima a celebrar cuatro décadas en la escritura, dos décadas en la edición y presentar tres nuevos títulos de su proyecto editorial, la escritora repasa sus inicios en la escena literaria, de la mano de otras artistas, su escritura en reflexión sobre el impacto de las tecnologías, y su proyecto Palabra Editorial. Todo esto, a propósito de un evento el sábado 20 de diciembre en Espacio Yala, abierto y gratuito.

Una vida dedicada a la literatura. Más bien, a la palabra en todo su espesor, ampliándose a diversos dispositivos. Escritora, editora y diseñadora gráfica, Eugenia Prado Bassi (1962) está pronta a celebrar cuatro décadas de trabajo en torno al libro y la creación, hito para el cual convocó a un grupo de artistas, creadores y académicos y académicas para revisar su trayectoria como autora y gestora, consagrada recientemente con la traducción de su más reciente novela “Advertencias de uso para una máquina de coser” al italiano, a la que se suma una edición en Perú, publicada recientemente.

La celebración se realizará el sábado 20 de diciembre a contar de las 18:30 horas, en Espacio Yala (República 11, Metro República). Los libros presentados “Hembros: asedios a lo posthumano”, a cargo de Mónica Barrientos y Eugenia Brito; “Ecos maquínicos, multimedialidad y cuerpo en Petronila Escudero”, con la moderación de Tomás Mandiola y una lectura de Eugenia, su autora. Tras el cierre de la presentación de este libro, se realizará una performance de Petronila Escudero y Lobsang. Para finalizar, con el lanzamiento de “Devenir Océano”, en escritura conjunta con Miguel Denis Norambuena, consultor psicosocial independiente y artista, cuya presentación estará a cargo de Fernanda Moraga y Mirka Arriagada. 

La trayectoria de Eugenia Prado Bassi se inicia con “El cofre”, (Caja Negra, 1987); seguido de “Cierta femenina oscuridad” (1996), “Lóbulo” (1998) “Hembros asedios a lo posthumano”, novela instalación, (2004), “Desórdenes mentales”, obra de teatro, (2005), “Objetos del silencio, secretos de infancia” (2007) por Editorial Cuarto Propio; “Dices miedo, novela visual” (Ceibo, 2011); “BluViví y Gusaringo viajan en la marcianave” (Ceibo, 2014). En 2017 publicó “Advertencias de uso para una máquina de coser” (editorial carnicera). Actualmente, todos sus títulos han sido reeditados por Palabra Editorial  -su proyecto- y estarán disponibles en el evento, además del resto de sus títulos.

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—Iniciaste tu carrera de escritora en los ochenta. ¿Cómo describirías el escenario en que partes con tus publicaciones?

Partí con mis libros y el diseño, todo junto en los ochenta. Mi primer libro parte el año del Congreso de Literatura Femenina Latinoamericana de 1987, para el que participé en algunas de las reuniones organizativas previas invitada por Diamela Eltit, a quién conocí a través de Eugenia Brito, y a su vez, a través de Pía Montalva. En esas reuniones escuché, por primera vez, hablar de feminismos, género, memoria, pensamiento crítico, activismos, micropolíticas. Ahí conocí a Nelly Richard, Raquel Olea, Carmen Berenguer, entre otras. Estaba embarazada de mi primer hijo, Gaspar, que nació tres meses antes del Congreso, con una creatividad a toda prueba. Siento que de ahí en adelante, en el encuentro de todas esas mujeres se abrió un espacio simbólico para las creadoras que veníamos más atrás, ahí nace mi proyecto de escritura. 

Desde entonces, he actuado con la convicción de que hay que atreverse a desafiar las fuerzas homogéneas y mediocres de la regla. Es lo que he hecho, sin ceder ni transar,  durante casi cuatro décadas, seguir escribiendo, trabajando y desarrollando “desde la libertad y el desborde”, citando a Diamela Eltit refiriéndose a mi libro El Cofre; con mis artefactos críticos, políticos, creativos. Ahí están mis enunciados, mis textos difíciles, mis ideas y mi resistencia. 

