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Israel no oculta nada: Lo dice todo, a viva voz
Foto: Agencia Uno

Israel no oculta nada: Lo dice todo, a viva voz

Por: Florencia Khamis | 10.07.2025
Israel no actúa como un Estado dispuesto a negociar. Actúa como una potencia colonial obsesionada con borrar al pueblo que resiste su dominio. No busca tregua. Busca la victoria. Una victoria total. Y no lo oculta. Mientras tanto, las potencias occidentales insisten en fingir una neutralidad que solo sirve para encubrir su complicidad.

¿Cómo se negocia la paz con un Estado que ha hecho de la guerra su doctrina? Mientras gran parte de la comunidad internacional celebra posibles acuerdos de alto al fuego, Israel perfecciona su maquinaria de exterminio. No hay pausa. No hay freno. Solo una lógica de muerte que avanza, amparada por décadas de impunidad y complicidad global.

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Durante más de 70 años, Israel ha convertido el incumplimiento del derecho internacional en política de Estado. Más de 30 resoluciones de la ONU ignoradas. Los Acuerdos de Oslo, saboteados. El derecho al retorno de los refugiados, negado una y otra vez. Pactos de cese al fuego que solo sirven para recomponer fuerzas, reposicionar tropas y continuar la expansión territorial bajo otros nombres y nuevos pretextos.

Dice actuar para liberar rehenes, pero en realidad utiliza esa narrativa para justificar un castigo colectivo que arrasa con Gaza. En diciembre, el propio ejército reconoció haber asesinado a tres rehenes israelíes “por error”. La operación no se detuvo. Porque los rehenes no son el objetivo. Son la coartada.

Las autoridades israelíes lo han dicho con una claridad que estremece: “Aniquilar Gaza. Nada más nos satisfará… No dejen a ningún niño allí”, declaró Nissim Vaturi, vicepresidente del Parlamento. “Gaza no volverá a ser lo que era antes. Lo eliminaremos todo”, afirmó el exministro de Defensa, Yoav Gallant. Y David Azoulay, líder municipal, fue aún más explícito: “Aplanar todo en Gaza tal como está hoy Auschwitz”. No se trata solo de una retórica violenta, sino de una declaración abierta de exterminio, pronunciada desde los más altos niveles del poder.

Estas declaraciones no son meras imprudencias, son parte de una doctrina oficial que niega la humanidad de los palestinos. Lo dejó claro el propio presidente Isaac Herzog: “Es toda una nación la que es responsable. No es verdad esa retórica sobre civiles que no están conscientes ni involucrados”.

¿Puede alguien seguir hablando de “conflicto” cuando un Estado pide explícitamente que no quede ni un niño vivo? ¿Cómo se sigue debatiendo sobre legítima defensa o proporcionalidad, cuando el objetivo es la aniquilación total?

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Israel no actúa como un Estado dispuesto a negociar. Actúa como una potencia colonial obsesionada con borrar al pueblo que resiste su dominio. No busca tregua. Busca la victoria. Una victoria total. Y no lo oculta.

Mientras tanto, las potencias occidentales insisten en fingir una neutralidad que solo sirve para encubrir su complicidad. Estados Unidos arma y financia. Europa emite comunicados preocupados mientras sigue comprando tecnología israelí. Se multiplica la retórica diplomática, pero en Gaza lo que se multiplican son las fosas comunes.

Trump, hoy nuevamente en la Casa Blanca, se presenta como “amigo de la paz” al mismo tiempo que respalda con fuerza la maquinaria de guerra israelí. Biden, antes que él, hizo lo mismo: financió, justificó y blindó a Israel en todos los escenarios. Cambian los discursos, pero no las armas ni los aliados. ¿Quién les cree? Los palestinos, que llevan 76 años sobreviviendo a esta hipocresía global, saben que de los acuerdos no vendrá la justicia. Y sin justicia, no hay garantías de vida.

La pregunta no es si Israel respetará un nuevo acuerdo. La verdadera pregunta es: ¿cuánto más vamos a fingir que esta farsa tiene algo de legalidad, legitimidad o humanidad? Dejar de aceptar esta farsa no es solo un gesto político. Es un imperativo moral. El silencio también mata. La impunidad se sostiene en la inercia. Es momento de decir basta.

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