La aviación es responsable de alrededor del 2,5% de las emisiones mundiales de CO2, pero han acordado intentar llegar a las cero emisiones netas para 2050. En esa línea, es que los Combustibles de Aviación Sostenibles (SAF, por sus siglas en inglés) aparecen como una solución efectiva y progresiva para disminuir la huella ambiental producida por la industria. El reto está en comprobar el origen sustentable de las materias primas utilizadas en su producción.

Los biocombustibles permiten aminorar las emisiones de carbono evitando cambios drásticos en la infraestructura de los aviones. Las modificaciones que implica su uso generan beneficios ambientales y, además, son compatibles con la infraestructura existente, por ejemplo, no es necesario modificar motores ni instalaciones de almacenamiento y transporte en los aeropuertos para lograr un funcionamiento óptimo.

Al derivar de fuentes renovables, los biocombustibles producen un ciclo de carbono más cerrado, donde el CO2 liberado durante la combustión es parcialmente compensado por el CO2 absorbido por las plantas durante su crecimiento. 

Cultivos de cobertura

“Los cultivos utilizados para producir biocombustibles, como la carinata y la camelina, son conocidos como cultivos de cobertura, es decir, que no compiten con la producción de alimentos, sino que se siembran entre ciclos de cultivo principales y tienen grandes beneficios para los suelos”, comenta Marcos Botta, cofundador de ucrop.it., plataforma de trazabilidad líder en la región.

Los cultivos de cobertura, además de ser materia prima para la producción de biocombustibles, brindan diversas propiedades: mejoran la salud del suelo, previenen la erosión y desarrollan la biodiversidad. Esta práctica logra que la producción de biocombustibles no genere un cambio indirecto del uso de la tierra, dilema común en otros rubros.

Precisión y trazabilidad

Para impulsar la adopción de los SAF, los países han implementado políticas de apoyo. Como es el caso de Estados Unidos, que otorga el crédito fiscal 45Z para promover la producción de combustibles limpios, incluyendo los biocombustibles para aviación. Para acceder al beneficio se debe cumplir con estrictos estándares de sostenibilidad, como tener una intensidad de carbono inferior a 50 kg de CO2e por mmBTU.

Por esta razón, la trazabilidad se presenta como una herramienta esencial para garantizar el ciclo cerrado de la producción sustentable de biocombustibles, logrando que las materias primas utilizadas contribuyan de manera verídica a reducir las emisiones globales sin provocar efectos secundarios negativos.

Mediante el monitoreo de las prácticas agrícolas, el uso de fertilizantes y pesticidas, y el manejo de residuos, se puede calcular con precisión la huella de carbono de los cultivos. “Esto permite vincular cada lote con sus orígenes en cada etapa de la cadena, brindando mayor robustez y confianza en que los biocombustibles sean una opción verdaderamente sostenible y los esfuerzos tengan un impacto positivo real, medible y escalable de manera concreta”, agrega Botta.

Materias primas

Por ejemplo, Argentina exporta más de la mitad de su producción de biocombustibles en base a aceite de soja y un 17% de la producción de harina de soja para su uso en esta industria.

La transición hacia Combustibles de Aviación Sostenibles es una promisoria alternativa para descarbonizar el sector aéreo sin modificar su infraestructura actual. No obstante, la sostenibilidad de estos combustibles depende de un uso responsable de las materias primas y técnicas de cultivo eficientes.