Compartir con mujeres pensadoras, teóricas, creadoras tan brillantes y sus distintos saberes me abrió un mundo cuando estaba recién partiendo en la escritura y siento que fue una marca poderosa. Con la mayoría nos llevábamos por doce o más años, y no sé si alguna vez abrí la boca en todas esas reuniones. Yo venía del mundo del diseño y de una universidad cuica, pero también de un mundo en construcción. Me había ido de la casa paterna, vivía sola y eso me ponía en un lugar distinto. Ese año 1987 sentí que florecía por todas partes. Agradezco la suerte de compartir y conocer a todas estas mujeres superpoderosas capaces de crear un tejido heterogéneo, rico, rebelde y emancipador. Con algunas nos vemos y aun somos amigas, treinta y ocho años después son parte de mi mundo y mis afectos, con la presentación de Diamela Eltit de mi libro “El cofre” en La Caja Negra, se cierra la fuerza de una pertenencia profunda.

-Has escrito y escribes desde cuentos infantiles hasta novelas de temáticas complejas. ¿Cómo te vienen los proyectos que eliges tomar para escribir? 

Por ejemplo, El Cofre partió el año 81, lo empecé a escribir en mis cuadernos de la escuela. Ahí se cruza mi escritura con el diseño, ambas se fueron dando mientras estudiaba en la universidad. El 87 fue para mí un año atómico, estuve trabajando en mi proyecto de título como diseñadora gráfica con “La prisionera del bosque”, aún inédito, un cuento infantil ilustrado, con ilustraciones, páginas, pliegues y troqueles, que escribí, ilustré y diseñé, para dar carácter de objeto al libro e incentivar la lectura en les niñes. 

Me costó inscribir el proyecto de título, el director de la escuela insistió que no podía ser escritora y diseñadora a la vez, eso me lo contó mi profesora guía después, que era de diseño textil, no gráfico. En paralelo al proyecto, había empezado a escribir El cofre, novela experimental publicada gracias al apoyo de amigos y amigas de la Caja Negra, que generosamente se ofrecieron con aportes para la impresión de los ejemplares en una imprenta en San Diego. La dictadura se percibía como amenaza permanente. La escritura empezó a ser una pulsión y una urgencia. A veces me sorprendía de mis propios textos, porque capturaban atmósferas tan poco definidas y a la vez tan reales de un tiempo, un lugar, una época. Trabajé mucho cada frase, daba vueltas las palabras, pensaba cómo decir sin decir, y así se fue armando el manuscrito que condensaba una fuerza joven por espacios de pertenencia. Busqué desde los primeros textos jugar con el lenguaje, ocultar, torcer, ir contra, dar con algo que tuviera sentido y que también pudiera servir para otras cosas, como los objetos, como el diseño, como las formas. Me interesaba explotar las creatividades asociadas al sonido y también al sentido. Y como te decía, no es lo mismo partir sola que tener el privilegio de participar o asistir a aquellos cruces con escritoras, pensadoras, creadoras con las que nos seguimos encontrando en la poesía y los libros durante los años noventa. Luego, de algún modo siento que nos cayó encima y con más fuerza el mundo neoliberal, con su competitividad, sus discordias y muchas de nuestras complicidades empezaron a desvanecerse.

-Parte de tu trabajo se enfoca en la relación del cuerpo con las tecnologías. ¿De dónde viene esa inquietud?, ¿cómo recuerdas que fue recibido este tópico cuando lo comenzaste a plantear? 

Empecé a trabajar por primera vez en una oficina de diseño el año 1989. Ya estaban en Chile los primeros computadores portátiles, ahí conocí una cajita pequeña un Macintosh, blanco y negro con disquettes, aprendí programas de diseño que se fueron enlazando con mi literatura en la diagramación de mi primer libro hecho en Page Maker “Cierta femenina oscuridad”, y de ahí en adelante no salí nunca más de la máquina. Trabajé en una oficina de diseño que tenía entre sus clientes bancos y empresas corporativas, pero, a la vez, desde el año 96 empecé a trabajar para Editorial Cuarto Propio, en el diseño freelance de libros y portadas. 

