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La ética de la solidaridad
Agencia Uno

La ética de la solidaridad

Por: Carlos López Dawson | 14.06.2025
Desde hace 67 años que el territorio de Palestina está ocupado por un Estado invasor que ha violado el derecho internacional descaradamente, apropiando de tierras y casas ajenas, y causado miles de muertes, no en una guerra sino en una invasión criminal de un territorio ajeno, asesinando civiles, niños, mujeres y ancianos, hambreando a los habitantes naturales mediante una estrategia de aniquilamiento.

LA COMPLEJIDAD

Si hay un área de trabajo que requiere un cuidado especial es el de las relaciones internacionales. Se trata evidentemente de cálculos. Además, como sabemos, no hay enemigo chico, con mayor razón si el adversario es un gigante.

Por lo general los analistas de las relaciones internacionales son doctores en relaciones internacionales, un área de la ciencia política ¿Puede la ciencia entregar certezas sobre una actividad humana destinada a obtener el poder y administrarlo? Cabe recordar que la ciencia política, también conocida como politología, es una disciplina de las ciencias sociales que se dedica al estudio teórico y práctico de la política y los sistemas políticos.

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La ciencia política estudia las relaciones de poder en una sociedad. También nos indica que es: una de las disciplinas más antiguas y tradicionales de las ciencias sociales. La disciplina se desarrolla tanto en el campo teórico como en el empírico. Pero en las relaciones internacionales todos los actores están en el juego de poder, por ello se tiene mucho cuidado.

Sin embargo, hay situaciones en que los Estados deben renunciar al cálculo científico o económico de las relaciones internacionales, y ello sucede cuando se ven enfrentados a la humanidad, a conmoverse frente a la tragedia, al dolor a la muerte de miles de civiles que incluye a niños.

DEBER DE SOLIDARIDAD

Sobre la ética Kant propone la idea de una acción buena en sí "cómo necesaria en una voluntad conforme de suyo a la razón". Esta idea supone que hay una razón pura práctica cuyo criterio de enjuiciamiento de las acciones es la universalidad, es decir, el imperativo categórico.

Kant sostenía que cada uno de nosotros tiene un valor o una dignidad que debe ser respetada. Esta dignidad impide que otros abusen de nosotros o nos utilicen contra nuestra voluntad. Kant expresó esta idea en un principio moral: la humanidad debe ser tratada siempre como un fin, no solo como un medio.

Los pensadores clásicos del liberalismo, como John Locke, Adam Smith y Immanuel Kant, abordaron temas relacionados con la solidaridad y la humanidad. Locke argumentó que los seres humanos tienen derechos naturales, como la vida, la libertad y la propiedad, que deben ser respetados por el gobierno.

Locke también desarrolló la idea del contrato social, según la cual los individuos se unen en sociedad para proteger sus derechos y promover el bien común. Smith es famoso por su concepto de la "mano invisible", que describe cómo las acciones individuales en el mercado pueden llevar a resultados beneficiosos para la sociedad en general.

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Pero Smith también exploró la importancia de la simpatía y la empatía en las relaciones humanas. Kant formuló el imperativo categórico, que establece que debemos actuar de acuerdo con máximas que puedan ser universalizadas y respeten la dignidad de todos los seres humanos, enfatizando la importancia de tratar a los demás como fines en sí mismos, y no solo como medios para lograr nuestros propios fines.

Las ideas sobre la simpatía, la empatía y el respeto a la humanidad pueden ser vistas como fundamentos liberales para una sociedad solidaria. Por lo demás, el deber de los Estados de respetar los derechos humanos es una expresión de la solidaridad, y ese fue un aporte del liberalismo.

UN OCUPANTE DESPIADADO

Desde hace 67 años que el territorio de Palestina está ocupado por un Estado invasor que ha violado el derecho internacional descaradamente, apropiando de tierras y casas ajenas, y causado miles de muertes, no en una guerra sino en una invasión criminal de un territorio ajeno, asesinando civiles, niños, mujeres y ancianos, hambreando a los habitantes naturales mediante una estrategia de aniquilamiento.

Pocos Estados se han atrevido a condenarlo, en cambio, otros, grandes potencias los apoyan descaradamente. No se trata de una crisis humanitaria sino de un genocidio televisado, administrado con frialdad que actúa amparándose en una supuesta defensa de su nacionalidad y acusando a quienes lo critican de ser racistas. Un doble descaro.

El gobierno de Chile ha retirado sus agregados militares desde ese país invasor. Gesto mínimo cuando en verdad muchos piden la ruptura de relaciones. No faltan los que critican al gobierno de Chile, sin considerar las victimas que el Estado genocida de Israel está causando. Frente a esta tragedia cualquier calculo solo puede ser mezquino sino cómplice de tales crímenes de lesa humanidad.

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