
La “legitimidad” de la guerra
Los neorrealistas en su versión conocida como halcones nuevamente se transforman en corriente principal para comprender la espiral de hostilidad que observamos en el escenario internacional. Las mediáticas guerras en curso como la agresión de Rusia en contra de Ucrania (desde 2022), el genocidio en Palestina consumado con posterioridad a los ataques de Hamás el 7 de octubre de 2023, sumado al reciente ataque de Israel y Estados Unidos contra Irán, son buenos ejemplos de entre los casi 60 conflictos cruentos abiertos en estos momentos.
Podemos afirmar que estamos en presencia de una renovada voluntad de los Estados por incumplir el derecho internacional vigente y reeditar su derecho a defender sus intereses (políticos, económicos o ideológicos) por medio del instrumento militar.
Un ejemplo excelso de la nueva legitimidad de la guerra ha sido el rápido proceso de cristalización de la tesis pseudojuridica de “ataques preventivos”, que, si bien ya se han esgrimido con anterioridad, hoy cuentan con un apoyo más explícito. De hecho, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, sostuvo que la agresión –en términos jurídicos según criterio de la Carta de las Naciones Unidas- de Estados Unidos sobre Irán, fue una acción legítima y legal.
En esa misma línea, podemos interpretar la afirmación del primer ministro de Alemania Friedrich Merz, quien afirmó que Israel realiza el “trabajo sucio por todos nosotros”. Por cierto, los alcances de su aseveración son inciertos, ya que no se precisó si se refiere únicamente a la agresión sobre Irán que ha dejado más seiscientas personas asesinadas, o también a la ocupación de Gaza y el asesinato de más de 55.000 personas según Naciones Unidas (entre ellos unos 20.000 niños y niñas), actos calificados como crímenes de guerra y lesa humanidad por los órganos de jurisdicción internacional: la Corte Penal Internacional y el Tribunal Internacional de Justicia.
En definitiva, el mundo actual no parece estar para convenciones, menos cuando ellas garantizan derechos tan abstractos como la dignidad de las personas. Hoy el mundo nuevamente ha vuelto a ser más sencillo y bárbaro a la vez, ¡o eres mi aliado o eres mi enemigo!
Las dinámicas de odio se han estado cimentando desde hace décadas, y hoy con ausencia del multilateralismo se consiguió un enfrentamiento directo entre Israel e Irán, el cual había sido postergado por la acción diplomática de actores que veían en el derecho internacional y sus órganos de resolución de controversias la más eficiente manera de dar estabilidad y cierta paz al sistema internacional.
Sin embargo, la retórica iraní contra los intereses de occidente en Medio Oriente, y muy específicamente contra lo que percibe como su principal imposición en la región, Israel, han conseguido desencadenar un conflicto bélico que ha mantenido en tensión a todo el orbe.
En efecto, Israel desde el 7 de octubre apreció la oportunidad de “limpiar el medio oriente de sus enemigos”, llevando su ofensiva por sobre toda Palestina permitiéndose avanzar en la construcción de su hogar nacional, mientras que también descabezó la cúpula militar de Hezbollah en el Líbano, apoyó la caída del régimen de Bashar Al Asad en Siria y golpeó directamente a Irán, recordando que desde 1995 que Netanyahu advierte que Teherán está pronto a conseguir el arma nuclear. Guion similar se presentó para derribar al régimen de Sadam Hussein (2004), a quien se le acuso de tener armas de destrucción masiva que nunca fueron halladas.
Las razones que estarían evitando una ampliación del conflicto poco dicen del respeto a las normas internacionales, sino que más bien a que los aliados estratégicos de Irán no están en condiciones de sumarse a un enfrentamiento contra Estados Unidos.
Rusia está concentrado en la guerra de Europa y China hasta ahora ha prescindido del uso de la fuerza militar para conseguir sus objetivos políticos estratégicos, mientras que al interior de la población en Estados Unidos no se percibe una unidad respecto a incrementar las hostilidades que pudieran significar un nuevo Afganistán o Irak para los estadounidenses, con muerte de soldados y con un costo elevado.
En consecuencia, el derecho internacional está transitando hacia los contenidos de la historia del derecho, mientras que la polemología, o estudio de los conflictos, nuevamente surge para comprender el mundo actual, específicamente desde la perspectiva de las ciencias militares y la geopolítica.
El Cambio de Época que vivimos nos muestra una diplomacia que se comprende más bien como un sello personal, emocional, espontáneo y provocador con el objeto de sorprender y generar hechos noticiosos llamativos, lo que erosiona su razón de ser. El valor de la diplomacia estuvo en su concepción de un arte racional, una disciplina orientada a dar coherencia por medio de su forma y fondo a la política exterior, por tanto, debía estar anclada a la prudencia, fortaleza y templanza.
En consecuencia, mientras no surjan líderes que reconozca el valor de la paz, los tiempos seguirán siendo oportunos para aumentar la intensidad y frecuencia de los conflictos armados.