Una aproximación a las razones del auge de la neoultraderecha

Una aproximación a las razones del auge de la neoultraderecha

Por: Jaime Vieyra-Poseck | 09.01.2025
La ultraderecha permanece siempre al acecho aguardando crisis sistémicas que siembran descontento social que el sistema político tradicional no soluciona, otorgándole la posibilidad de mesianizar su propuesta.

Su resurgimiento no es casual; es una señal inequívoca de que los engranajes democráticos rechinan; es más, que no funcionan.

La ultraderecha permanece siempre al acecho aguardando crisis sistémicas que siembran descontento social que el sistema político tradicional no soluciona, otorgándole la posibilidad de mesianizar su propuesta.

El pistoletazo de salida de la neoultraderecha se remonta a la crisis financiera de 2008, que agravó las desigualdades intrínsecas del neoliberalismo. En este escenario, múltiples factores se entrelazan provocando un efecto dominó:

  1. Precarización estructural: La crisis financiera despojó a las clases medias y bajas de su poder adquisitivo, consolidando la precariedad laboral y salarial que cristalizó el descontento social.

  2. Prioridad al lucro privado: Se rechazan reformas fiscales destinadas a financiar servicios sociales para privilegiar los intereses de una élite milmillonaria por sobre los de las mayorías.

  3. Inoperancia democrática: Sin recursos financieros, el sistema democrático carece de capacidad para cumplir su propósito fundacional: garantizar el bien común, desacreditándolo.

  4. La narrativa anti-establishment: En esta inoperancia sistémica, la neoultraderecha se presenta contra el statu quo ‒la “casta”‒ con una oferta reaccionaria radical para cambiar de sistema.

  5. Deconstrucción democrática: En el poder, inicia la instalación de facto del mercado privado ultraneoliberal para coaptar la representación democrática; implementa políticas iliberales antiderechos, e elimina o politiza las instituciones democráticas.

  6. Por lo tanto, como conclusión: Si la desigualdad intrínseca del neoliberalismo provoca el descontento social, el cual impulsa el auge neoultraderechista, entonces, es el sistema económico neoliberal el creador de la neoultraderecha. 

La neoultraderecha ha colonizado las redes sociales convirtiéndolas en el epicentro de su discurso de odio y miedo mediante la propaganda política de la desinformación sistemática, que destruye la democracia. Exacerba la fragmentación social hasta intoxicar la convivencia democrática. Al normalizar posturas racistas, misóginas, homófobas y antiderechos laborales, desplaza los valores democráticos y establece un escenario político pre-autoritario. El odio y el miedo eclipsan el verdadero problema: las desigualdades sociales.

En rigor, la neoultraderecha no busca resolver el malestar ciudadano sino aspira a consagrar una mercadocracia autocrática: el poder absoluto de conglomerados económico-financieros y tecnológicos que necesitan el autoritarismo ultraderechista para viabilizar su mercadocracia.

El negacionismo climático es otro pilar ideológico de la neoultraderecha, postura que debería deslegitimarla. Pero décadas de neoliberalismo han atizado un individualismo extremo, reduciendo la condición humana a meras transacciones comerciales, discriminando los valores que han permitido al ser humano progresar: la cooperación solidaria.

Ante este dilema crucial, o enfrentamos las desigualdades estructurales del neoliberalismo, origen del descontento social que crea a la neoultraderecha, o aceptamos el jaque mate a la democracia, con todas las catástrofes que ello conllevaría, incluida la ecológica.

Apostar por la siempre amenazada democracia liberal, es un voto de esperanza.

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