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Federico Alvarado, coguionista de película Un Futuro Brillante: “El Norte representa el mandato neoliberal de hiperproductividad”

Por: Marcial Parraguez | 19.08.2025
El coguionista reflexiona sobre esta distopía latinoamericana que se aleja del espectáculo para explorar la resistencia íntima. Una película que, desde la austeridad narrativa, cuestiona la lógica neoliberal del rendimiento y encuentra en los gestos cotidianos una forma sutil pero profundamente política de desobediencia.

En tiempos donde la ciencia ficción suele entregarse al espectáculo, Un futuro brillante apuesta por lo contrario: un relato austero que coloca en el centro a los cuerpos y su capacidad de resistir. La película, dirigida por Lucía Garibaldi y coescrita junto a Federico Alvarado, construye una distopía latinoamericana que se aleja de las explosiones y los efectos digitales para concentrarse en la política silenciosa de los gestos cotidianos.

Para Alvarado, en conversación con El Desconcierto, la clave estuvo en no presentar la obediencia y la resistencia como fuerzas enfrentadas en un campo de batalla, sino como un proceso que se gesta hacia adentro, en el espacio íntimo de una protagonista que apenas empieza a intuir su propio margen de decisión. “No queríamos que esa tensión sea sumamente explícita, sino una progresión sutil, que se filtrara en situaciones cotidianas, en pequeños gestos de desobediencia”, explica. Elisa, la joven protagonista, encarna esa emancipación confusa, desordenada, pero profundamente política, porque desafía lo que todos esperan de ella.

La elección de una narrativa contenida tampoco es casual. “Queríamos que el espectador se concentre en los vínculos de los personajes, en el arco emocional de Elisa, en la atmósfera de este contexto corrido de nuestra realidad, alejado de lo épico y grandilocuente que se espera de una película distópica”, sostiene Alvarado. Esa apuesta estética, marcada por la austeridad, se vuelve también una declaración de principios: un cine que se niega a reproducir la lógica de la hiperproductividad, que desacelera el relato y recupera la contemplación como acto de disidencia.

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Mandato neoliberal de la productividad

En ese mundo imaginado, el “Norte” se erige como un símbolo inquietante. Alvarado lo define como la representación del status quo, “cualquier sistema de ideas que normaliza, estandariza, y coarta las libertades individuales”. Un horizonte que condensa la promesa de la productividad total, el mandato neoliberal que mide el valor de las vidas en función de su rendimiento. Pero también es un espejismo: un destino que todos anhelan, aunque nadie sabe con certeza qué significa. Por eso el guion lo mantiene como una presencia ausente, sugerida en fragmentos, para que el espectador complete el vacío.

Lucía Garibaldi aporta otra capa de lectura. Recuerda que la escritura coincidió con los meses de encierro de la pandemia, una experiencia que expuso con crudeza el valor de los afectos, del ocio, de lo aparentemente inútil. “El sistema actual no tolera el descanso, el ocio o la improductividad”, señala.

Explotadores de nosotros mismos

En esa reflexión encontró un eco con el pensamiento de Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio: la interiorización de la exigencia de rendimiento hasta convertirnos en explotadores de nosotros mismos. Elisa, dice Garibaldi, encarna precisamente ese conflicto: funcional, brillante, apta, pero en el fondo capaz de intuir que vivir no es lo mismo que rendir.

A esa crítica al rendimiento se suma la obsesión con la juventud como capital. La directora recuerda cómo, en medio de la escritura, la imagen de los rostros estirados, la apariencia forzada de una juventud eterna, se mezcló con la irrupción de tendencias digitales que convierten lo delirante en hábito. De ahí surgió el negocio del olor juvenil y la idea de un mundo donde Elisa es la última y la más joven. Esa corporalidad vigilada se transforma en el territorio donde se juegan las tensiones sociales, una metáfora sobre la mercantilización de la vida y la explotación de lo que parece más íntimo.

Garibaldi reconoce que Elisa no se erige como una heroína épica. “Su deseo no es heroico, es confuso, intuitivo, íntimo. Quiere elegir su propio destino. Quiere perder el tiempo. Y me gusta pensar que esa elección, imperfecta, emocional, contradictoria, es también un gesto político”. Ese es, quizás, el corazón de la película: una rebeldía que no necesita banderas ni consignas, sino la simple decisión de no encajar en lo que se espera.

Un futuro brillante se inserta en la tradición de un cine latinoamericano que busca resignificar la ciencia ficción desde lo cotidiano. Alvarado lo sintetiza con claridad: no se trata de emular universos distópicos espectaculares, sino de construir un mundo reconocible, donde lo inquietante surge de los detalles de la vida diaria. En esa apuesta, el guion alcanza una lectura propia, latinoamericana, uruguaya, del género.

La película tendrá su estreno en el marco de Sanfic: este jueves 21 de agosto a las 21:35 horas en Cinépolis La Reina y el viernes 22 a las 18:30 horas en Cinépolis Parque Arauco. Dos funciones donde esta distopía íntima y política saldrá a dialogar con un presente que, como en la ficción, parece exigirnos siempre más de lo que podemos dar. Las entradas se pueden conseguir aquí.