A medida que avanzaba la tecnología, los textos buscaban nuevos soportes, desarrollando sus formas. Cuando aparecieron los primeros blogs, tuve creo que como cinco distintos, uno para cada obra, así se fueron instalando los textos en las redes y se iba armando algo nuevo. 

Llevo más de veinticinco años escribiendo textos en relación a lo ciborg y la conexión cuerpos máquinas y a la vez las interconexiones a otros cuerpos. En mi novela Lóbulo, mi tercer libro, una mujer se conecta a una máquina a través de un aparato de teléfono de plástico rojo creyendo que es un hombre. Todo eso parte por los ochentas, a propósito de las tecnologías que se venían superponiendo de manera muy rápida.

-Otro de los temas presentes en tu corpus es el cuerpo, especialmente el femenino. ¿Qué trayectoria ha tenido este tópico en tu trabajo ?

Generalmente, trabajo lo femenino y también con personajes femeninos y temas complejos. Me interesa entender cómo estructuras y poderes oprimen nuestros cuerpos. He trabajado temas como el feminicidio en “Dices miedo”. En “El cofre”, aparece el imaginario de una mujer joven en dictadura, “Cierta femenina oscuridad” trabaja con las pulsiones de dos mujeres, una apasionada y loca de amor, desde la impronta católica patriarcal, la otra, cuidadora de la tierra. Mi escritura es tejido, registro, costura, una tela donde se van hilando historias para la emancipación, mediante libros, objetos, artefactos, desde géneros diversos.

-Te presentas como una autora feminista. ¿Cómo se expresa esto en tu trabajo editorial? 

Palabra Editorial surge de mi experiencia en el trabajo editorial, desde tiempos de Cuarto Propio, pasando por Ceibo, mi primer proyecto editorial, entre el 2011 y el 2017, iniciado con Dauno Tótoro. En ese camino he podido ver todo tipo de textos y autores, desde ahí he ido armando este proyecto que, de algún modo recoge algo de lo que soy. Me parece que la escritura es un ejercicio político y me interesa fomentarlo. En el proceso hacemos un riguroso trabajo de edición con les autores, autoras. Me interesa lo singular, lo raro, lo que tensiona, lo rebelde, lo honesto, lo humano con sus pulsiones, rebeldías, incomodidades.

-Has sido traducida al italiano y publicada en ese país. Ahora, además, tu libro “Advertencias de uso…”... fue publicado en Perú. ¿Qué representa esto en tu carrera?, ¿qué recepción has tenido allí?

Ser traducida al italiano fue sorpresivo, era mi primer libro traducido luego de casi 35 años escribiendo y me pareció potente que fuera Italia, Por algo aparentemente casual o cosas del destino, nos encontramos con Laura Scarabelli en una actividad de la Sociedad Chilena de Estudios Literarios (SOCHEL), donde estaba con los libros de Ceibo,  amo las ferias de libros, me encanta estar ahí hablando sobre los libros con personas de distintos lugares, el país de mis abuelos maternos, Fortunato Bassi Lagomarsino, el nono, migró a Chile desde Génova que iniciara ese recorrido de mi libro a otros países e idiomas. Nos hicimos amigas con Laura y finalmente ella fue mi traductora, así nace (d)istruzioni d’uso per una macchina da cucire. Femminismi, comunità e altre trame, publicado por Edícola Editores en 2023 y ha tenido buena recepción. Al menos supe de dos proyectos de tesis en universidades de Milán y Roma, y una performance de un grupo de mujeres que se juntaron, algunas cosían, otras bordaban, otras leían textos del libro en italiano que se escuchaba maravilloso, y al fondo de la sala aparecían imágenes de corsés y otros elementos del libro en pantalla. Recientemente Advertencias de uso para una maquina de coser se publicó en Gafas Moradas, una editorial feminista de Perú. Hace poco presenté el libro en la librería Placeres Compulsivos de Lima y me sentí muy bien con la recepción allá y con mi nueva editora.

