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"La voz de la casa": Rosabetty Muñoz retrata la vida contemplativa en tiempos de pandemia

Por: Gonzalo Schwenke | 18.06.2025
La poeta chilotense explora en 44 poemas la introspección durante el confinamiento, contrastando la vida urbana con una existencia ascética vinculada a la naturaleza y el hogar. El crítico Gonzalo Schwenke analiza esta obra publicada por Editorial UCM.

"La voz de la casa. Ejercicios para vivir el confinamiento" (Editorial UCM, 2021) de Rosabetty Muñoz (Ancud, 1960) es un conjunto de 44 poemas realizados durante la pandemia del COVID. La prosa rescata y expresa una forma de vida que contrasta con la rutina de las grandes urbes. Una existencia donde cohabitar la casa representa el espacio de seguridad y calidez, un regreso al espacio interior donde el silencio y los juegos centrados en los niños se vuelven el gran fogón del hogar.

La presencia de los caparazones de mar son símbolo de protección y resguardo en el año de la peste. Así la perspectiva de los poemas radica en la búsqueda de la vida ascética; austera y no pobre; reflexiva y no superficial. Este enfoque busca la existencia modesta, vinculada a la naturaleza y alejada de las estridencias del mundo moderno. Es decir, la poesía funciona como medio para explorar y descubrir el mundo de manera directa y sin lo virtual que propone la tecnología, en tanto simulacro de la realidad, enfatizando la importancia de la introspección, la comunión con la naturaleza y la interacción con el otro.

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En este país, donde muchas personas residen en la Región Metropolitana y leen autores de Santiago, esta obra amplía la perspectiva y muestra que la vida agobiante, donde la velocidad del metro es la norma, contrasta con otras formas de vivir, donde la pausa y el descanso están más cercanos al Paraíso. Sin embargo, estas formas de vida están amenazadas y depredadas por la economía extractivista del libre mercado en la que está inserto Chile.

Frente a las vicisitudes como la pandemia, la escritura de Muñoz, es otra variante de lo que significa estar recluido, el hecho de observar el temporal incita a la contemplación: "No sirve de nada temer a los elementos, más vale entregarse a la experiencia natural que a veces deja caer todo el violento azote en los cimientos de la casa". Es decir, el uso de la metáfora indica una doble lectura de los elementos. La naturaleza y la muerte, en tanto hechos innegables y destructivos, son eventos canónicos donde pareciera que nos atañe resistir su paso en la vida, no solo nos acechan sino que acompaña nuestro cotidiano.

Así como en "Santo Oficio" (2020) donde las preocupaciones sobre la vida y la muerte, lo religioso permea su estética, en tanto síntoma que cruza su obra, en "La voz de la casa" (2021) Rosabetty Muñoz, configura el imaginario de construir el hogar en base a valores como la sinceridad, la calidez, jugar con los hijos o nietos, regresar a la tradición de nuestras madres, y más allá de la pandemia, realizar una introspección consciente que ordene nuestros pensamientos y emociones. Pero, a su vez, mantenerse vigilante frente a los tiempos de incertidumbre y muerte.