
Martín Rejtman: "En Argentina el gobierno considera que la cultura es el enemigo y que todos los artistas también lo son"
El director argentino Martín Rejtman estuvo en Valdivia participando en el espacio de formación Cine Chileno del Futuro, en el marco de Encuentros Australes, instancia del festival donde cineastas consolidados conversan con proyectos en desarrollo. Este año le tocó ver tres películas en proceso de finalización y dialogar con el director chileno Cristián Sánchez, una experiencia que calificó como más enriquecedora para él que para su interlocutor.
Entre los proyectos que más le impactaron este año está Matapanki, una película juvenil que conoció desde sus primeras etapas como asesor en la Universidad del Desarrollo. Rejtman recuerda que el proyecto le pareció "tan disparatado y tan ambicioso que parecía imposible que se hiciera", pero los realizadores "encontraron soluciones completamente creativas" para una historia que parecía necesitar un presupuesto gigantesco. La película ganó este año el premio a Mejor película chilena en FICValdivia, además del premio a Mejor largometraje juvenil, validando esa apuesta por la creatividad frente a las limitaciones presupuestarias.
—¿Qué le pareció Matapanki?
—Me encantó ver la película, sobre todo con el público. Conocí el proyecto hace bastante porque fui asesor en una instancia del fondo de la película, en la Universidad del Desarrollo. En ese momento era tan disparatado y tan ambicioso que parecía imposible que se hiciera, pero encontraron soluciones completamente creativas para una historia que parecía necesitar un presupuesto gigantesco. La hicieron con pocos medios y con mucha imaginación.
—¿Cómo fue su experiencia en Encuentros Australes este año y qué proyectos tuvo la oportunidad de ver?
—Este año estuve viendo cortes de películas que están casi terminadas. Es diferente a cuando uno tiene que ver un guion, porque ya ves lo que hicieron. Vi tres proyectos: La Causa, que es un documental muy interesante; No Money No Honey, que también es documental; y Los Fantasmas de María, una película muy rara hecha con material de archivo increíble. Todos los proyectos fueron interesantes. Espero que se puedan terminar pronto y que se vean en el festival.

El diálogo con Cristián Sánchez
—En Encuentros Australes tuvo una conversación con Cristián Sánchez, otro referente del cine independiente. ¿Cómo fue ese encuentro entre dos cineastas con humores tan característicos?
—Lo había conocido en Valdivia, en un festival donde compartimos el jurado. El año pasado también vi una película que se había hecho sobre él y que ganó un premio de postproducción aquí. Esa charla me sirvió para tener otros tomas de su personalidad y de su manera de encarar el cine. Me tocó con alguien de una generación más vieja que la mía, pero que también hace cine independiente y de súper bajo presupuesto. El año pasado me había tocado con Matapanki, que es la nueva generación que viene y también hacen películas creativas con pocos medios. Rompen un poco los esquemas.
La crisis del cine en Argentina
—Hablando del contexto latinoamericano, sabemos que es un momento complejo en términos de financiación para la cultura. En Argentina pasó lo del ataque de Milei al INCAA ¿Cómo ve usted esa situación y qué alternativas se pueden encontrar?
—Es una pregunta amplia y difícil. Lo que decís está totalmente cierto: es una coyuntura complicada. En Argentina se cortó el Instituto de Cine, se cortó la financiación a las películas con base en concursos completamente caprichosos que no tienen ningún sentido. El temor es que pase en otros lugares también, como en Brasil: que la cultura se convierta en el enemigo. En Argentina está pasando eso. No es una cuestión de dinero.
Por ejemplo, hice una proyección de una película mía en una sala de cine en Roma. Los distribuidores llamaron a la Embajada Argentina para ver si podían publicarlo en su Facebook y les dijeron que no. Algo que es completamente gratis. No hay ningún interés en de que la cultura tenga una mínima difusión. En Argentina el gobierno considera que la cultura es el enemigo y que todos los artistas también lo son.
—¿Cree que esta situación podría replicarse en Chile?
—Espero que en Chile no suceda eso. Y espero que no suceda en ningún otro lado del mundo. A nosotros nos tocó lo más extremo.
El futuro del cine y la cultura digital
—Hay una sensación de que estamos en un momento de despedida respecto a ciertas formas de entender el cine y la cultura. ¿Comparte esa visión?
—Es gratificante estar aquí en Valdivia, pero también uno tiene la sensación de que tal vez nos estamos despidiendo de algo. Como decía el premio Nobel de Literatura que leía el otro día, que estaba escribiendo como despidiéndose de la literatura. En el mundo digital que viene, en el mundo donde ya no hay una verdad, el lugar que tiene la literatura, y supongo que se puede extender al arte, está siendo cada vez más limitado. Con la digitalización y las plataformas, los estrenos en salas son cada vez menos frecuentes y las películas chicas tienen cada vez menos posibilidad de exhibirse en salas. Es algo que está sucediendo y que es un poco inevitable.
—Pensando en su película Silvia Prieto ¿cómo cree que hubiera sido su recepción si se hubiera estrenado en esta era digital?
—Es una pregunta difícil de responder. Mis películas siempre se estrenaron con una difusión muy limitada en el momento del estreno y después siguieron viéndose. La repercusión que tuvieron no tiene tanto que ver con el momento del estreno sino con el paso del tiempo. Siguieron viéndose de distintas formas. El estreno de Silvia Prieto fue raro porque la distribuidora Disney no sabía qué hacer con la película. Estuvo ahí unas semanas, pero lo importante es que lo que pasó con la película vino después. Son casos raros, casos particulares. La vida se sigue viendo a pesar de que el estreno fue limitado.
—Pero la velocidad con la que consumimos cultura hoy es otra...
—Sí, con la digitalización las películas chicas tienen cada vez menos posibilidad. El boca a boca, los medios de prensa que cada vez tienen menos relevancia... Ahora las películas pequeñas que podían tener resonancia, ya no. Lo bueno es que siguen naciendo, que siguen haciendo películas estimulantes. Los chicos de Matapanki son un ejemplo. A pesar de caminos complejos, se pueden encontrar soluciones creativas.