 -Eres editora para proyectos que van a Palabra Editorial, así como para otros textos. ¿Cómo te planteas esta labor?, ¿cómo nutre tu trabajo creativo? 

Ser editora y escritora es una sumatoria de riquezas. La relación que se da entre autor/a editora es empática, respetuosa, consensuada. Trabajo los textos en talleres antes de entrar al proceso editorial mismo, que es la mejor forma de trabajo que encontré para optimizar los tiempos. Luego de esa lectura exhaustiva, en que trabajamos contenidos, estructuras, sonidos, vamos organizando los materiales para la futura edición del libro, en un cruce constante de lecturas que son estímulo y aprendizaje permanente.

 -Siempre participas en ferias, se te ve dialogando con otras editoriales, presentando libros.  ¿Cómo describirías para ti el ecosistema actual de publicaciones y campo editorial local?

En Chile existen alrededor de 370 editoriales que se asocian a distintos gremios en un sistema cada vez más afiatado con circulación permanente sobre libros, ferias, soportes, intercambios, distribución, espacios de encuentros, viajes nacionales e internacionales, además de información sobre las ferias, lo que implica ir extendiendo esas redes en una comunicación constante en torno a los libros y los diversos proyectos y propuestas editoriales y sus universos en un ambiente de inclusión y camaradería.

Por mi parte, el trabajo editorial es permanente, participo con nuestros libros en casi todas las ferias, pero además, cada vez que viajo voy dejando libros de regalo en bibliotecas o espacios de los lugares a los que voy.

-Este encuentro a modo de homenaje y de presentaciones es una oportunidad para presentar novedades editoriales pero también para revisar tu trabajo previo. ¿Por qué reuniste estos lanzamientos? ¿Qué invitación harías al público para reunirse en el evento del 20 de diciembre? 

El próximo sábado presento tres libros distintos pero interconectados. “Hembros” inédito desde el año 2004 luego de la inauguración de la novela instalación pero en circulación en distintas redes, espacios y soportes como el Laboratorio de escrituras de la UDP, la Bienal de Artes Mediales (2017), y en el libro “The Multimedia Works of Contemporary Spanish American Women Artists and Writers” de Jane Lavery and Dr Jane Bowskill, gracias a Carolina Gainza, que publica un ensayo sobre mi texto ahí y también en la “Cartografía crítica de la literatura digital latinoamericana”. Un texto que ha hecho sus recorridos por internet, cosa que el mismo texto jamás imaginó. 

El segundo libro es “Ecos maquínicos. Multimedialidad y cuerpo en Petronila Escudero”, que partió como proyecto de tesis del Magíster de Estéticas Americanas, con Patricia Espinosa, poderosa crítica cultural, como profesora guía y que me abrió las puertas y ventanas a un nutrido espacio en el campo del pensamiento crítico, ella fue un gran apoyo para este proyecto, que es muy distinto a lo que la academia espera de una tesis. La presentación finaliza con una performance de Petronila Escudero, mi objeto de estudio, junto a Lopsan.

Finalmente presentaremos un libro escrito a cuatro manos con Miguel D. Norambuena. Se trata de Devenir océano, mi primer libro escrito con otro autor. Por otra parte, no publicaba desde Advertencias de uso, el año 2017 y con estos libros ya me voy poniendo al día. 

Ese mismo día cumplo 63 años y pensé que sería lindo compartir toda esta productividad con las personas que son importantes para mí, mis amigos, amigas, pares, escritoras, escritores, lectores, académicos, etc, Esta será una de las primeras actividades de resistencia intelectual y de artistas, en lo micro, lo pequeño, lo sensible, los afectos, construyendo tejido; una celebración a la creación, la palabra, la comunidad cultural y los gestos menores.