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Cuando el cuidado se vuelve político: Mujeres con VIH, memoria y disputa institucional
Agencia Uno

Cuando el cuidado se vuelve político: Mujeres con VIH, memoria y disputa institucional

Por: Paula Flores | 03.12.2025

El pasado 25 de noviembre, en el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) dejó de ser solo un espacio cultural. Ese día, el museo se convirtió en un territorio de memoria política, donde se reunieron relatos incómodos y largamente relegados: los de mujeres que viven con VIH y que, además del diagnóstico, han debido enfrentar estigma, abandono y múltiples formas de violencia institucional.

La jornada —impulsada por el archivo comunitario Un Cuerpo en Expansión, junto a organizaciones como Mujeres con Energía Positiva y Fundación SAVIA— no fue una actividad simbólica más. Fue una intervención pública que recordó una verdad persistente: en Chile, el VIH sigue siendo tratado desde el control, la omisión y el miedo, especialmente cuando se cruza con la experiencia de ser mujer.

Bordar para recordar: cuando el gesto cotidiano se vuelve político

Uno de los momentos más significativos ocurrió en el Hall Central del museo, donde se desarrolló el taller “Hilvanando historias 0+”, un bordado colectivo en memoria de mujeres fallecidas por complicaciones asociadas al SIDA, facilitado por la artista Patricia Ruiz.

Cada puntada funcionó como gesto de duelo y cuidado mutuo. El bordado operó como un lenguaje político y afectivo: resignificó lo doméstico y lo comunitario para recordar que el cuidado no es ni privado ni apolítico, sino una forma concreta de resistencia frente al estigma, la exclusión y el olvido.

Memoria en disputa: mujeres, VIH y violencia estructural

El cierre de la jornada estuvo marcado por el conversatorio “Urdiendo Memorias: Mujeres y VIH”, inaugurado por la directora del MNBA, Varinia Brodsky. En su intervención, subrayó el carácter ético y político de abrir una institución estatal a relatos históricamente silenciados y recordó que la violencia contra las mujeres atraviesa dimensiones físicas, simbólicas e institucionales. Al citar cifras recientes de ONU Mujeres, insistió en los efectos concretos que esta violencia tiene sobre la salud, los proyectos de vida y el acceso a derechos, impactos que se agudizan en mujeres que viven con VIH.

“Queremos que a las mujeres se les pregunte si quieren ser madres o no”

El testimonio de Susana Unzaga, de Mujeres con Energía Positiva, sintetizó una de las violencias más persistentes: la negación del derecho de las mujeres con VIH a decidir sobre su maternidad.
 “Queremos que a las mujeres se les pregunte si quieren ser madres o no”, afirmó con fuerza, evidenciando cómo el sistema de salud sigue operando desde la desconfianza hacia la autonomía de las mujeres.

Su relato también abrió un espacio para la reparación colectiva. Al hablar del acompañamiento entre pares, afirmó: “Cuando acompañamos a otras mujeres que viven con VIH, siento que mi corazón se repara”. Una declaración que refleja el rol fundamental que tienen las redes comunitarias: no solo suplen las fallas institucionales, sino que sostienen dignidad y futuro donde los discursos oficiales suelen reducir el VIH a cifras o protocolos.

Una pregunta que queda resonando

Lo ocurrido el 25 de noviembre deja una interrogante urgente:
 ¿Por qué estas memorias siguen dependiendo del esfuerzo comunitario y no de políticas públicas sostenidas?
 ¿Por qué el VIH sigue siendo tratado como un asunto excepcional y no como un problema de derechos humanos, género y justicia social?

Hablar de mujeres con VIH es hablar de una democracia incompleta. Es señalar quiénes quedan fuera de los sistemas de cuidado, de la toma de decisiones y de los relatos oficiales.

Convertir el museo en un espacio de memoria viva fue un gesto potente, pero insuficiente si no impulsa transformaciones estructurales: políticas de salud con enfoque de género, autonomía reproductiva garantizada y un compromiso real para erradicar el estigma.

Porque cuando las mujeres con VIH toman la palabra, no solo narran su historia: interpelan a un Estado y a una sociedad que aún les deben cuidado, reconocimiento y derechos.