Cómo la hipersequía cambiará a Chile: conflictos por el uso de agua, menos caudales y flora
Una nueva investigación publicada esta semana en la revista científica Hydrology and Earth System Sciences (HESS) alerta sobre una amenaza climática cada vez más severa para Chile central: la hipersequía.
Este fenómeno extremo va mucho más allá de las sequías tradicionales y sus efectos podrían intensificarse a lo largo del siglo XXI.
El estudio, liderado por el Dr. René Garreaud, subdirector del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) y profesor titular del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile, junto con un equipo de 16 investigadores —siete de ellos también del CR2—, analizó las causas, la evolución y las consecuencias de estos periodos hipersecos, que afectaron con especial fuerza la zona central en 2019 y 2021.
De acuerdo con los resultados, las sequías moderadas son relativamente comunes en el país, repitiéndose cada tres a diez años y reduciendo las lluvias entre un 20% y un 40% respecto al promedio histórico.
Sin embargo, durante una hipersequía, la escasez hídrica se dispara, con déficits de más del 75%. En Santiago, por ejemplo, el promedio anual de 300 milímetros de lluvia puede caer por debajo de los 90 milímetros.
Esta situación solo se ha registrado cinco veces en el último siglo: en 1924, 1968, 1998, 2019 y 2021.
¿Cuáles son las consecuencias de la hipersequía?
El Dr. Garreaud advierte que los efectos de estos episodios son mucho más profundos de lo que podría proyectarse a partir de sequías normales.
Por ejemplo, la más directa es el aumento del déficit hídrico a raíz de la disminución de las precipitaciones, lo que a su vez afecta los caudales de ríos y a la flora que habita en el sector.
Desde una dimensión social, la hipersequía propicia conflictos por el uso del agua, además de afectar en la provisión de alimentos.
El estudio destaca que la magnitud de los daños depende también del contexto previo. Así, mientras la hipersequía de 1998, antecedida por un año lluvioso, provocó una pérdida moderada de vegetación, los años 2019 y 2021, tras una década de megasequía, causaron el casi colapso del bosque esclerófilo en la zona central.
¿Continuará la hipersequía en el futuro?
El equipo interdisciplinario, que combinó herramientas de climatología, historia y percepción remota, reconstruyó la presencia de hipersequías en los últimos 400 años a través del estudio de anillos de árboles, y proyectó su evolución futura mediante simulaciones climáticas.
Los resultados no dejan margen de optimismo: los modelos apuntan a que los años hipersecos serán cada vez más frecuentes en lo que resta del siglo XXI, con una tendencia sostenida de disminución de precipitaciones.
El trabajo plantea un desafío urgente: mejorar la capacidad de predicción y gestión de estos eventos extremos, que ya no solo representan una amenaza ambiental, sino también un riesgo social y económico para millones de personas.