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¿Cómo se modificó la correlación de fuerzas?
Foto: Agencia Uno

¿Cómo se modificó la correlación de fuerzas?

Por: Marcelo Espinoza | 24.11.2025
Los sectores conservadores quedaron espantados con el Estallido Social y con la mayoría de la Convención que pudo haber cambiado la historia si no se hubiera enfermado de voluntarismo. A futuro no correrán riesgos para mantenerse como sector dominante. Cualquier asomo de estallido social será reprimido desde la primera hora. Y al gobierno triunfante en diciembre de 2021 no hay que dejarlo respirar, no puede ser exitoso, hay que asegurar su derrota para las elecciones del 2025.

Cuando el presidente Boric es elegido en diciembre de 2021 tiene dos elementos a su favor que hoy no existen. Primero, soplan vientos de cambio en el país como efecto del Estallido Social del 2019 y segundo, Boric no es el continuador de un gobierno con baja aprobación, no debe dar explicaciones, solo debe interpelar. La derecha se encuentra debilitada, pero no ha desaparecido, junto con perder la elección presidencial obtiene la mayoría en el parlamento, y allí estaría el foco de su posterior recuperación.

Luego del estallido, en octubre de 2020 en un Plebiscito Constitucional se había resuelto por la ciudadanía por abrumadora mayoría, superior al 80 %, convocar a una Convención Constitucional para reemplazar la Constitución del 80. En mayo de 2021 se eligen los convencionales, con un resultado también abrumador a favor de los partidarios del cambio constitucional. La derecha y ultraderecha están en minoría. La correlación de fuerzas es mayoritariamente a favor de los cambios sociales entre 2019 y 2022.

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En septiembre de 2021 se instala la flamante Convención Constitucional y desde el primer día comienzan los tropiezos y estropicios. Los partidarios del cambio constitucional carecen de una visión estratégica, no tienen claridad de objetivos políticos, no distinguen entre centro, derecha y ultraderecha, hay una grave falta de dirección política. Se impone una lectura completamente errada del Estallido Social como un brote revolucionario y no como un movimiento de desencanto antipolítico y anti elite. Tanto así, que los mismos que marchaban para el estallido, estarían durante la Convención junto al movimiento Con Mi Plata No, financiado por la mismas AFP como sabemos ahora.

Los dirigentes políticos “olvidaron” que había un plebiscito de salida. Se impuso el voluntarismo, propio de posiciones de ultraizquierda y ganaron terreno los extravíos y despropósitos de todo tipo. Resultado, en septiembre de 2022 la propuesta constitucional de la Convención es rechazada abrumadoramente por el 65% de los votos en el plebiscito de salida. Allí se inicia el proceso de restauración conservadora. Los vientos a favor de los cambios sociales solo duraron tres años.

Los sectores conservadores quedaron espantados con el Estallido Social y con la mayoría de la Convención que pudo haber cambiado la historia si no se hubiera enfermado de voluntarismo. A futuro no correrán riesgos para mantenerse como sector dominante. Cualquier asomo de estallido social será reprimido desde la primera hora. Y al gobierno triunfante en diciembre de 2021 no hay que dejarlo respirar, no puede ser exitoso, hay que asegurar su derrota para las elecciones del 2025.

El gobierno queda muy debilitado, sin nueva constitución, aislado, desprestigiado, sin mayoría en el parlamento, a seis meses de iniciado su mandato. Pero en el primer año no solo se produce el descalabro constitucional, también hay otros tres episodios para el olvido. Primero, la visita a un reducto indígena de la Araucanía por parte de la Ministra del Interior en marzo, a los pocos días de instalado el gobierno, reducto desde donde su comitiva es expulsada a balazos, revelando la impericia de los nuevos representantes del Estado ante la complejidad del problema mapuche.

Segundo, a mediados del 2022 estalla el escándalo de platas de Democracia Viva por militantes del Frente Amplio, asestando un golpe demoledor al gobierno: aquellos llamados a enfrentar la corrupción aparecen corruptos a los cuatro meses. Tercero, el 30 de diciembre de 2022 el gobierno indulta a los presos del estallido, los que quedaban, ya que en su mayoría ya estaban en libertad; de los 12 indultados hay varios con antecedentes delictivos anteriores lo que genera un escándalo, y la remoción de la Ministra de Justicia por las desprolijidades del procedimiento. Los sectores conservadores suman y suman puntos a su favor.

Mientras tanto en el mundo se vive una ola de movimientos de ultra derecha que alcanzan el gobierno o están cerca de alcanzarlo: Hungría, Italia, España, Alemania, Estados Unidos, El Salvador, Argentina. La receta es siempre la misma: delincuencia, migración y trabajo, fenómenos que están presentes en forma global.  ¿Qué ocurre en Chile? Se replica la misma estrategia.

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El fenómeno delictivo que culmina con la penetración del crimen organizado actual comenzó en Chile hace 20 años. La migración como fenómeno fuera de control comenzó en Chile hace 10 años con la llegada masiva de colombianos, venezolanos y haitianos. Pero la receta es simple para los sectores conservadores: transmitir por todos los medios que controla, que la responsabilidad es del gobierno.

Las soluciones son también simples: deportaciones masivas de 350.000 migrantes irregulares estimados, los que además pagarán sus pasajes aéreos (Kast). Otro candidato populista ofrece confinar a delincuentes y crimen organizado en buques cárceles (Parisi). Ninguno dice cómo los atraparán, con qué herramientas, a qué costo, donde los confinarán previamente y dónde los enviarán. Para formarse una idea acerca de la precariedad de estas soluciones, hay que considerar que el sistema carcelario en Chile ha pasado de 40.000 internos a 60.000 durante este gobierno, y se encuentra totalmente colapsado.

El problema es de una complejidad enorme. El crimen organizado ya ha penetrado las instituciones. Es el caso de los delitos detectados en Gendarmería, Ejército, Fuerza Aérea, Carabineros, Policía de Investigaciones, Ministerio Público. La profundidad del fenómeno delictual ha pasado a ser por lejos la primera preocupación de las personas, y por tanto la campaña debía centrarse en la seguridad como el problema principal.

Acierta Carolina Tohá cuando sostiene recientemente que: “La razón por la cual los progresistas tenemos que preocuparnos de la seguridad es que cuando hay temor, las preocupaciones progresistas desaparecen y las personas actúan desde la necesidad de sobrevivir y protegerse, y su disposición a pensar los problemas como problemas colectivos baja de manera dramática”.  

Estamos entrampados en la delincuencia. No habrá avances en la conciencia social ni en impulsar cambios sociales sin abordar plenamente la seguridad. El segundo factor principal en la modificación de la correlación de fuerzas a favor de la derecha es el deterioro de la seguridad.

Este segundo factor se tomó la agenda durante los cuatro años de gobierno, y fue utilizado por la derecha día a día. Era necesario hacerse cargo del tema en la campaña de primera vuelta, tomarlo como lo que es, el problema principal, lo que no se hizo, o al menos no con la fuerza necesaria. Debió plantearse como un problema de Estado, un problema país y así convocar a todos los chilenos. Ya tenemos las consecuencias: el voto por seguridad suma los votos de Kast, Kaiser, Matthei y Parisi, alcanzando el 70% de los resultados. ¿Hay algo más rotundo?

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