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El Rey, calidad y sencillez con inspiración chilena
El Desconcierto

El Rey, calidad y sencillez con inspiración chilena

Por: Felipe Rodríguez Cadiz | 11.10.2025
En pocos meses, este lugar de estética sobria y cocina precisa ha logrado imponer personalidad a su propuesta gastronómica. Salvo pequeños detalles a mejorar, El Rey tiene oficio y exhibe amor y rigor en sus preparaciones. Es identidad culinaria local, pero desde una mirada contemporánea.

El día de nuestra visita a El Rey había ánimo de fiesta en el local. Inaugurado hace menos de cinco meses, en el mismo lugar -en Nueva de Lyon casi llegando a Providencia- donde antes estaba Ambrosía Bistró, los trabajadores comentaban que, por fin, les dieron la autorización para poner mesas en el exterior del salón. Un lugar preciso y de mayor visibilidad ahora que se viene el alza en las temperaturas y las tardes son ideales para estar de cara a la frescura primaveral.

Pese a los pocos meses de recorrido, en El Rey existe oficio, ganas por darle categoría a su cocina -en su mayoría, de inspiración chilena- y un entorno con relajo, con una sensación de calor de hogar. Cuenta con un plus: abre de lunes a domingo. La carta es compacta y específica, sin platos de más. Y tampoco de menos. Allí, por cierto, se siente la muñeca gastronómica de Nicolás Braudrand, el dueño del céntrico Blue Jar -uno de los pocos lugares de esa zona que resistió el estallido y la pandemia-, y con veinte años de experiencia en el rubro. Acá comparte liderazgo con Juan Santa Cruz.

El negocio abre temprano, a las 8 am, con desayunos que van desde sándwiches de ave pimentón a churrascos. En ese ítem, su hit mañanero es el “Desayuno del Rey”, que viene con jugo de naranja natural, un huevo a la copa, media palta con dos tostadas de masa madre y un café. No pude pasar en ese horario, pero no hay primera sin segunda.

Para el almuerzo, existen entradas, platos de fondo, ensaladas y postres. Las propuestas son menos de diez por opción, pero certeras, que apelan a la masividad. Hay, también, una buena carta de vinos, cervezas y mocktails, entre otros. Una “Pichanga del Rey” -con quesos y encurtidos- y una lengua nogada con berenjenas fueron buenas sugerencias, pero optamos por una terrina de pernil con mousse de palta. Era un plato impecable. El pernil estaba blandísimo, tierno y se mezclaba muy bien con la palta y, sobre todo, con la mostaza. Es una preparación que se ve sencilla, pero está hecha con distinción. Luego, una escalopa de malaya de cerdo con un frito impecable, sin más ni menos de aceite, acompañada de milhojas de papas de camote eran un complemento perfecto, entre la crocancia de la escalopa y el sabor mínimamente dulzón del camote.

Nos recomendaron un flat iron con salsa a la pimienta y sumamos unas papas fritas. Aunque la carne estaba sabrosa y con una cuantiosa dosis de jugo, no preguntaron el punto de cocción que preferíamos. Ese fue el único punto en contra. Las papas fritas, por las que se ufanaban de ser caseras, estaban soberbias. Muy crujientes y con el gusto a la papa recién hecha en su interior. Para acompañar un vino por copa de la casa -cabernet Koyle- funcionó como un sólido añadido.

En el postre, unos profiteroles con pastelera, de masa ligera y una crema fresca y abundante junto a un café, fueron un cierre con distinción. La aparición de El Rey en ese sector de Providencia es una buena noticia. Junto a consolidados como Baco y Rívoli, emerge como el tercer vértice de calidad gastronómica en un barrio que ha mutado en demasía desde el estallido. Y también asoma como una gran opción para ir alargando la noche. Una tarea pendiente en la oferta culinaria de la ciudad y que se debe recuperar. Es un beneficio colectivo no solo comercial, sino que también mental.

 Nueva de Lyon 99, Providencia. @elrey_cl